Discursos e Intervenções

Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en la clausura del encuentro sobre la situación de la mujer en América Latina y el Caribe hoy, celebrado en el Palacio de Convenciones, el 7 de junio de 1985

Data: 

07/06/1985

Compañeras latinoamericanas;

Compañeras cubanas;

Compañeros:

Yo había elaborado algunas ideas con relación a la clausura de este evento en la noche de hoy, pero después de escuchar, con mucha atención y detalladamente, cada uno de los informes de las comisiones y el Llamamiento Final, muy pocas cosas me quedan por decir esta noche; por lo tanto, pienso hacer algunos comentarios, excluir algunos temas, y ver qué ideas, qué conclusiones finales podemos sacar de este evento.

Creo que una de sus características ha sido la amplitud, el pluralismo, la diversidad de sectores políticos, ideológicos y sociales representados, podría decirse que es uno de los eventos más amplios que se ha hecho en nuestro país. Además, este encuentro se caracterizó por la calidad de las participantes. Creo, sinceramente, que este es uno de los eventos internacionales de más calidad, que hayamos presenciado en nuestro país.

Tuve oportunidad de participar en una de las comisiones, que fue la Comisión 1. Pude visitar otras dos comisiones. No pude al fin encontrarme con la comisión de cultura, aunque tenía el propósito de asistir también a una de las sesiones, pero ese día ya la comisión de cultura había concluido sus actividades; mas tengo la impresión de que lo que ocurrió en la Comisión 1 debe haber ocurrido también en las demás comisiones; no tengo por qué pensar que a pesar de sus impresionantes intervenciones, las compañeras más capaces, más lúcidas, estaban necesariamente en la Comisión 1; más bien pienso, por algunas compañeras que conozco, que las delegaciones hicieron una buena distribución y que es posible que en las comisiones de multiplicidad de formas de lucha de la mujer, o en la comisión referida a la integración de la mujer en la realidad de nuestro continente, había muchas y muy valiosas compañeras, que realmente no tuve el privilegio de escuchar. Pero cuando se leen aquí las resoluciones finales, se puede apreciar la calidad del esfuerzo realizado.

Este Encuentro se caracterizó, además, por la posibilidad de que todas y cada una de las delegadas presentes pudiesen exponer sus puntos de vista, y pudiesen informar sobre la realidad y la experiencia de cada uno de sus países. No hubo ningún método de presión en ninguna comisión, ni en la elaboración de los documentos finales, sino todo lo contrario; y se procuró que la redacción final conservase la calidad de los debates, que no se sacrificase en lo más mínimo el fondo, el contenido y el valor de los pronunciamientos, pero que, a la vez, recogiesen criterios diversos, o criterios diferentes, porque interesaba por encima de todo el espíritu de unidad que prevaleció en este encuentro, interesaba el respeto al criterio de cada una de las delegadas, y muy especialmente prevaleció el interés de que la presencia en este evento significase un aporte positivo para la lucha de las mujeres de los pueblos de América Latina y el Caribe, y se tuvo muy en cuenta que no todos estamos siempre en la misma libertad de opinar. Conozco muchos casos de compañeras con las que conversé y pude saber cómo pensaban personalmente sobre algunos de estos temas; pero, a la vez, como representaban organizaciones, o podían representar partidos y en ocasiones ocupan responsabilidades importantes en sus países, tenían la obligación de ser cuidadosas y de respetar, como a veces resulta imprescindible, los puntos de vista de sus partidos o sus organizaciones sobre determinados temas.

No podemos perder de vista que estamos en una etapa de formación y desarrollo de la conciencia sobre cuestiones muy importantes, y me parece que esa fue la tarea fundamental de este encuentro, cuyos resultados no vamos a medirlos solo por los documentos, aunque los documentos son excelentes.

Nos interesaba mucho que todas las que participaron no tuvieran que enfrentar dificultades de ningún tipo, como consecuencia de su asistencia al encuentro.

