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Ni aún al borde del holocausto, este pueblo se doblegó (II)

Data: 

20/10/2012

Fonte: 

Diario Granma

Autor: 

El General de División Sergio del Valle Jiménez, Héroe de la República de Cuba, era el Jefe del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas Revolucionarias durante los tensos días de octubre de 1962. Granma reproduce hoy la segunda parte y final del prólogo del libro Un pueblo invencible que este prestigioso dirigente de la Revolución, ya fallecido, escribió sobre estos acontecimientos

GENERAL DE DIVISIÓN SERGIO DEL VALLE JIMÉNEZ

El día 24 de octubre de 1962 el Secretario General Interino de la ONU, U Thant, en cartas a las tres partes directamente involucradas en el conflicto, los exhortaba a discutir una solución pacífica del mismo.

Fidel recibe a Anastas Mikoyan. Al siguiente día, cuando conoció que se acercaban barcos soviéticos a la zona de "cuarentena", U Thant se dirigió urgentemente a los Gobiernos de la URSS y Estados Unidos, en una segunda apelación, para evitar una confrontación entre ambas potencias y solicitó de ellas que le concedieran un tiempo, a fin de poder tratar el asunto y hallar una solución.

A esta apelación, el Gobierno soviético fue el primero en responder, dando instrucciones a los capitanes de sus barcos de mantenerse alejados de la zona del bloqueo, lo que evidenció el interés de la URSS en una solución pacífica del conflicto. Mientras, la respuesta de Estados Unidos proseguía con su tono amenazador y prepotente, y manifestaba la disposición de evitar la confrontación con los barcos soviéticos si estos no transportaban armamentos, violando así el derecho de libre navegación en aguas internacionales.

Con la intención de allanar el camino, proliferó la correspondencia entre los jefes de gobiernos de la URSS y Estados Unidos en esos días, además de efectuarse encuentros con dirigentes de otros Estados y con una serie de personalidades influyentes.

También se produjo entre Cuba y la URSS un intercambio de misivas, mediante el cual el máximo dirigente de la Revolución Cubana formulaba a la dirección soviética sus razonamientos y argumentos acerca de las negociaciones que se venían desarrollando entre Kennedy y Jruschov.

El Gobierno cubano mantuvo el criterio de que, frente a las amenazas del imperialismo, era indispensable mantener una firme posición de principios. Fidel alertaba a la dirección soviética sobre la propensión de la administración estadounidense a la política del chantaje.

Mientras el mundo progresista hacía esfuerzos por conjurar la crisis, el gobierno estadounidense mantenía sus amenazas de invadir a Cuba y se arrogaba como un derecho la violación del espacio aéreo cubano. El presidente Kennedy, personalmente, ordenó aumentar el día 26 las incursiones aéreas a baja altura de dos a doce veces al día.

El incremento de los vuelos rasantes hizo más tensa la situación. Este tipo de acción no se podía permitir debido a que posibilitaba a las fuerzas armadas yankis realizar un ataque sorpresivo. Dado el peligro que esto significaba para la defensa del país, el Comandante en Jefe ordenó, a partir del día 27, abrir fuego contra todo avión enemigo en vuelo a baja altura.

El día 27, cuando la aviación enemiga violó el espacio aéreo cubano, las baterías comenzaron a abrir fuego en cumplimiento de la orden recibida. En estas circunstancias, se produjo el derribo de un avión espía del tipo U-2 por un Grupo Coheteril Antiaéreo soviético emplazado en el territorio del municipio de Banes, antigua provincia de Oriente.

Ese mismo día 27, el Comandante en Jefe, en respuesta a una carta del Secretario General Interino de las Naciones Unidas, U Thant, le planteaba la voluntad de Cuba de buscar una salida negociada de la crisis; pero, al mismo tiempo, hacía constar la firmeza de la Revolución de no retroceder ni un ápice en sus principios y derechos soberanos ante las presiones del imperialismo, ya que solo era posible negociar en igualdad de condiciones.

En horas tempranas de la mañana del 28 la dirección cubana conoció, a través de Radio Moscú, la respuesta del Gobierno soviético al mensaje de Kennedy del día anterior, que, en síntesis, expresaba la aceptación de la URSS de retirar los cohetes con garantías de verificación, a cambio del compromiso hecho por el mandatario norteamericano de no atacar a Cuba e impedir que sus aliados dieran ese paso.

El Gobierno cubano estimó que los términos del acuerdo concertado por Jruschov y Kennedy eran inconvenientes para Cuba. Asimismo, el acuerdo, por principio, se debió consultar con la dirección cubana y no apresurarse a dar esa respuesta. En una declaración pública, el mismo día 28, Fidel Castro comunicó la posición de la Revolución, basada en cinco puntos que posibilitarían el logro de una verdadera paz frente a las agresiones de Estados Unidos.

Como parte del proceso negociador, el 30 de octubre arribó a La Habana una delegación de la ONU encabezada por su Secretario General Interino, U Thant, en respuesta a una invitación formulada por el Gobierno de Cuba.

El 2 de noviembre, todos los aspectos principales del encuentro con U Thant se les informaron al pueblo cubano y al mundo en una intervención de Fidel por radio y televisión. El Comandante en Jefe explicó detalladamente la postura de principios asumida por la dirección de la Revolución al demandar, como base de las negociaciones, los cinco puntos exigidos por Cuba y no tolerar la inspección del territorio nacional.

Cabe señalar que desde el 31 de octubre, en cumplimiento del compromiso contraído por la URSS, se había iniciado la retirada de los proyectiles, a la cual no se puso ningún tipo de obstáculo por el Gobierno cubano. En lo que respecta a la verificación de la misma entre las partes soviética y norteamericana, se llegó al acuerdo de realizarla en aguas internacionales a través de las fuerzas aeronavales estadounidenses que, desde el aire, supervisaron los cohetes colocados en la cubierta de los barcos y vigilaron el desplazamiento de dichos buques hasta sus puertos de origen.

