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Ana Fidelia: Fidel Castro lloró por mí

Data: 

28/12/2018

Fonte: 

Cubasi.cu

Autor: 

Y en el momento crucial de mi vida, él jugó un factor fundamental para mi recuperación, no físicamente, sino sicológicamente, para luchar por mi vida. Fidel fue la medicina.  
 
Llegamos a su casa sobre las 9:30 de la mañana. Ana Fidelia se encontraba duchándose luego de su carrera diaria, porque, a decir de ella, le hace bien y previene enfermedades. En un cuarto repleto de medallas, trofeos y fotos con el Comandante en Jefe, comenzó la entrevista que se extendió un poco más de una hora y que, desde que se mencionó el nombre Fidel, se escuchó una voz completamente diferente que no pudo ocultar la emoción. Y como corrieron lágrimas por el rostro de Fidel el día que la condecoró, corrieron lágrimas por el de Ana Fidelia cuando se refirió a Fidel.
 
¿Cómo una joven de Palma Soriano llega a convertirse en una gloria del deporte?
 
Después del triunfo de la Revolución, bajo la doctrina de nuestro Comandante de que el deporte es un derecho del pueblo, comenzaron las posibilidades para practicar deporte, tanto por salud como para el alto rendimiento. Yo soy un producto de ese sistema bien pensado, escalonado, de pirámide invertida, de nuestra Revolución, como tantos miles de atletas que fueron captados a través de la selección de talentos de la Educación Física. Precisamente en esa asignatura yo comencé a destacarme y el profesor me llevó al área deportiva de mi ciudad natal, Palma Soriano, Santiago de Cuba, y vieron que yo era una niña con talento. Ahí comenzaron a darme seguimiento y transité por las diferentes escuelas que existen aquí en Cuba: EIDE, ESPA, hasta llegar al equipo nacional.
 
Es necesario resaltar que provenir de una familia deportiva me ayudó también. Mi hermana fue integrante del equipo nacional de baloncesto, mi hermano también practicó deportes y mi padre, en la década del 1960, fue boxeador profesional. Yo no tuve la oportunidad de verlo; sus compañeros me comentaron que fue destacado en su especialidad, pero no llegó un poco más allá porque la disciplina es fundamental en la vida para cualquier cosa.
 
¿Y cómo fue usted de disciplinada? ¿Cuándo comprendió que tenía futuro en el deporte?
 
Cuando yo comencé en el deporte en mi ciudad natal, mi primer entrenador, Juan Heredia Salazar, iba todos los días a ver a mi mamá y le decía las condiciones que yo tenía y que fuera a practicar, pero cuando uno es niño lo que quiere es estar jugando, uno todavía no es consciente de lo que quiere en el futuro. Entonces yo iba al entrenamiento dos días y faltaba tres, y para allá iba mi entrenador a buscarme y conversaba con mi mamá. Le decía que yo era un talento y que podía participar en los juegos pioneriles que se efectuaron en Hungría en el año 1975. Participar en esa competencia y obtener la medalla de bronce fue lo que me hizo empezar a ganar conciencia de lo que podía representar el deporte para mí, y ahí me enfoqué hasta llegar a donde llegué.
 
En 1993 la vida le puso una prueba que, a mi entender, usted superó con creces, y en ese trance de su accidente, Fidel se dirigió a los médicos y les dijo que hicieran todo lo posible por salvarla, que usted representaba mucho para Cuba y mucho para él. ¿Qué representa Fidel Castro para usted?
 
En mi vida profesional y personal he transitado por altas y bajas, en la vida todo no es color de rosas, y todo lo que uno se proponga es de disciplina, consagración y constancia. El pueblo de Cuba y muchas personas en el mundo conocen de ese fatal accidente que tuve en el año 1993 con quemaduras en un 38% de mi cuerpo de segundo y tercer grado, y yo siempre estuve acompañada, desde las primeras horas de mi accidente, por esa persona incondicional al ser humano que ha sido nuestro querido Comandante en Jefe. Él llegó antes que mi mamá al hospital Hermanos Ameijeiras, donde fui hospitalizada. Fidel me dio el aliento para luchar por la vida, yo estoy consciente de que también me acompañó todo el pueblo de Cuba, que seguía las informaciones por los medios de comunicación y que hasta llegaron a presentarse en la sala para saber de mí, y eso fue algo muy positivo que hizo que yo no muriera y que resurgiera como el ave Fénix.
 
