Discursos e Intervenções

DISCURSO PRONUCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ EN LA MUNICIPALIDAD DE SANTIAGO, CHILE, EL 25 DE NOVIEMBRE DE 1971

Data: 

25/11/1971

 


Compañeros ministros;

Compañero Alcalde;

Compañeros regidores;

Ilustres representantes del Cuerpo Diplomático;

Trabajadores de la Comuna de Santiago y de Santiago:  



Hubo una vez el milagro de los peces y de los panes, ese milagro que nosotros los revolucionarios decimos que queremos repetir.  Pero esta vez ha habido también el milagro del tiempo.  A esta hora estábamos ayer en Rancagua inaugurando la sede de un sindicato, y después había la concentración, y después había que ir a Coya, y después había que recorrer la provincia de Colchagua, y había que visitar un centro de reforma agraria —porque hay varias denominaciones y no quiero equivocarme (RISAS)—, y después un recorrido por las calles de la capital de la provincia, y después un acto en Santa Cruz con los campesinos.  

Pero ya desde ayer los estrategas del programa decían:  ¿Y a qué hora es el acto de la Comuna?  Y creo que habían tomado la decisión de proponer al alcalde y a los regidores un cambio de fecha.  Cuando todo el mundo suponía que el cambio estaba hecho, a las 3:30 de la tarde, en otro Centro de Reforma Agraria —"El Palmar" o algo así—, en un almuerzo y en medio de una enorme multitud, la noticia del alcalde y de los regidores:  que el acto estaba organizado para las 6:30, que había 2 000 personas esperando y que no se podía posponer de ninguna manera.  

Cuando vemos aquello, dijimos:  ¡Ah!, si lo ordena el alcalde y los regidores de la Comuna, en el acto salimos para allá.  Se interrumpió el almuerzo, se interrumpió todo, y a toda velocidad emprendimos el camino de regreso y hemos llegado aquí vivos (APLAUSOS).  

Claro que un acto como este, emotivo, solemne, merecería palabras no solo emotivas, sino también profundas.  Pero, ¿en qué situación nos coloca el alcalde?  Empieza diciendo que los chilenos son parcos de palabra, de estilo breve, pero profundo.  Y no solo lo dice, sino que lo es.  Y trae uno de los más preciosos discursos que yo haya escuchado en este país, y en otros (APLAUSOS), apoyado con todo el arsenal de la literatura chilena (RISAS), de la poesía chilena e incluso del Premio Nobel chileno (APLAUSOS).  Y no solo eso, sino también con el arsenal de la poesía cubana (APLAUSOS).  Y expresa ideas y conceptos realmente bellos y realmente profundos y, sobre todo, realmente sentidos.  

Desde luego que yo no puedo tratar de ser profundo.  Sí puedo tratar de ser parco (RISAS).  

No sé si el alcalde, en medio de toda su belleza poética, empezó por hacerme una crítica.  Porque sabido es que entre las tantas acusaciones que me han hecho hay una que es cierta, y es que en ocasiones pronunciamos largos discursos.  Pero eso es en Cuba.  

Alguien decía ayer que había pronunciado el más breve discurso de los que se habían dicho en Chile, con motivo del acto del sindicato.  Pero en nuestro país por lo menos nosotros podemos esperar la paciencia de los oyentes, y en Chile de ninguna manera queremos ni podemos abusar de esa paciencia.  Y además, en Chile los temas que nosotros tratamos son los temas que puede tratar un visitante.  

En nuestro país el hábito de hablar extenso obedece a la necesidad que tenemos los dirigentes revolucionarios de dialogar mucho con el pueblo, de explicar mucho los problemas.  Porque creemos sinceramente en un principio —si se cree en el pueblo, si se tiene confianza en el pueblo, si se cree en la verdad, si se tiene confianza en la verdad—:  es que las masas comprenden, las masas tienen una gran capacidad de sacrificio, las masas tienen una gran capacidad de solidaridad, y las masas tienen una gran capacidad de valor y de dignidad para defender sus intereses, para defender su causa, para defender su bandera.  