Fue una oportunidad excepcional para muchas destacadas y capaces mujeres de América Latina, que en número aproximado a 300 se reunieron aquí, tener la posibilidad de escuchar los informes, por ejemplo, de las compañeras salvadoreñas, explicando, en ocasiones dramáticamente, pero siempre con una gran serenidad y una gran dignidad, la tragedia que vive su pueblo y la tragedia que viven las mujeres de su país; la oportunidad de escuchar a las compañeras nicaragüenses informar sobre las duras condiciones en que se desenvuelve su proceso liberador, bajo la presión, el bloqueo económico y la guerra sucia impuesta por el gobierno de Estados Unidos; la oportunidad de escuchar a las compañeras guatemaltecas explicar las 100 000 vidas perdidas, y decenas de miles de niños sin padres, como resultado precisamente de esa misma política de intervención, de guerra sucia.

Porque cuando en 1954 existía en Guatemala un respiro, una esperanza, un gobierno capaz de aplicar o decretar una ley de reforma agraria y otras medidas de justicia social, da lugar a la intervención de Estados Unidos, también en forma de guerra sucia, utilizando precisamente a la CIA, organizando ejércitos mercenarios, igualmente en Honduras, para liquidar el gobierno revolucionario de Arbenz, y siempre con el mismo pretexto: que se trataba de un gobierno comunista o procomunista, cuando todo el mundo sabe que Arbenz era precisamente un alto oficial del ejército, surgido de las filas de las Fuerzas Armadas de Guatemala, hombre de ideas progresistas, pero que no era un comunista.

¿Y aquella intervención qué ha dejado al pueblo de Guatemala? Cien mil muertes, incontables huérfanos, la cifra más alta de desaparecidos en este hemisferio, por encima incluso de los desaparecidos en Argentina, que ya es mucho decir.

Pero al menos algo hemos avanzado frente a estas experiencias, porque en Cuba quisieron hacer lo mismo que en Guatemala: organizar un ejército de mercenarios, invadir el país y derrocar el régimen revolucionario, siguiendo sus viejas pautas, sus viejos cálculos. Pero en esa ocasión los mercenarios no duraron ni siquiera 72 horas (APLAUSOS). Y aquí estamos firmes, fuertes, hace más de 26 años, a pesar del bloqueo económico, las amenazas, los intentos de subversión, los intentos de asesinar a los dirigentes de la Revolución, hecho conocido en todo el mundo, puesto que fue el propio Senado de Estados Unidos quien investigó y comprobó una parte de esos planes de asesinatos. y aquí están nuestra Revolución y nuestro pueblo, firmes, sólidos, sin ningún temor al inmenso poderío del imperio, conscientes de su fuerza y conscientes de su capacidad de luchar, de defender y de resistir victoriosamente, a cualquier precio, una agresión imperialista contra nuestra patria (APLAUSOS). Y eso lo sabe el gobierno de Estados Unidos.

También en Nicaragua las cosas han sido diferentes. Tal vez pensaron que con 1 000, 2 000, 5 000, 10 000 mercenarios, con bases en Honduras, ayudados, organizados, entrenados, suministrados y dirigidos por la CIA y por el Pentágono, podrían derrocar al gobierno revolucionario de Nicaragua en unos meses; ya han empleado 5 000, 10 000, y hasta más de 10 000 mercenarios, y casi seis años después del triunfo popular no han podido derrocar al gobierno revolucionario de Nicaragua (APLAUSOS).

El pueblo de Nicaragua conoce muy bien, como lo conocía nuestro pueblo, cuál sería el precio de una contrarrevolución victoriosa, cuál sería la cantidad de muertos, de desaparecidos, de crímenes, de torturas, que cometerían en ese país.

Si en Guatemala fueron 100 000 después del derrocamiento del Gobierno revolucionario, ¿cuánto habría costado en Cuba una contrarrevolución victoriosa en 1961, ¿cuánto costaría en Nicaragua una contrarrevolución victoriosa en la actualidad? Y eso lo saben los pueblos.

También es otro ejemplo el del pueblo salvadoreño, donde el torrente de recursos militares y de dinero, de instructores y de tecnología sofisticada para combatir al movimiento revolucionario, no ha sido capaz de aplastar, ni será capaz de aplastar la resistencia heroica del pueblo de El Salvador (APLAUSOS).

Tuvimos oportunidad también de escuchar las palabras estimulantes de nuestros hermanos puertorriqueños, que han resistido 87 años de coloniaje yanki sin perder su identidad, su nacionalidad y su cultura (APLAUSOS), lo cual, en las circunstancias de un pequeño país de menos de 9 000 kilómetros cuadrados en manos de la potencia imperialista más grande y rica de la historia, que ha hecho todo cuanto ha estado a su alcance por aplastar el espíritu nacional puertorriqueño, constituye en realidad una grande y extraordinaria proeza histórica (APLAUSOS).

