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Fidel y la construcción de una potencia médica

Data: 

09/12/2021

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Tener frente a frente a Fidel aquella tarde del 10 diciembre de 1981 fue un momento inolvidable en la vida de la enfermera Aleida Corral Álvarez. Lo había visto la noche anterior en el teatro Alkázar, en la clausura del V Congreso del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Salud, pero tan cerca en su querido hospital pediátrico Eduardo Agramonte Piña, no era lo mismo para ella.
 
Con 28 años fungía como jefa de enfermeras de esa institución infantil. Para algunos trabajadores resultó una sorpresa la llegada a la 1:55 de la tarde varios autos y ver descender de uno de estos al Líder de multitudes, arropado de la modestia y de ese don de atraer al pueblo.
 
En el rostro de cada uno de los testimoniantes se dibuja la imagen de Fidel, no como un superhombre, sino la persona de carne y hueso y que vino al mundo a hacer bien para los cubanos y de los habitantes allende los mares.
 
“Para mí fue muy gratificante verme delante del Comandante en Jefe y, desde el punto de vista profesional, porque se preocupó por la enfermería, como era la composición de las enfermeras en el hospital y sobre la construcción de la edificación.
 
“La cobertura de enfermeras en ese momento no era tan alta, pero había personal suficiente como para brindar atención a los pacientes pediátricos de la provincia de Camagüey y en algunas especialidades de los de Ciego de Ávila y Las Tunas porque era un hospital territorial en ese momento.
 
“Hablamos del uniforme, en esa época comenzó la nueva forma del uniforme, acerca de la atención y muy preocupado por todos los aspectos relacionados con la profesión”.
 
El motivo principal de la visita de Fidel al Pediátrico fue ver sobre el terreno la marcha de la ejecución de la sala de terapia infantil, como alternativa para el tratamiento especializado e ideada a punto de partida de la epidemia de dengue hemorrágico.
 
La terrible enfermedad se introdujo en Cuba como parte de la guerra bacteriológica de Estados Unidos y fue detectada en mayo de 1981. Ocasionó 158 fallecidos, lamentablemente 101 niños, a pesar de los esfuerzos para salvarlos y la afectación de 344 203 personas.
 
Aleida Corral explicó que en el intercambio Fidel habló de la necesidad de reducir las muertes por enfermedades como el dengue; el Pediátrico no tenía siquiera una sala de ese tipo, contaba con un departamento especializado de terapia intermedia y se proyectó construir esta en el centro del hospital para garantizar la calidad de la atención de los infantes.
 
“La visita nos impresionó altamente. Yo estaba analizando la distribución de las enfermeras, qué sucedió en los servicios el día anterior, algo que hacíamos todos los días, cuando comenzó todo el despliegue de personas.
 
Sobre las cuestiones que impactó Fidel en ella dijo: “Una de las cosas fue su mano fuerte, fina, que se acerca a uno con una firmeza que le da a uno deseo de seguir adelante para poder llegar y cumplir con aquel hombre.
 
“No es fácil verse delante del Comandante, porque su figura, su firmeza y todas aquellas preguntas, en el intercambio no solo conmigo, sino con la doctora Teresita Guerrero, la directora, con la doctora Rebeca Escobar, con los constructores, fue una cosa muy impresionante. Realmente nunca lo he olvidado.
 
“Intercambió con todas las personas que estaban allí, de cualquier profesión, se comportaba como ellos, se acercaba a los constructores, indagaba, preguntaba cómo iba a ser la construcción, la fecha de terminación, uno de los aspectos que lo ha caracterizado siempre, la humildad, de su relación y vocabulario con las personas de menos nivel”.
 
Los trabajadores se impresionaron, él los saludó a la entrada y a la salida, estaban constantemente alegres de aquel momento histórico que vivieron.
 