Y nosotros hemos visto aquí un pueblo que nos ha interesado extraordinariamente.  

El alcalde dijo que aquí no se acostumbra a adular.  En Cuba tampoco.  Nosotros nunca usamos el recurso de halagar para alegrar o para obtener un aplauso.  Y decimos muy sinceramente que a nosotros nos ha hecho el pueblo chileno una impresión extraordinaria.  Esa impresión no se fundamenta en un tipo de agradecimiento personal.  No puede haber agradecimientos personales.  Se podría hablar de agradecimientos personales si nosotros nos consideráramos con méritos personales, si nosotros nos imagináramos por un segundo que la obra de nuestro pueblo fuera obra de ninguno de nosotros, si nosotros partiésemos del criterio de que la historia la hicieran los hombres y no los pueblos.  Nuestro agradecimiento es un agradecimiento revolucionario.  Nuestro agradecimiento es un agradecimiento humano.  No como persona, sino como parte del género humano (APLAUSOS).  Nuestro agradecimiento es un agradecimiento de latinoamericanos.  Nuestro agradecimiento es en nombre de los principios, de la dignidad del hombre, de la moral, de la causa justa que representamos.  Es un agradecimiento en nombre de las ideas.  Porque este pueblo chileno ha demostrado la fortaleza de nuestra causa, la fortaleza de nuestras ideas y la dignidad de nuestra pobreza.  

Y decimos la dignidad de nuestra pobreza, porque éramos pobres en todo:  en recursos técnicos, en recursos económicos, incluso en recursos naturales.  Pero éramos pobres en agencias cablegráficas, pobres en medios de comunicación masiva.  Y esos recursos en cantidades fabulosas, indescriptibles, se emplearon contra nuestra causa, se emplearon contra nuestras ideas, se emplearon contra nuestra verdad.  Y todo ello se estrelló contra algo:  ese algo misterioso, ese algo poderoso que une a los pueblos, ese algo indestructible que se llama conciencia de los pueblos, y que es capaz de erguirse aun en medio de una cordillera de fango y de lodo.  

Más alto que los Andes fue el fango y el lodo lanzado por los enemigos de nuestros pueblos contra la Revolución Cubana.  Pero cuando se atacaba a la Revolución Cubana, no se atacaba a Cuba, no se atacaba al pueblo cubano:  se atacaba al pueblo chileno.  

¿Por qué tanta importancia a aquella isla en las proximidades del Caribe?  ¿Por qué tantas y tantas toneladas de papel?  ¿Por qué tantas y tantas horas de radio, televisión y agencias cablegráficas?  ¿Y por qué de aquella isla no se hablaba ayer, cuando aquella isla en los mapas de América no aparecía siquiera con un color propio y aparecía con los colores de los Estados Unidos de Norteamérica?  ¿Y nadie la mencionaba y nadie hablaba?  

Pero cuando la Revolución se yergue victoriosa en Cuba, toda aquella campaña iba en el fondo contra los demás pueblos de América Latina, iba enderezada a desalentar las ansias de liberación de los demás pueblos.  Es decir que se inició de inmediato el combate contra las ideas revolucionarias en el ámbito de América y del mundo.  

Y ustedes los chilenos han demostrado la fortaleza de esas ideas, pero han demostrado además la calidad de este pueblo.  Pero la calidad de este pueblo no está demostrada solo por su solidaridad con la Revolución Cubana:  está demostrada objetivamente, a nuestro juicio, en las propias ansias de superación, de cambio, de avance, de lucha y de victoria.  Está demostrada en el sentido de responsabilidad, en la preocupación, en la atención que prestan a este proceso que están viviendo ustedes.  

Y este proceso chileno es un proceso verdaderamente singular.  