A Fidel me unen muchas cosas. Por mis grandes logros en el deporte siempre tuve la dicha y la suerte de coincidir con él en múltiples ocasiones: en una condecoración, un recibimiento a un mandatario o acompañarlo a tomas de posesiones de presidentes; por ejemplo, cuando se invistió a Fernando Alfonso Collor de Mello, en Brasil. Y en el momento crucial de mi vida él jugó un factor fundamental para mi recuperación, no físicamente, sino sicológicamente, para luchar por mi vida. Fidel fue la medicina que yo necesitaba para salvarme, fue el médico que yo necesitaba para sanar mis heridas. Según algunos de mis compañeros, en una reunión él dijo: ella no va a morir, ella y yo hicimos un pacto con la muerte y ella no va a morir. Su ayuda hizo que yo siguiera viva para seguir dándole logros a mi país. Fueron momentos difíciles, momentos duros, y eso me hizo ser más fuerte de lo que era antes y decir: voy a continuar.
 
En un momento de las tantas visitas que él me hizo y yo estaba despierta, yo le dije: Comandante, yo voy a seguir corriendo, y ahora, para decirte la verdad, no sabía si iba a correr de la misma forma que lo había hecho antes del accidente. Pero en mi mente sabía que tenía fuerza en mis piernas para seguir representando a Cuba, y lo hice.
 
Me sometí a un sinnúmero de cirugías reconstructivas y de estética en el hospital Ameijeiras con los grandes médicos cubanos que me salvaron la vida y me incorporaron nuevamente a la sociedad. Volver a correr después del accidente ha sido el logro más grande de mi carrera deportiva, haberle ganado el reto a la muerte. Eso solamente puede suceder en un país como el nuestro donde todo está a favor y en aras de la sociedad, quizás en otro país hubiese vivido, pero también hubiese tenido que presentar mi tarjeta de crédito para ver si me atendían y desembolsar miles de dólares.
 
Yo iba un día sí y un día no al salón para curarme bajo anestesia, y para que los médicos me realizaran trasplantes de piel. Yo estuve un año y unos meses en el hospital sin salir en la primera etapa y posteriormente me iba de pase los viernes y regresaba los lunes, yo tenía un acompañante y eso sin dudas cuesta unos cuantos miles y por eso yo siempre debo decir mil gracias Fidel y mil gracias a este pueblo.
 
¿Cuál es su primera presentación en un evento internacional?
 
Dentro del hospital cuando salí de mi gravedad que podía valerme comencé a pensar en volver a correr. Yo tenía un programa de rehabilitación muy fuerte con los doctores del Ameijeiras y de Medicina Deportiva y mañana y tarde hacía ejercicios, pero también cuando no estaban ellos yo me apoyaba en mis amistades que iban a visitarme para que me ayudaran a hacer los ejercicios y me dieran masajes, porque las cicatrices del quemado durante un año van creciendo y siempre debes mantenerte haciendo ejercicios para que las partes dañadas de tu cuerpo vayan logrando elasticidad.
 
Antes del accidente yo tenía en mente participar en los juegos Centroamericanos y del Caribe de Ponce y entonces pedí a la comisión técnica del atletismo participar. Se me crearon todas las condiciones para mi entrenamiento que era de siete a diez de la noche porque no podía tomar los rayos del sol. Leandro Civil Jarvés me diseñó un programa de preparación cinco meses antes de los juegos Centroamericanos en los que participé con muchas limitaciones, no podía mover los brazos, las axilas, ni el cuello y a pesar de eso logré la medalla de plata con 2.05, eso para mí representó la medalla de oro, la medalla de la dignidad, de la valentía porque yo corrí solamente a base de piernas, no podía hacer el movimiento requerido para la carrera.
 