Se ha mencionado aquí la invasión a Granada, la última fechoría imperialista en el Caribe. Se han mencionado las condiciones espantosas en que vive el pueblo de Haití, donde impera también y gobierna un régimen estrechamente asociado a Estados Unidos.

Se mencionó aquí lo que ocurre en Chile y en Paraguay. Las mujeres que representaron a esos países en este encuentro, tuvieron oportunidad de informar sobre los abusos y las atrocidades cometidas. Se habló de cómo las mujeres habían sido víctimas de formas especiales de tortura, que iban desde la violación hasta las amenazas a sus seres más queridos, e incluso la tortura de niños, porque no solo se amenazó. Y sabemos de casos, en el propio Chile, de madres a las que para obligarlas a hablar y ofrecer reales o supuestas informaciones, les tomaban el niño, lo sujetaban fuera de las ventanas y las amenazaban con lanzarlo de un sexto, un séptimo o un décimo piso.

Hemos escuchado en estos años cosas horribles, como las ocurridas en Argentina, donde se refieren casos de tortura a niños delante de sus madres, y donde se sabe que incluso las abuelas eran privadas de los hijos de sus hijas o sus hijos asesinados; y todavía hay muchos de ellos que no se sabe dónde están; no solo desaparecieron a los padres, y a veces no a un solo padre, sino a los dos padres, sino que desaparecieron también a los hijos.

Aquí se dijo que la desaparición de los seres humanos era una de las prácticas más brutales, más crueles que se habían concebido jamás.

Pero yo pregunto: ¿Quién enseñó a esos gobiernos esas prácticas? ¿Quién instruyó a los torturadores en Argentina, en Chile, en Paraguay, en Brasil, en Nicaragua, en Haití, en Guatemala, en El Salvador? ¿Quién los instruyó sino Estados Unidos? ¿Quién preparó a esos cuadros de la seguridad, quién les enseñó esas técnicas "científicas" de arrancar una información? ¿Quién ha sido el aliado de todos esos gobiernos, sin excepción? Y así vemos la presencia del imperio en todas partes, sus manos ensangrentadas en todas partes, en cada uno de los países mencionados, en los que todavía viven bajo regímenes de atroz represión o en aquellos en que, afortunadamente, en años recientes los pueblos pudieron liberarse de la opresión e iniciar una apertura democrática.

Todos esos problemas, sus realidades, su incidencia en el pueblo, su incidencia en las mujeres, se han podido apreciar, ver, oír, casi palpar en este encuentro. Todos esos factores han ido ayudando a formar una conciencia.

Pero no es solo lo que hemos sufrido lo que está ayudando a formar esa conciencia. Nosotros decíamos en una de las comisiones que hemos perdido 175 años desde que en 1810 comenzó la independencia de los pueblos de América Latina, no la nuestra, que nos quedamos por acá olvidados, convertidos en plantación de caña, plantación de café, con alrededor de 300 000 esclavos; fuimos el último país en liberarnos. Los propios cubanos, digamos, aquella clase cubana dominante en nuestro país, que era dueña de las plantaciones de café y de caña, mientras los españoles monopolizaban el comercio y la administración pública, no querían siquiera oír hablar de independencia, porque tenían el temor de que ocurriera lo mismo que había ocurrido en Haití, donde los esclavos habían roto sus cadenas. No tuvimos siquiera el privilegio de surgir como naciones supuestamente independientes hace 175 años. Nosotros alcanzamos nuestra independencia formal hace solo 83 años, y nuestra independencia real, hace ya más de 26 años, con el triunfo de la Revolución el 1ro. de Enero de 1959 (APLAUSOS).