Cuando al llegar aquí se mencionaba la palabra Comuna de Chile, nosotros recordábamos la Comuna de París, que hace 100 años —según dijo Marx— significó aquel intento de conquistar el cielo por asalto.  Y aquel intento de conquistar el cielo por asalto fue aplastado, y fue aplastado por las tropas francesas que estaban prisioneras de los alemanes, y fue aplastado por las tropas alemanas.  

Y todos conocen cuánta sangre costó aquel noble esfuerzo del pueblo francés.  

Después vino la Revolución Bolchevique, la revolución victoriosa de octubre, que conmovió al mundo y significó la primera revolución victoriosa de los obreros y los campesinos.  

La historia ha recogido las intervenciones, las agresiones, los bloqueos, los aislamientos.  La historia ha recogido aquel momento crítico en que el inmenso país fue siendo reducido poco a poco por la intervención extranjera, y prácticamente quedaba un pequeño espacio del territorio acosado por fuerzas extranjeras y fuerzas contrarrevolucionarias en todas direcciones.  

Y aquel país resistió, rechazó y derrotó a sus enemigos, consolidó su poder, trabajó largos años.  Hasta que un día de nuevo las fuerzas fascistas, alentadas por los imperialismos occidentales como instrumento de lucha contra el comunismo, iniciaron la segunda guerra mundial y en un momento dado lanzaron el artero ataque contra aquel país.  Le mataron 18 millones de personas, le destruyeron las dos terceras partes de sus industrias, y a pesar de todo resistió aquel pueblo unido, valeroso, resistió firmemente y destruyó los ejércitos hitlerianos (APLAUSOS).  

A veces se conoce una versión de la historia, la historia como de costumbre falseada.  Pero quienes hayan leído los documentos de aquella época, los documentos de los propios invasores, pueden percatarse        —como cuando se leen las famosas memorias del conde Ciano, que era ministro de Relaciones Exteriores del gobierno fascista de Italia—, se ve con toda claridad que la maquinaria bélica del nazismo comenzó a resquebrajarse cuando inició la invasión de la Unión Soviética y terminó estrellándose.  Y las batallas que un día, mediante la sorpresa, se liberaron en las proximidades de Moscú y en las orillas del Volga, terminaron librándose en el corazón de Berlín (APLAUSOS).  

Y numerosos pueblos, al liberarse del yugo fascista, pasaron al socialismo.  

Y después tiene lugar la Revolución China, que también expulsó de su territorio a los reaccionarios y a los imperialistas.  Y en el ámbito de este continente tiene lugar la Revolución Cubana, pero ya esta vez es la revolución a 90 millas de Estados Unidos.  

Y por supuesto que las experiencias de aislamiento, de bloqueo y de agresiones que habían sufrido todos los procesos revolucionarios se aplicaron contra nuestro país.  

Y hacemos esta referencia comenzando desde la Comuna de París, para expresar la importancia extraordinaria que tiene este proceso chileno, en que por primera vez en la historia de los procesos revolucionarios, se abre el camino del cambio social por la vía de las elecciones (APLAUSOS), es decir, por la vía pacífica.  Un hecho realmente único en la historia, el primer episodio de este tipo en la historia.  

Y nosotros creemos que los chilenos deben tener conciencia de la enorme importancia de ese acontecimiento.  

Algunos han tratado de presentar el proceso chileno en contradicción con el proceso cubano.  Algunos han tratado de presentar el proceso chileno en contradicción con la ideología de la Revolución Cubana.  Incontables cables capitalistas, incontables cables de agencias imperialistas han insistido en esa idea muchas veces.  

Por eso nosotros en alguna ocasión hemos señalado que se recuerde la Primera y Segunda Declaraciones de La Habana, donde estaban expuestas las ideas fundamentales de la Revolución Cubana sobre el proceso revolucionario en América Latina.  Y se verá que nosotros planteábamos la forma de la lucha armada revolucionaria allí donde todos los caminos estuviesen cerrados para el pueblo, y que nuestra revolución nunca tuvo ninguna contradicción con el proceso chileno.  

