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A 65 años del histórico combate de El Uvero

Foto: Benigno Rodríguez
Foto: Benigno Rodríguez

Data: 

28/05/2022

Fonte: 

Periódico Granma

Autor: 

Tras ocho horas de caminar en las montañas de la Sierra Maestra combatientes del naciente Ejército Rebelde rodearon la noche del 28 de mayo de 1957 el cuartel de El Uvero y comenzó el asalto que marcaría en palabras de Ernesto Che Guevara la mayoría de edad de la guerrilla.
 
El Uvero era uno de los puntos de la costa oriental donde se habían establecido fuertes guarniciones como parte de las medidas de reforzamiento militar del ejército gubernamental en la Sierra Maestra.
 
El año 1957 había comenzado con las victorias de La Plata, el 18 de enero, y de Arroyos del Infierno, cinco días después, el 22. Estos triunfos tuvieron gran importancia, fortalecieron la confianza entre las filas rebeldes y demostraron al pueblo que la revolución era una realidad.
 
A mediados de marzo de ese año llegaron los refuerzos en hombres y armas que prometiera Frank País, lo que representaba un apoyo de alta significación para la guerrilla. «Ya no les sobraban fusiles a las tropas (rebeldes); al contrario, le faltaban. Estábamos en una nueva época. Se había producido un cambio cualitativo; había toda una zona donde el ejército enemigo trataba de no incursionar para no topar con nosotros», escribió el Che Guevara.
 
En El Uvero, relató después del triunfo el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, «Nuestros hombres tomaron por asalto cada posición, avanzando sobre las balas y combatiendo largamente. Todo lo que se diga sobre la valentía con que lucharon, no acertaría a describir el heroísmo de nuestros combatientes [...] El capitán Almeida (Juan) dirigió un avance casi suicida con su pelotón. Sin tanto derroche de valor no hubiese sido posible la victoria».
 
«Tan pronto tuvimos noticias del desembarco del yate Corynthia unos días antes del 27, recordaba Fidel, como ya teníamos la experiencia de lo que podía ocurrirles en los primeros instantes, el grupo rebelde de algo más de cien hombres trató de brindarles colaboración. Encontrándonos en aquellos días cerca de una guarnición enemiga fuertemente atrincherada (el Cuartel de El Uvero), decidimos atacarla con el propósito de aliviar la situación del grupo que acababa de desembarcar».
 
«Recuerdo el primer disparo del fusil de mirilla telescópica que yo utilizaba, dirigido al equipo de radio de la guarnición. Tras aquel disparo, decenas de balas cayeron sobre el puesto de mando enemigo. El adversario no supo por eso que su guarnición estaba siendo atacada. Dispusimos así de tres horas por lo menos sin que bombas y metralla cayeran sobre nosotros; lo que ocurría invariablemente apenas 20 minutos después que se iniciara cualquier combate. Sin tales factores es muy probable que aquella decisión, inspirada solo en la solidaridad, redujera nuestras fuerzas de casi cien veteranos y fuese necesario comenzar de nuevo su azaroso camino, en el mejor de los casos», agregó.
 
«Fue en aquellas condiciones que Almeida (Juan) resultó impactado en el pecho y protegido de una herida más grave por algo de metal, según recordó, que llevaba en el bolsillo; Guillermo García, con un casco fruto del primer combate, mantuvo reñido duelo con el defensor de un fortín de gruesos troncos; el Che, con fusil ametralladora que se encasquillaba, se separó de su puesto para sostener un duelo con los que combatían contra Almeida; y Raúl avanzó con su pequeño pelotón contra los soldados atrincherados en las estibas de troncos dispuestos para el embarque; todo antes de que aparecieran los cazabombarderos. Julio Díaz, bravo combatiente que disparaba con una trípode, no pudo avanzar; yacía a mi lado con un balazo mortal en la frente», continuó Fidel su relato en una de sus Reflexiones.
 
En otro relato el General de Ejército Raúl Castro Ruz afirmaría que Almeida fue el alma del combate y el Che Guevara, quien entonces era el médico, comenzó a destacarse allí como un guerrillero impetuoso en un combate que dio al Ejército Rebelde categoría de tropa experimentada.
 
De los 53 integrantes del ejército de la tiranía en El Uvero, 46 fueron bajas, entre ellos 11 muertos, 19 heridos y 16 prisioneros, según consta en el relato que hiciera Fidel Castro a Frank País sobre esta acción, en la cual la guerrilla ocupó muchas armas, entre ellas rifles Garand y Browing, así como gran cantidad de parque.
 
En el Uvero comenzó a quedar de manifiesto que, mediante la lucha guerrillera, no solo era posible hostigar al régimen dictatorial, sino que el Ejército Rebelde podía desarrollar las potencialidades necesarias para la toma del poder por la Revolución. Las armas ocupadas en el combate del Uvero y el crecimiento en las filas de la guerrilla, permitió la creación poco tiempo después de una segunda columna denominada Columna 4, bajo el mando de Ernesto Che Guevara, quien fue ascendido a Comandante el 22 de julio de 1957.
 
Por la parte rebelde, cayeron heroicamente los tenientes Julio Díaz González, asaltante del Moncada y expedicionario del Granma, Emiliano Díaz Fontain y los guerrilleros Gustavo Adolfo Moll, Francisco Soto Hernández, Anselmo Vega, Eligio Mendoza y Rigoberto Cilleros. Heridos en el combate resultaron el capitán Juan Almeida Bosque, el teniente Félix Pena, además de Miguel A. Manals, Mario Maceo, Manuel Acuña, Enrique Escalona, Mario Leal y Hermes Leyva.
 
Ese mismo 28 de mayo de 1957 la historia recoge la afrenta pública a la Patria por el actuar criminal del dictador Fulgencio Batista al ordenar asesinar a 16 prisioneros del frustrado desembarco de la expedición del yate Corynthia, en contraste con la liberación por el Ejército Rebelde de los 19 heridos y 16 prisioneros del ejército del régimen tras la rendición del cuartel de El Uvero.
 
La distracción planeada por Fidel no logró salvar las vidas de los expedicionarios del Corynthia, pero la toma del estratégico cuartel de El Uvero fue un paso importante en la consolidación y fortalecimiento del naciente Ejército Rebelde.