Pero decíamos que hemos perdido 175 años, ¿qué otra cosa puede decirse cuando se escucha lo que hemos escuchado en este encuentro en todas las comisiones sobre la tragedia económica y social de nuestros pueblos, sobre el grado total de dependencia? ¿Qué otra cosa podemos decir cuando se escuchan cifras como las que se mencionaron en el Llamamiento Final? Ahí se habla de 50 millones de personas que pasan hambre, ¡cincuenta millones! Habría que ver cuántos habitantes tenía este hemisferio en el año 1810, para ver si rebasaba el número de 50 millones, porque recuerdo perfectamente que a fines del siglo pasado, nosotros, que somos ya 10 millones, éramos apenas un millón de habitantes, una parte de los cuales lucharon heroicamente contra cientos de miles de soldados españoles. ¡Y ahora hablamos de cincuenta millones que pasan hambre! Pero yo cuestiono esa cifra, con todo respeto por los redactores del documento, aunque no los critico. Es mejor ser conservadores en las cifras; pero estoy seguro de que son muchos, pero muchos más de 50 millones los que pasan hambre en América Latina (APLAUSOS).

Se habla de un millón de niños que mueren cada año, pero en realidad lo conocemos —no hace mucho estuvimos reunidos en un congreso pediátrico en la Ciudad de La Habana, donde vinieron más de 1 000 pediatras de América Latina y explicaron lo que ocurría; el propio Director de la UNICEF, la organización de las Naciones Unidas que se ocupa del problema de la salud de los niños, me decía que moría un millón de menos de un año, ¡de menos de un año!, ahí no están contados los niños que mueren de 1 a 5 años y de 5 a 16 años—, en total son muchos más de un millón.

Se habla de 45 millones de analfabetos, y la cifra es asombrosa; pero dudo de que en América Latina —y les puedo explicar después por qué— haya solo 45 millones de analfabetos. Habría que hablar de cuántos niños no escolarizados hay. Precisamente en la explicación y las diapositivas de las monjitas —ustedes saben que yo les llamo monjitas a las dos compañeras colombianas: una de ellas es laica, me dijo, y la otra está ordenada, y a mí me dijeron en broma que yo la había ordenado porque le decía hermanita (RISAS). Bien, ella explicó cuando habló, que había en Bogotá cientos de miles de niños por las calles sin escuelas ni comida. Habría que ver cuántos niños están sin escolarizar en América Latina; no solo cuántos analfabetos, sino cómo tiende a multiplicarse y a aumentar el número de millones de analfabetos por falta de escuelas, o por falta de maestros.

Se habla de 52 millones de desempleados. Es una cifra alta, muy alta, pero es posible que entre desempleados y subempleados haya mucho más en América Latina.

¡Cómo no preguntarnos qué hemos hecho en estos 175 años! Yo también decía en una de las comisiones que si tuviéramos que comparecer ante los fundadores de los Estados latinoamericanos, si tuviéramos que comparecer ante Bolívar, Morelos, Hidalgo, Sucre, Santander, O’Higgins, San Martín, no digamos ya los libertadores de Haití, si tuviéramos que comparecer ante ellos y nos preguntaran qué hemos hecho en estos 175 años, y tuviéramos que brindarles estas cifras que se han mencionado aquí hoy, estas moderadas cifras, ¿no nos sentiríamos realmente avergonzados, no nos sentiríamos realmente reprochados cuando nos preguntaran qué han hecho en estos casi dos siglos los pueblos, los Estados y los gobiernos de América Latina? A aquellos que soñaron en unir a nuestros pueblos para poder ser una fuerza real, con que desarrollarse y con que ocupar un lugar en el mundo, ¿qué les diríamos?, ¿qué respuesta les daríamos? Y creo que un encuentro como este es un esfuerzo por comenzar a salir de la vergüenza, del tiempo de vergüenza en que hemos vivido y del tiempo que hemos perdido durante casi dos siglos (APLAUSOS).

Preguntaba también en otra comisión si es que estábamos destinados siempre a ser oprimidos, a ser miserables, a pasar hambre, a no tener medicina, a no tener empleo, a no saber leer ni escribir, a ser eternamente pobres, decía que, incluso, habría que discutirlo con los teólogos, y al parecer los teólogos de la liberación no piensan así, cuando hablan precisamente de liberación; es decir, cuando hablan de una vida distinta para nuestros pueblos. Y no creo que estemos condenados ni llamados por el destino a ser eternamente oprimidos, eternamente pobres, eternamente débiles. Claro, hablo de casi 200 años, pero a esos casi 200 años hay que añadirles otros casi 300 años, porque no hay que olvidar que los europeos llegaron aquí matando con la espada en una mano y en otra la cruz, con la cual pretendían bendecir la conquista, bendecir el exterminio. ¿Qué ocurrió con aquellos 200 000 pacíficos aborígenes, siboneyes y caribes, que vivían en Cuba? Los exterminaron prácticamente en las minas, en trabajos duros a los que no estaban acostumbrados, con sus enfermedades de todo tipo que trajeron a una población donde un virus mataba puesto que no había mecanismos defensivos en esa población contra tales virus. ¿Qué hicieron en México, qué hicieron en Perú y qué hicieron en general, en América Latina? En algunos lugares eran tantos que no pudieron exterminarlos a todos, o porque eran más fuertes, o porque tenían más desarrollo cultural.