Sobre esto hablamos nosotros en la reunión de la CUT, respondiendo a una pregunta de los obreros.  Y decíamos:  no teníamos una gran confianza, no teníamos una gran seguridad.  Nos preguntábamos cómo iba a ser posible que el pueblo chileno, el movimiento popular chileno, pudiera sobrepasar la enorme cantidad de recursos que tenían los reaccionarios y los oligarcas, apoyados por el imperialismo, y que movilizaban todo cada vez que se presentaba la contienda electoral.  Todos los recursos y todas las armas, y algunas por cierto bien sucias, que no vale la pena referir aquí.

Y nos preguntábamos:  ¿cómo podrá el movimiento sobrepasar ese diluvio de calumnias, de mentiras, de propaganda?  Porque es cierto que en esta contienda se lucha con las armas de la palabra, de los argumentos, de las ideas, de los medios de comunicación.  Y esos recursos estaban de manera abrumadoramente mayoritaria en manos de los adversarios...  

Pero cuando en 1970 nosotros vimos que se produce una unión de fuerzas suficientemente poderosa, nos dimos cuenta de la posibilidad real de una victoria de la izquierda en las elecciones.  Y nuestra posición fue apoyar públicamente, expresar nuestro optimismo, nuestra creencia en la posibilidad de esa victoria.  

Y nosotros hemos seguido de cerca el proceso chileno, como ustedes; y el escrutinio el día de las elecciones, como ustedes, hora por hora.  Y sí les podemos decir que antes que ustedes ya estábamos seguros de la victoria, por simple cálculo matemático (APLAUSOS).  

De manera que no existió nunca ninguna contradicción entre nuestras concepciones y el proceso chileno.  Y recibimos con inmenso júbilo la noticia de la victoria.  Estábamos realmente en presencia de un acontecimiento único en la historia.  Y el mundo entero contempla este acontecimiento, el mundo entero observa qué pasa.  Y en numerosos países incluso de Europa se piensa de qué manera pueden formar una agrupación de fuerzas, una unidad, que les permita también llegar al gobierno a través de las elecciones.  

Desde luego que este fenómeno también hay que verlo en el marco de un mundo donde la correlación de fuerzas ha cambiado totalmente, un mundo donde una correlación de fuerzas absolutamente favorable al imperialismo ha venido cambiando hacia una situación en que la correlación de fuerzas favorece al movimiento de liberación de los pueblos, en que la correlación de fuerzas está ya contra el imperialismo.  

Y la Revolución Cubana ocurre en un instante que si este es el imperialismo y este es el movimiento revolucionario mundial, la situación era esta:  ni siquiera era pareja.  Y nosotros creemos que en el momento en que se produce la Revolución Cubana la correlación todavía favorecía al imperialismo en cierta medida.  Por eso fue tan difícil.  Y por eso nosotros hemos dicho que si la Revolución Cubana se produce un año antes, un mes antes, un día antes, una hora antes, un minuto antes, un segundo antes, tal vez no habría podido sobrevivir.  ¡Es decir que nosotros llegamos a la hora de la revolución con una puntualidad que ya envidiarían los más perfectos funcionarios de Protocolo del mundo!  (RISAS Y APLAUSOS.)

La audacia de nuestro pueblo, el inmenso apoyo que recibimos del campo socialista, fundamentalmente de la Unión Soviética (APLAUSOS), nos permitió sobrepasar ese difícil momento crítico.  

Hoy la situación, después de más de 12 años, después de las aventuras de gendarmerías y agresiones del imperialismo en el mundo, sobre todo después de la increíble guerra de Viet Nam, donde se han lanzado dos veces más bombas que en la segunda guerra mundial, y la todavía más increíble lucha del pueblo vietnamita, que derrotó a los invasores...  (APLAUSOS).  

