Diálogos con la historia (XXXII parte)
Дата:
07/04/2011
Источник:
Periódico El Sol de México

LENINGRADO, 15 de mayo. (De los corresponsales especiales de Pravda). Hoy, a las 10 horas y 30 minutos de la mañana, han llegado a Leningrado Fidel Castro, Primer Secretario de la Dirección Nacional del Partido Unido de la Revolución Socialista y Primer Ministro del Gobierno Revolucionario de la República de Cuba, y otros invitados cubanos.
Han llegado también a Leningrado V. Kuznetsov, Primer viceministro de Negocios Extranjeros de la URSS; A. Alexéiev, Embajador de la URSS en la República de Cuba; V. Bazikin, Jefe de la Sección de Países de América Latina del Ministerio de Negocios Extranjeros de la URSS, y Carlos Olivares Sánchez, Embajador de la República de Cuba en la URSS.
En el aeródromo han recibido a Fidel Castro V. Tólstikov, Primer Secretario del Comité Industrial del PCUS de la región de Leningrado; G. Kozlov, Primer Secretario de Comité Agrícola del PCUS de la región de Leningrado; G. Popov, Primer Secretario del Comité Local del PCUS; V. Isáev, Presidente del Comité Ejecutivo del Soviet de la ciudad; B. Popov y V. Somínich, Presidentes de los Comités Ejecutivos Industrial y Agrícola del Soviet de la región, y otras personalidades oficiales.
Miles de trabajadores acudieron a saludar al querido invitado. Sobre las filas de la densa muchedumbre podían verse numerosas consignas: "¡Bienvenidos, queridos amigos cubanos!" "¡Cuba - URSS!". "¡Estamos con vosotros, hermanos cubanos!" "¡Viva Cuba!". En el frontón del aeródromo había retratos de Nikita Jruschov y Fidel Castro.
El camarada Fidel Castro recibió el parte del jefe de la guardia de honor. Suenan los solemnes acordes de los himnos de la República de Cuba y de la Unión Soviética.
V. Isáev, Presidente del Comité Ejecutivo del Soviet de la ciudad, saluda a los queridos invitados. Se acerca al micrófono Fidel Castro:
Queridos amigos leningradenses: este minuto, este día, nosotros no podremos olvidarlo nunca -dijo-. Leningrado sintetiza para nosotros todo lo que tiene de escrito en su historia el pueblo soviético: la cuna de la revolución, el escenario donde Lenin y el Partido Bolchevique llevaron al proletariado ruso a la conquista del poder, la ciudad que resistió firmemente y rechazó todas las embestidas contrarrevolucionarias, la ciudad que resistió 900 días de cerco en la Gran Guerra Patria, la ciudad donde hoy se construye el comunismo.
Como un santuario vemos los revolucionarios de todo el mundo a Leningrado. Con ese sentimiento llegamos a esta ciudad. Las últimas palabras de Fidel Castro se pierden en una atronadora ovación. Miles de leningradenses repiten con unánime entusiasmo: "¡Viva Cuba!". "¡Viva Fidel!".
El mitin termina. La columna de coches se dirige a la ciudad.
Todo Leningrado se halla en estos instantes en las calles, adornadas como en las grandes fiestas. El cortejo parece navegar por un río humano. Los coches se acercan a unas puertas sobre las que refulgen las reproducciones de dos Órdenes de Lenin y de una Orden de la Bandera Roja del Trabajo. Con ellas se ha condecorado al personal de la famosa fábrica Elektrosila, llamada también fábrica Kirov. Las máquinas producidas en ella funcionan en las mayores centrales eléctricas de la URSS y de muchos países del mundo.
Acogidos calurosamente por los obreros y empleados de la fábrica, los amigos cubanos se dirigen a los talleres. El director general de la corporación leningradense de empresas de construcción de maquinaria eléctrica Elektrosila, A. Mozalevski, habla a Fidel Castro de las máquinas que produce la fábrica.
Los invitados se detienen ante un torno carrousel, único en su género, atendido por el tornero A. Kondrátiev, que ha entregado a su fábrica más de treinta años de vida. Al presentarlo a los camaradas cubanos, A. Mozalevski dice que Kondrátiev ha participado en la producción de casi todos los generadores fabricados allí. A. Kondrátiev ha sido condecorado dos veces. Hace poco se jubiló, pero ahora ha regresado de nuevo al taller para participar en el trabajo general. Fidel Castro saluda cordialmente al veterano del trabajo.