Se mezclaron, sí, ya contaba de un español que tuvo 300 hijos con las mujeres indias, entre los primeros conquistadores y casi hay que darles las gracias porque, al menos, se mezclaron con indias y negras, y nos legaron sangre india y sangre negra junto a la sangre española y portuguesa, para constituir nuestros pueblos, porque los otros, los del norte revuelto y brutal no se mezclaron, exterminaron a los indios y rehuyeron la sangre negra (APLAUSOS).

Hace cinco siglos, ¡cinco siglos!, de los cuales tres de ellos los pasamos suministrando oro, plata, cobre y metales preciosos de todo tipo al tesoro europeo. Nosotros, los latinoamericanos, con la sangre y el sudor de los indios, con la sangre y el sudor de los negros esclavos, con la sangre y el sudor de los mestizos, financiamos el desarrollo capitalista de Europa. ¿De dónde salió el oro, de dónde salió la plata, de dónde salieron las finanzas que desarrollaron a Europa? De la sangre y del sudor de nuestros indios, de nuestros negros, de nuestros mestizos y de nuestros pueblos. Y ahora, durante dos siglos más, casi dos siglos más, los hemos seguido financiando. En el año 1983 los financiamos, en el año 1984 los financiamos, en el año 1985 los estamos financiando, pero ¿con cuánto los estamos financiando actualmente? Los estamos financiando con más de 70 000 millones de dólares: casi 40 000 de intereses y utilidades, 10 000 por fuga de capitales, 5 000 aproximadamente por sobrevaloración del dólar, y más de 20 000 millones por los bajos precios que están pagando por nuestros productos y los altos precios con que nos cobran cada vez más sus productos industriales, sus equipos y sus cacharros; porque si se trata de una aspirina, todos sabemos que una aspirina vale fracción de centavo y las transnacionales nos las venden a veces hasta a 10 centavos.

¡Hay que ver cuánto están cobrando por la aspirina para un dolor de cabeza!, ¡a cómo nos las venden! Nosotros, que producimos aspirinas aquí para nuestros dolores de cabeza, sabemos cómo se hace una aspirina y qué componentes lleva y cuánto cuesta. Yo estuve haciendo un cálculo sobre cuánto costaría en medicamentos, a los precios de las transnacionales, lo que el país invierte en salud pública. Sería —y voy a ser conservador, como ustedes en el documento— de 400 a 500 millones de dólares. Tómese en cuenta que el precio de nuestras medicinas en Cuba es la mitad del que tenían hace 26 años cuando triunfa la Revolución, es decir, nosotros redujimos a la mitad el precio de los medicamentos, y gastamos solo algunas decenas de millones de pesos en producir los medicamentos, con que hoy tenemos un país que ocupa el primer lugar entre todos los países del Tercer Mundo en índice de salud y por encima de muchos países desarrollados (APLAUSOS).

Vean ustedes si nos roban. Claro, nosotros podemos producir las aspirinas, pero no podemos producir el buldócer, o el cargador frontal, o el equipo médico sofisticado, o los tornos, o las máquinas herramientas, o los equipos industriales. ¡Y con eso nos hacen como con la aspirina! En la aspirina pagamos la publicidad. No se crean ustedes que cuando aparece un anuncio en una revista, o en la televisión sobre un calmante cualquiera, la aspirina, de las distintas formas en que la llaman, porque a veces le dan otro colorcito, le dan otra forma y le ponen otro nombre; a todo eso le hacen publicidad y lo van cobrando. Cuando compramos la aspirina pagamos no solo el costo de la materia prima, pagamos la publicidad de la aspirina; somos nosotros, no son las transnacionales.

