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La Patria, contra el pecho, los estrecha

Con la misión cumplida, nuestros médicos vuelven a la patria. Foto: Ismael Francisco/Cubadebate
Con la misión cumplida, nuestros médicos vuelven a la patria. Foto: Ismael Francisco/Cubadebate

Data: 

09/06/2020

Fonte: 

Periódico Granma

Autor: 

El aplauso con que se premia cada noche a los médicos cubanos que combaten sin descanso el virus que hoy amenaza, sonó ayer dos horas antes, justo cuando pisaron tierra cubana los 52 integrantes de la brigada médica Henry Reeve, que partiera hacia Lombardía el pasado 21 de marzo; un hecho que marcaría por vez primera la presencia en Europa del contingente fundado por Fidel, para que Cuba iluminara con sus profesionales de la Salud los más lóbregos rincones del mundo.
 
Un país, necesariamente ubicado frente a las pantallas, no les perdió ni pie ni pisada, para acompañarlos y recibirlos también desde sus casas.
 
De las fauces de la pandemia, acaso del sitio que fuera su epicentro dos meses atrás, regresaron los héroes nuestros, despojados de escudos y fanfarrias, sin más armas que el conocimiento y la humildad, las que se precisan para integrarse a un escenario gemebundo, en el que minimizaron el quejido y la muerte, y salvaron más de 200 vidas.  
 
Con una amalgama de sentimientos, trayendo a su país inolvidables experiencias, llevan en sus manos cada uno las banderas de Cuba y de Italia, hermanadas para siempre en los predios de la historia, sin importar quién puso el dolor y quién la vida; sin vanagloriarse de las más de 5 500 atenciones sanitarias que protagonizaron, sin más laurel que poner en el lugar que lo merece el nombre de la tierra lejana donde han nacido. ¡Son los médicos de Cuba! ¡No os asombréis de nada!
 
Con nerviosas y ocultas sonrisas, flores rojas, necesarios e inusuales saludos, propios de las medidas para sofocar la covid-19, son recibidos tras la llegada misma, y en un salón se escucha ese himno que cada noche nos sacude, el que los pinta besando al mundo, el que describe a los valientes, que ven en la patria a la humanidad entera.
 
Se les ve cantar detrás del nasobuco, les brillan más los ojos, algunos se quitan las gafas. Todos se reconocen en la letra cantada.
 
La voz del Presidente los sorprende, aunque no ha ido, a fin de no violar los protocolos que rigurosamente se han establecido para aniquilar la enfermedad. Envía un saludo virtual, de él y de los compañeros que lo acompañan en esta guerra a muerte contra la epidemia y por la vida del país. Pone énfasis en el saludo mayor, del General de Ejército Raúl Castro Ruz, y del Partido Comunista de Cuba. Comparte la alegría de verlos regresar vivos y con el deber cumplido.
 
«Nada nos gustaría más que abrazarlos uno por uno para agradecerles su heroica misión», les dice, y asegura que para ello habrá tiempo, y que podrá escucharles sus anécdotas y vivencias. Les habla de lo que ellos representan: la victoria de la vida sobre la muerte, de la solidaridad sobre el egoísmo, del ideal socialista sobre el mito del mercado. Y les recuerda que ellos le han demostrado al mundo una verdad que los enemigos de Cuba han pretendido silenciar, la de la fortaleza de la Medicina cubana.
 
Los mensajes, que siguen colmándoles las emociones encuentran, a propuesta del doctor Carlos Pérez, jefe de la brigada, una manera de responder, y entonan el Himno Nacional, mientras Cuba los contempla, orgullosa.
 
El abrazo largamente esperado, que se consuma por ahora solo con el corazón, precisará unos días, pues hay medidas sanitarias que no pueden incumplirse. Un cordón humano, respetando la distancia aconsejada, los recibe bordeando el itinerario hacia la cuarentena, y ellos sienten que, en los abrazos cercanos, la Patria, contra el pecho, los estrecha.