Después de obtener ese resultado en esas circunstancias y sin la preparación adecuada me convencí que luego de operarme comenzaría el entrenamiento para ver que sucedía. Y así lo hice, me sometí a intervenciones quirúrgicas en las que me liberaron el cuello, las axilas, los brazos y las manos que yo apneas podía cerrarlas para agarrar las pesas. Cuando yo vi que podía realizar todas esas cosas le dije a mi entrenador: vamos a trabajar, yo no te voy a defraudar y vamos a competir.
 
Todos los test arrojaban que si podía, debo decir que hubo muchas personas que creyeron que no lo lograría, entonces yo dije que si no lograba el tiempo requerido, por el prestigio que tengo mundialmente, no me iba a presentar. Pero en cada competencia fui mejorando, tal así que realicé una marca que me dio el aval para competir en Gotemburgo 1995 y en Montecarlo competí con mi eterna rival María de Lourdes Mutola, ella corrió 1.57.49 y yo 1,57.59 y eso me brindó la confianza para luchar por una medalla en el mundial, cuya final fue el 13 de agosto y obtuve la medalla de oro, la vida me dio la dicha de agradecer y congratular a nuestro querido Comandante el día de su cumpleaños con la medalla de oro para mi país, para él y para mí, me siento más que orgullosa de haberle hecho ese regalo en agradecimiento a todo el apoyo que recibí de él en el momento difícil de mi vida. Uno conoce a las personas en esas circunstancias y para mí Fidel fue incondicional en el momento que yo lo necesitaba. Durante el período que a mi se me reportó como crítica diariamente iba al hospital, a veces iba y cuando él pasaba por la sala yo estaba dormida porque era el día que me tocaba la cura y bajo los efectos de la anestesia aunque me llamaran no podía responder. Ya cuando estaba en una sala abierta muchas veces pasó, conversaba con mi familia, conmigo y fue algo muy especial para mí y para mí familia.
 
¿Cuántas rusas se necesitaron para vencer a Ana Fidelia?
 
Imagínate que un país puede presentar entre 3 y 4 jugadoras y las rusas eran 3 y me hicieron una carrera de equipo en los juegos Olímpicos de 1996 y tuve que conformarme con la medalla de plata, pero te puedo decir que cuando ellas corrían individualmente yo era invencible.
 
Desde la óptica de la mejor atleta de Cuba por varios años consecutivos, ¿qué representó Fidel Castro para el deporte cubano?
 
Fidel representa mucho para el deporte cubano, desde joven Fidel amaba el deporte, el practicó diferentes juegos en la universidad. Él jugaba básquet, por ahí tengo una foto de él ganando los 800 metros planos, corría 1500. En las pocas horas que tenía de descanso en la madrugada iba a la ciudad deportiva a jugar básquet, a echar guerra de guerrilla con los jugadores del equipo nacional y el juego no se terminaba hasta que él no ganara, no le gustaba perder en nada.
 
Fidel ha representado mucho para todos los resultados del movimiento deportivo cubano, él ha sido el principal impulsor de todos los logros del movimiento deportivo y representa mucho. Hoy no está físicamente pero el sigue estando presente porque su ejemplo vive, su legado en nuestro país vive, su obra está intacta.
 
De los momentos de satisfacción vividos con el Comandante, ¿cuál es el que más usted recuerda?
 
Los recuerdo todos y todos son bonitos y tienen un gran significado, pero el que más me marcó y el que cada vez que me viene a la mente lloro, y lloro porque me conmueve recordar que él es una persona de carne y hueso, con sentimientos hacia cualquier ser humano aunque no sea del seno familiar ocurrió en 1993, después que regresé de los juegos Centroamericanos y del Caribe en la sala universal de las FAR se reunió toda la delegación que participó en Ponce y él me condecoró con la orden al mérito deportivo. Parece que él al verme le dio mucha tristeza por las condiciones en que yo competí, me dio un abrazo y cuando yo me fui para mi asiento que me giro vi como por su rostro corrían lágrimas y ese es el momento que yo guardo con más cariño, ver que él lloró por mí.
 
¿Su nombre guarda alguna relación con Fidel o es casualidad?
 
No, no es casualidad: mi mamá me puso Fidelia por Fidel. Yo provengo de una familia netamente revolucionaria, somos de procedencia humilde y mi abuela, mi mamá y mi tía siempre estuvieron muy ligadas a las causas de nuestra Revolución.