La sala se inauguró en 1982 y lleva el nombre de Ramón Renom, médico fundador, ya desaparecido y quien se consagró en alma a ese servicio, a darle atención a los niños y a las madres con infinita dulzura.
 
A juicio de la entrevistada la presencia de Fidel fue el motor impulsor para continuar las construcciones, demostración de la atención y dedicación profesada hacia los trabajadores de la Salud, de la pediatría.
 

Fidel con los trabajadores del pediátrico de Camagüey.

 
El consejo de dirección del hospital asistió como invitado a la clausura del V Congreso de la Salud y dentro de sus miembros, estaban las doctoras Teresita Guerrero Rodríguez, directora, y Rebeca Escobar, secretaria del Comité del Partido en la institución.
 
Con la primera, de 84 años y ya jubilada, conversamos a través de la vía telefónica desde su hogar en la capital del país, aunque remarcó que es camagüeyana de pura cepa.
 
“Imagínate tú. Ver llegar los carros es impresionante y después que bajó ese hombre tan grande. Lo más impresionante todavía, la sencillez de la conversación. La cantidad de preguntas que me hizo fue tremenda”.
 
-¿Recuerda algunas de las preguntas?
 
-Estaba muy interesado en todo lo relativo a la terapia. Una de las cosas que me preguntó fue si yo creía que las madres debían estar en terapia con los niños.
 
-¿Qué le dijo usted?
 
-Claro que sí. Mi tesis de grado fue sobre madre acompañante. Yo le dije: estoy plenamente de acuerdo, no se puede separar una madre de un niño, cuando el niño está grave. Él me dijo: yo lo pienso también y eso lo vamos a hacer. Y también habló de la formación de los pediatras.
 
En el diálogo con Teresita, quien fuera también jefa del grupo provincial de Pediatría y más adelante pasó a trabajar en el departamento de Salud del Comité Central del Partido, recordamos el momento en que Fidel reaccionó ante la presencia del entonces director provincial de Salud, quien estaba pasadito de peso corporal. Le sugirió bajar libras y sin ningún gesto de altanería, se abrió la chaqueta verde olivo y demostró dos cosas, cómo con ejercicios y dieta era posible mantenerse saludable; y lo segundo, echó por tierra la campaña de los enemigos de la Revolución de que utilizaba chaleco antibalas.
 
Guerrero Rodríguez lo vio en varias ocasiones cuando trabajaba en el Comité Central, pero conversó nuevamente con él en una visita que hiciera a Alquízar, donde los funcionarios de esa instancia de dirección permanecieron quince días en jornadas de trabajo voluntario para impulsar las tareas agrícolas.
 
La noche anterior a la visita llamó -y es algo que llena de orgullo a los camagüeyanos, transcurridos 40 años-, a convertir a Cuba en una potencia médica mundial.
 
“Se ha tratado de cumplir y se está cumpliendo”, asegura esta mujer de sólidos sentimientos altruistas y querida por todos los que la conocen como el doctor Juan Navarro Salazar, quien fuera subdirector de Salud Pública en la provincia y estuvo también en ocasión de la visita de Fidel.
 
Navarro, quien se recupera actualmente en la capital de una intervención quirúrgica, recordó la impresión que le causó Fidel, de cómo habló de la epidemia de dengue y de cómo preservar la vida de los niños enfermos.
 
“Hablar de Fidel es difícil. Lo vi en 1973 en Vietnam cuando integramos una brigada para apoyar a Lao y estábamos de tránsito allí y en 1989 en el recorrido por el entonces Instituto Superior de Ciencias Médicas (hoy Universidad). Nos enseñó a ser más humanos, solidarios, internacionalistas, antiimperialistas y ofrecerlo todo por la salud, por el pueblo, por los niños, a consolidar el trabajo de las terapias intensivas, el programa del médico de la familia, los planes de estudio, el desarrollo de la industria farmacéutica e hizo de Cuba una potencia médica mundial”.
 