¿Y quién podía saber mejor que nosotros que, constantemente amenazados, calculábamos las unidades de combate y las armas estratégicas y tácticas?  Estratégicas en el sentido de guerra convencional del enemigo.  Y sabíamos que sus mejores unidades, sus más poderosas unidades de combate estaban en Viet Nam.  Y llevábamos la cuenta, como es lógico, porque estábamos allí también amenazados.

Y esas unidades fueron derrotadas por el pueblo vietnamita.  

Toda esa política condujo a otra situación:  a un derroche enorme de recursos, a la impresión de decenas de miles de millones de dólares que se regaron por el mundo, sin respaldo ya de oro.  Y llevó al imperialismo a una situación crítica en la política exterior, con un prestigio muy deteriorado.  

Situación crítica en lo militar, porque se demostró que toda su tecnología moderna y el empleo masivo de esas armas no podía derrotar a un pequeño país que resistía.  Crítica en lo económico, y sobre todo crítica en el propio frente interno, ante la toma de conciencia del propio pueblo norteamericano.  Esto lo ha conducido a una situación en que la correlación de fuerzas ya no es así:  es así.  

Ha cambiado a favor de los pueblos, ha cambiado a favor del movimiento revolucionario.  Y en esas circunstancias, y cada vez más en los años futuros, los pueblos se beneficiarán de la posibilidad de liberarse sin que los repriman, de la posibilidad de marchar hacia el progreso por diversos caminos.  

Ya el advenimiento del gobierno popular tiene lugar en ese momento en que la correlación de fuerzas es favorable completamente al campo revolucionario.  Pero de ahí, desde luego, no puede sacarse la conclusión de que todo está hecho, de que todo está resuelto, de que no habrá dificultades.  Eso sería un error, un inmenso error.  

Y los chilenos, que han constituido el primer caso de ascenso al gobierno por las vías electorales, tendrán que continuar desarrollando su inteligencia, sus virtudes cívicas y patrióticas, sus capacidades políticas, para defender este experimento, para llevar adelante este ejemplo.  

Porque no hay duda de ninguna clase de que, aun cuando se hable de correlación de fuerzas favorable, esto no implica ni mucho menos que el imperialismo pueda ser subestimado.  Esto no implica que la reacción internacional pueda ser subestimada, y que los intereses creados, los oligarcas, los aliados del imperialismo en el frente interno puedan ser subestimados.  

Y que, desde luego, emplearán todos los medios, en todos los terrenos, para hacer fracasar el camino chileno, para hacer fracasar el éxito, impedir el éxito del movimiento chileno.  Emplearán todos los medios y todas las armas.  Y no hay duda de que las emplean.  Eso se ve claro.  Se ve desde fuera y se ve desde dentro:  la increíble cantidad de veneno que todos los días, a todas horas, se riega, se vierte; la política concertada, y pudiera incluso decirse que en ocasiones inteligentemente concertada, para hacer fracasar el camino chileno.  

Y eso, lógicamente, eleva las responsabilidades del movimiento revolucionario chileno.  Lo sitúa en la necesidad de defender este su histórico ejemplo, esta su histórica victoria, frente a todas las asechanzas.  

De manera que al señalar lo que significa históricamente este ejemplo, hay que señalar históricamente la necesidad de defender este ejemplo (APLAUSOS).  

¿Y qué vemos nosotros?  Un pueblo entusiasta, un pueblo enérgico, un pueblo apasionado, un pueblo valeroso, un pueblo inteligente, un pueblo patriótico.  Por todas partes:  hombres, mujeres y jóvenes.  Y vemos que en ese pueblo hay todas las cualidades, todos los ingredientes, toda la materia prima para marchar adelante.  