Los Cinco Puntos exigidos por Cuba

Ante el acuerdo adoptado por las dos superpotencias sin consultar ni tener en cuenta la opinión de Cuba, en la misma tarde del 28 de octubre de 1962, el Comandante en Jefe planteó las exigencias de nuestro país para una solución al conflicto. No existirían las garantías de que hablaba Kennedy si, además de la eliminación del bloqueo naval que prometía, no se adoptaban las medidas siguientes:

Primero: Cese del bloqueo económico y de todas las medidas de presión comercial y económica que ejercen los Estados Unidos en todas las partes del mundo contra Cuba.

Segundo: Cese de todas las actividades subversivas, lanzamiento y desembarco de armas y explosivos por aire y mar, organización de invasiones mercenarias, infiltración de espías y sabotajes, acciones todas que se llevan a cabo desde el territorio de Estados Unidos y de algunos países cómplices.

Tercero: Cese de los ataques piratas que se llevan a cabo desde bases existentes en Estados Unidos y en Puerto Rico.

Cuarto: Cese de todas las violaciones de nuestro espacio aéreo y naval por aviones y navíos de guerra norteamericanos.

Quinto: Retirada de la Base Naval de Guantánamo y devolución del territorio cubano ocupado por Estados Unidos.

La actitud de la Unión Soviética contrastaba mucho con la tomada por la administración norteamericana, que el 1 de noviembre restableció el bloqueo naval y los vuelos de reconocimiento que había suspendido de manera momentánea durante la visita de U Thant. Además, continuó la política de chantaje con nuevas exigencias a la URSS para la salida de Cuba de otros tipos de armamentos que consideraban "ofensivos". De esa manera, se iban sumando nuevas situaciones que podían agravar la crisis, cuando se había entrado en fase de negociación.

En aquellas condiciones desempeñó un importante papel el viaje a La Habana, el 1 de noviembre, del Primer Vicepresidente del Consejo de Ministros de la URSS, Anastas l. Mikoyan. En el intercambio de opiniones entre Mikoyan y Fidel Castro, así como con otros dirigentes cubanos, se analizaron profundamente los aspectos discrepantes en cuanto a las posiciones de ambos gobiernos, surgidos al calor de los acontecimientos y se acordaron puntos de vista con el propósito del arreglo pacífico de la crisis.

En el curso del mes de noviembre de 1962, mediante los canales diplomáticos y las Naciones Unidas, se mantuvo un constructivo intercambio de criterios acerca de la liquidación de los restos de la crisis. Esta compleja lucha en el ámbito de las relaciones internacionales permitió iniciativas que dieron solución a los problemas de carácter inmediato, lo cual propició romper las tensiones y volver a la normalidad.

El 20 de noviembre, Kennedy dio órdenes al Pentágono de poner fin al bloqueo naval. De igual forma, en la URSS y demás países socialistas miembros del Tratado de Varsovia se declaró el paso de sus fuerzas armadas a las condiciones de tiempo de paz. En Cuba, dos días después, se tomaron medidas similares.

El pueblo y Gobierno cubanos, dando muestras de firmeza en sus posiciones frente a las pretensiones del imperialismo estadounidense, realizaron un importante aporte a la paz mundial al demostrar prudencia y comprensión respecto a la necesidad de solucionar la crisis por vías pacíficas. La opinión pública mundial saludó la contribución conjunta de la Unión Soviética y de la República de Cuba, gracias a la cual se salvó la soberanía e integridad del país y se evitó, al mismo tiempo, una catástrofe nuclear.

De la Crisis de Octubre el pueblo, dirigido por Fidel, salió fortalecido. Pasó esta dura prueba con firmeza, valor y honor revolucionarios. En los momentos en que arreció el peligro, no se doblegó, sino que se robusteció aún más.

Las discrepancias con la dirección soviética, en cuanto al enfoque de la solución de la crisis, nunca fueron vistas por el pueblo y Gobierno cubanos como elemento de desunión y división con ese país hermano y heroico.

La trascendencia de los acontecimientos que tuvieron lugar en el mes de octubre de 1962 fue extraordinaria, tanto para Cuba como internacionalmente. Después de la Segunda Guerra Mundial, la humanidad no vivió momentos tan peligrosos, al borde del holocausto. Sin embargo, se demostró también cómo la omnipotencia imperial, en el mundo de entonces, tenía una barrera infranqueable en la creciente fuerza y solidaridad del campo revolucionario y de todos los hombres del planeta amantes de la paz.

El pueblo cubano, en aquella coyuntura, protagonizó un imperecedero ejemplo de serenidad, decisión y valor que forman parte de sus tradiciones revolucionarias y de su moral de lucha, pues como dijera Fidel poseía algo mucho más importante: "proyectiles morales de largo alcance que no se pueden desmantelar y no serán desmantelados jamás".

La Crisis de Octubre confirmó fehacientemente la idea planteada por Fidel respecto a que la defensa de la Revolución depende de la disposición y patriotismo de sus hijos de combatir hasta la última gota de sangre. Al reafirmar las posiciones soberanas de Cuba, se dejó bien claro que, frente a las amenazas, agresiones y actos de todo tipo del imperialismo, nunca se renunciará al derecho de poseer las armas que estimemos convenientes para asegurar la defensa del país.

A pesar de los resultados, el imperialismo norteamericano se vio obligado a reconocer la existencia, a 90 millas de sus costas, de la Cuba revolucionaria y socialista. No obstante, aquella solución no eliminó las causas principales del diferendo cubano-norteamericano.