A la doctora Rebeca Escobar no le sorprendió la visita. Como secretaria del Comité del Partido en el centro, le habían avisado del municipio y de la provincia. No le perdió ni pie ni pisada al recorrido, para donde quiera que iban Lázaro Vázquez García, primer secretario y Manuel Chaos Piedra, miembro del Buró, estaba ella.
 
“La sala de terapia intensiva fue una idea de Fidel a punto de partida del dengue. La epidemia nos cogió desprevenidos, por eso hubo tantos fallecidos, razón por la que se hicieron salas de terapia intensiva y de adultos en todo el país y gracias a eso todo cambió.
 
“Allí conversamos, sabes como él preguntaba, era inquisitivo y más cuando Lázaro dijo: ella es la secretaria del Comité del Partido. Preguntaba por la cantidad de camas, ingresos, preguntó si yo había trabajado en lo del dengue, de los fallecidos, sobre esas cosas, fundamentalmente. Fue muy impactante porque él tenía una recia personalidad, el físico, un hombre muy alto, elegante, buen tipo, que a todo el mundo impacta.
 
“Como escuché una vez, Fidel, tanto a los que lo quieren como a los que no lo quieren, ha marcado a todas las generaciones. Gústete o no te guste, Fidel te marca.
 
“Has oído decir que Fidel viajó al futuro, vio las cosas, vino y las hizo. Fue genial, ha venido a impactar en la disminución de la mortalidad infantil, en elevar la supervivencia del cubano, fundamentalmente en esta etapa, en la prevención. Lo demostró con el dengue… vinieron otros dengues y eso no pasó. Durante las epidemias de meningoencefalitis hubo fallecidos, mas no fueron numerosos porque ya teníamos la terapia intensiva, de lo contrario, hubiese sido desastroso.
 
“Junto al doctor Renom hubo un grupo de médicos especialistas, que no eran terapistas: la propia Rebeca Escobar, Romelio Quirze, Manuel Oliva Palomino, ambos fallecidos; Sonia Álvarez, José Álvarez Curtis, quienes fueron los primeros en hacer guardia en el nuevo servicio, creado por la visión estratégica de Fidel.
 
“A partir de allí se impartieron cursos de diplomados, nosotros hicimos uno emergente para empezar, después vinieron los diplomados de terapia intensiva, donde hubo un gran grupo de médicos, y después la especialidad de terapia intensiva.
 
“Desde el punto de vista de recursos humanos el desarrollo ha sido tremendo. Ya nosotros tenemos allí médicos de la terapia intensiva que están haciendo el doctorado. Desde el punto de vista de desarrollo de los equipos hemos ido recibiendo, hemos mejorado los equipos de reanimación artificial a los pacientes. Todo eso ha ido mejorando. Pudiera ser más, pero el desarrollo ha sido genial.
 

Fidel en el momento que abandonaba la sala de terapia en construcción. Cerca de él la doctora Teresita Guerrero.

 
A modo de resumen, la doctora Rebeca Escobar subrayó: “Lo que más me impactó es la capacidad que tiene Fidel de asimilar tantos conocimientos, porque estaba hablando conmigo y hacía preguntas que denotaba que sabía y decía cosas que parecía médico. También me llamó mucho la atención la humildad, porque allí todo el mundo quería darle la mano, acercársele, y él lo hacía, conversaba. La gente estaba muy entusiasmada.
 
"Varios días después, todo el mundo, desde los médicos, enfermeras, auxiliares, había mucha alegría, un gran optimismo. Recuerdo la cara de la gente, alegre, como asombrados de haber tenido esa vivencia.
 
“El impacto fue muy grande. El servicio de terapia intensiva estaba en construcción y uno lo veía lento, aquello fue como una inyección de entusiasmo para los trabajadores. No solo en ese momento sino durante varios días. Tú escuchabas: ¿Viste a Fidel? ¿Pudiste ver a Fidel?… Me lo perdí, yo trabajé por la noche”.