¿A cuánto asciende el negocio de la publicidad en los países industrializados? A cientos de miles de millones, y nosotros la pagamos en parte, otros la pagan allí en el mismo país; pagamos ganancias, pagamos seguros sociales, pagamos seguros contra el desempleo, pagamos impuestos, pagamos la carrera armamentista, lo pagamos todo, nuestra parte de todo eso. ¿Y a nosotros qué nos pagan? ¿Quién paga la publicidad de nuestro café, o de nuestro cacao, o de nuestra azúcar, o de nuestra carne, o de nuestras fibras, o de nuestros minerales? Estos productos no gastan en publicidad alguna. Nosotros pagamos allá técnicos y obreros altamente calificados, con salarios de 1 000, 1 200, 1 500 dólares, además de todo eso. Pero, ¿quién paga aquí nuestra seguridad social? ¿Quién paga nuestro seguro de desempleo?

Allá viven en otras condiciones materiales y de viviendas. Aquí, ¿dónde viven nuestros trabajadores productores de cualquier cosa de las que exportamos? En el campo, ¿dónde viven? En la ciudad, ¿dónde viven? ¿Qué garantías tienen? ¿Qué seguridad tienen? ¿Qué salarios tienen?

Cambiamos el cacao, el café, el azúcar por un equipo médico; será uno de rayos X, será otro todavía más sofisticado, será cualquier equipo de cirugía, una mesa de operaciones o los equipos en general, o las lámparas, o todo lo que hay que comprar para un hospital. ¿y qué salario ganan esos trabajadores que producen el cacao, el café y los minerales? ¿Sesenta dólares? A veces menos y a veces setenta, ochenta. Hemos visto cuáles son los salarios mínimos en muchos de estos países y lo que nos venden cuánto vale, está presente esa ley fatídica del intercambio desigual siempre operando y que se ve año por año cuando se estudia una serie de años, en 40 años, en 30 años, en 20 años; siempre cada vez nos pagan más barato y siempre cada vez nos cobran más caro, y por eso siempre cada vez son ellos más ricos y siempre cada vez somos más pobres. ¿Por qué? ¿Qué mano divina trazó esa ley? ¿O acaso tienen las mismas pretensiones de cuando conquistaron a este hemisferio y creen que eso está consagrado también por la divinidad? No es lo que piensan precisamente las monjitas y las mujeres cristianas que nos han estado acompañando en este encuentro. No es eso lo que piensan, que estemos condenados por una divinidad, o por la naturaleza, o por algo, a que eso prosiga eternamente. Y creo que estos pasos que estamos dando marchan contra la eternidad de esa situación.

Ahora se ha dicho con toda razón que la crisis económica es la más grande de la historia. Nunca han valido tan poco los productos que exportan nuestros países. ¡Nunca! Nunca ha valido menos la carne, el café, el cacao o los granos que exportan. Ellos allá producen trigo y maíz, lo subsidian y lo exportan para competir con el trigo, con el maíz que produce Argentina o produce Brasil, o la soya, o cualquier otro de estos granos, o el azúcar que producen muchos países de América Latina y del Caribe.

¿Cuánto les cuesta?, ¿cómo subsidian ellos el azúcar allá? La subsidian con 15 centavos, con 20 centavos la libra y luego la exportan y deprimen los precios de nuestros países, de los productos de nuestros países. Nunca han tenido menos poder adquisitivo nuestros productos.

Se habla de la crisis de los años treinta. Sí, nuestro pueblo conoció aquella crisis, la población era mucho menor, la recuerda como los tiempos del machadato, de mucha hambre. En nuestro país el azúcar valía un centavo, ¡ah!, pero con un centavo por libra en aquella época, el azúcar tenía un poder adquisitivo mucho más alto que el que tiene hoy a tres centavos; los tres centavos de hoy son menos de medio centavo en los años treinta. No hay que guiarse por los números o el valor actual de las monedas, porque si nos guiáramos por eso casi todos los latinoamericanos seríamos millonarios, y somos de hecho millonarios. No hace muchos días a mí me hicieron millonario: me regalaron un billete argentino de un millón de pesos, y valía 73 centavos, y eso si lo cambiaba ese día (RISAS). Casi me aficioné al negocio, le tomé gusto a ser millonario. Y cuando llegó Fanny Edelman —que está aquí presente, que sé que llegó hoy, una argentina muy valiosa por cierto (APLAUSOS)—, estábamos en una reunión y yo le pregunté si me podía dar algo, entonces me regaló un billete de 1 000 pesos; ya le habían quitado como tres ceros, porque el sistema habitual es quitarle los tres ceros para poder llevar la cuenta. Estaba yo feliz, valía aproximadamente dos dólares y medio, ¡valía!, de eso hace meses, ahora ha de valer uno y medio más o menos. Pero bien, no podemos guiarnos por los números, porque nos convertimos en millonarios, somos millonarios de acuerdo con los números, es decir, el valor de la moneda es muy relativo, y por eso digo: tres centavos hoy es menos de medio centavo de dólar, incluso de dólar de los años treinta.