Pero en esta histórica lucha sin duda que se darán las leyes de los procesos revolucionarios.  Se darán las leyes.  Y no hay duda de que el imperialismo inventará todo.  Desde luego, un imperialismo más débil, pero también más diestro, más ducho, más astuto, más sutil; con aliados diestros, duchos y sutiles, que acudirán a todos los procedimientos, que acudirán a todas las armas.  

Y por eso nosotros, como revolucionarios y hablando en términos amplios, hemos expuesto un concepto revolucionario, un concepto de estrategia revolucionaria válido para nuestro pueblo y válido para cualquier pueblo:  la necesidad de estrechar filas, la necesidad de unir, la necesidad de coordinar, la necesidad de que todos los revolucionarios arriben a estrategias comunes de lucha (APLAUSOS).  

Hemos conversado con muchos chilenos y nos ha impresionado la calidad humana de los chilenos, las condiciones patrióticas de los chilenos, la inteligencia de los chilenos.  ¡Unir y unir a todos los patriotas!  ¡Unir y unir a todos los hombres honrados!  ¡Unir y unir a todos los que sienten en lo más profundo de sus corazones la causa chilena, y que saben que esta es hora decisiva de la historia de Chile, de la nación de Chile, de la dignidad de Chile y de la soberanía de Chile!  

Cuántos hombres hemos visto, a lo largo y ancho, orgullosos; hombres con partido y sin partido, orgullosos de ver el cobre chileno, el salitre chileno, el hierro chileno, de ver al pueblo chileno dueño de sus recursos fundamentales, de ver al pueblo chileno marchando hacia adelante, de ver al pueblo chileno lleno de esperanzas en el futuro.  

Pero eso, desde luego, irrita.  Irrita terriblemente a los reaccionarios, irrita terriblemente a los oligarcas.  No solo los irrita, sino que los desespera.  Y en la medida que avancen, y en la medida que unan y en la medida que el movimiento sea inteligente, en la medida en que el movimiento sea capaz de llevar adelante una estrategia común, lógicamente la irritación crecerá.  

Pero nosotros estamos seguros de que este pueblo que hemos conocido, con sus extraordinarios valores patrióticos y morales, con su extraordinaria calidad humana, unido, no habrá fuerza en el mundo capaz de vencerlo (APLAUSOS).  Hagan lo que hagan, inventen lo que inventen, digan lo que digan, a este pueblo de un corazón tan formidable, de una inteligencia tan precIara...  Que lo hemos visto nosotros incluso conversando con campesinos, que después de un tiempo de hacerles decenas de preguntas y de escuchar sus respuestas, hemos preguntado si hay analfabetos, y han dicho:  ¡Sí!, la mitad somos analfabetos.  Y es increíble las respuestas, la calidad humana, la calidad intelectual de esos hombres.  

y por eso, si el movimiento logra esos prerrequisitos...  Y Chile se ha caracterizado precisamente por tradiciones de unión más que ningún otro país.  No conocemos ningún otro ejemplo donde las fuerzas progresistas, donde las fuerzas que anhelan los cambios hayan sido tan capaces de unirse como en Chile.  Y por eso han sido los primeros en alcanzar esta victoria.  

Ahora viene la otra tarea:  unirse más, ampliar la unión de fuerzas revolucionarias, ampliar la unión de todos los hombres patriotas y honrados, con partido y sin partido.  

La única unión que lógicamente se excluye es la unión con los reaccionarios, la unión con los aliados del imperialismo.  

Por eso si Chile, con esa capacidad de coordinar y unir fuerzas, logró la victoria, ahora tiene que, en otra fase no fácil, en una fase compleja y difícil, dar de nuevo ejemplo de sus altas virtudes en ese sentido, de su alta capacidad de unir y de acumular fuerzas.  

Y podremos tener todos la infinita satisfacción, todos —el mundo revolucionario, Cuba y América Latina—, de ver marchar hacia adelante este nuevo baluarte de la liberación de nuestros pueblos.  

Muchas gracias (APLAUSOS).

 

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