Los amigos cubanos pasan por delante de un generador gigante destinado a la central hidroeléctrica de Bratsk, donde hace unos días estuvieron. A. Mozalevski observa que la fábrica ha comenzado a producir turbogeneradores de 60,000 kilovatios para Cuba.
El personal de Elektrosila cumple con gran entusiasmo los pedidos de la Cuba revolucionaria.
El enorme taller de turbogeneradores está adornado como para una fiesta. Sobre la tribuna revestida de tela roja, pueden verse los retratos de Nikita Jruschov y de Fidel Castro y las banderas de la República de Cuba y de la Unión Soviética. En el taller apenas si caben todos los asistentes al mitin.
Abre el mitin A. Molchánov, Secretario del Comité del Partido de la fábrica. Hacen uso de la palabra G. Rogozkin, obrero de choque del trabajo comunista y la operaria Olga Lénskaia. V. Tólstikov, Primer Secretario del Comité Industrial del PCUS de la región de Leningrado, dice, dirigiéndose a los camaradas cubanos, que los leningradenses sienten una gran alegría al recibir al camarada Fidel Castro y a sus compañeros de lucha en la ciudad del Gran Octubre, en la ciudad que lleva el nombre de Lenin.
Hace uso de la palabra Fidel Castro, Primer Secretario de la Dirección Nacional del Partido Unido de la Revolución Socialista y Primer Ministro del Gobierno Revolucionario de la República de Cuba. Dice:
Queridos trabajadores de la fábrica Elektrosila, querido pueblo de Leningrado: La Revolución de Octubre comenzó en Leningrado. Todo lo que hemos visto hasta ahora en nuestro viaje por la Unión Soviética, comenzó en su día aquí.
Fidel Castro señaló más adelante que ha sido este un gran viaje, lleno de grandes emociones, en el que por todas partes se ha dispensado a la delegación un cordial recibimiento y se la ha rodeado de atenciones.
Al hablar de la impresión que le ha causado la fábrica, Fidel dijo en tono de broma que ser metalúrgico es, pese a todo, más fácil que ser estadista, pues las máquinas y la automación alivian el trabajo del obrero. Luego se refirió a su conversación con un viejo obrero en el taller vecino.
Fidel manifestó que uno se emociona verdaderamente cuando ve con qué cariño hablan los obreros soviéticos de su trabajo, los cuales no conciben que puedan vivir sin trabajar. Más adelante manifestó que cuando en las plantas eléctricas de Volvogrado, Irkutsk y Bratsk preguntó que donde habían hecho las máquinas para ellas, le respondían: en Leningrado.
El Primer Ministro cubano agregó que en todas partes habían visto los frutos del trabajo de los leningradenses, cuyas máquinas grandiosas trabajan para el pueblo soviético. De hecho, los leningradenses, como dijo Fidel Castro, dominan la naturaleza, la obligan a trabajar para el hombre, no para explotar al hombre, no para destruir al hombre, sino para liberarle. Este es el resultado de la revolución, el resultado de toda la actividad posterior, en la que verdaderamente han conquistado grandes éxitos.
Fidel Castro agregó que conocen todo lo que está ligado con Leningrado y que la heroica figura de Leningrado es para todos los revolucionarios un ejemplo. Luego transmitió a los trabajadores de Leningrado un saludo de los trabajadores de Cuba.
Tras señalar que los oradores que le habían antecedido habían dicho muchas palabras cálidas de la Revolución Cubana, agregó que, a decir verdad, los cubanos han hecho muy poco, no hacen más que empezar, pero están seguros de que seguirán adelante, de que la revolución no se detendrá, pues se apoya en la fuerza del pueblo, en la fuerza de las masas y está sólidamente protegida por el escudo de la amistad de los pueblos soviético y cubano.
De nuevo en un unánime arrebato de entusiasmo, los participantes de esta brillante manifestación de amistad aclaman al jefe de la revolución cubana.
- ¡Viva Cuba! ¡Viva Fidel! - suena bajo las bóvedas del taller.
A. Mozalevski, el Director General de la corporación Elektrosila, da las gracias a Fidel Castro por haber visitado la fábrica y por sus cordiales palabras dirigidas a su personal. Mozalevski regala al querido amigo cubano una maqueta de un turbogenerador. Suenan solemnes los acordes de La Internacional.