Tenemos una crisis mucho peor que la de los años treinta; una población cuatro veces mayor que en los años treinta; problemas sociales acumulados, multiplicados, incomparablemente más problemas que los que teníamos en los años treinta. Hay más conciencia en la población, hay más medio de comunicación, ven más televisión o más radio, o leen más revistas y tienen idea de lo que pasa en el mundo, no se vive tan aislado como vivían los pueblos en los años 30, y, encima de eso, tenemos una deuda de 360 000 millones de dólares, unos intereses más altos que los que hemos tenido nunca; y la deuda precisamente en dólares, en dólar casi toda, y dólares más caros, en comparación con las demás divisas, del que hemos tenido nunca, artificialmente inflado para llevar a cabo un rearme colosal, sin impuestos. Ese es uno de los milagros del señor Reagan: incrementar la economía, disminuir el desempleo y llevar a cabo un rearme sin nuevos impuestos, ¡cosa prodigiosa, habrá que canonizar al personaje, porque no hacen falta más pruebas de milagros!

¿Y cómo lo ha conseguido? ¿Cómo lo ha conseguido? Recogiendo el dinero del resto del mundo. No ha sido imprimiendo billetes como hicieron en la guerra de Viet Nam, sino recogiendo dinero, y por eso los altos intereses; pagan altos intereses y todo el dinero de América Latina se va hacia allá.

El que tiene un peso, como el que me dieron a mí, el millón de pesos lo cambia enseguida por los 73 centavos y lo deposita en un banco norteamericano. Yo no cambié este, porque decidí guardarlo de recuerdo (RISAS), el billete que me hizo millonario por primera vez en mi vida; pero como norma lo cambian rápido porque al otro día vale 72, entonces lo pone a ganar intereses y empieza a multiplicar el millón de pesos, porque gana intereses depositado en un banco norteamericano. Mediante mecanismos sucios, mediante mecanismos desleales, mediante mecanismos piratescos, el gobierno de Estados Unidos ha recogido el dinero del mundo: de latinos, de africanos, de españoles, de japoneses, de franceses, de ingleses, de todo el mundo. Pero esos milagros no pueden ser eternos; está construyendo el caballero un castillo de naipes, que una noche se derrumba completo, porque no tiene ninguna base sólida.

Ya Estados Unidos es el más grande deudor, ya debe al mundo alrededor de 600 000 millones de dólares, según algunos cálculos que han hecho los compañeros del Instituto de Economía. Ya tiene, además, una deuda pública de 1 650 000 millones de dólares; en tres años, la deuda pública de Estados Unidos ha aumentado en 650 000 millones de dólares. El déficit comercial de Estados Unidos el año pasado fue de 120 000 millones, y es posible que alcance 140 000 este año. El déficit presupuestario fue de alrededor de 200 000 millones. Está comprando cosas, gastando cosas que no produce. Ninguna economía puede sostenerse bajo esas condiciones. Y, además, las más fabulosas cifras en gastos militares que se han conocido en la historia.

Está gastando ya a un ritmo aproximado de 300 000 millones de dólares por año, ¿de dónde salen esos dólares si no hay nuevos impuestos? Nosotros estamos costeando el rearme de Estados Unidos con ese dólar por el que hay que pagar más, con esos intereses que son muy superiores a los intereses históricos y normales de cualquier préstamo. Lo estamos costeando, vendiéndole nuestros minerales baratos para comprar bisuterías cada vez más caras. Estamos como los indios, que decían que no sabían lo que era el oro o lo que valía el oro y les cambiaban a los conquistadores un espejito por un puñado de oro; los primeros indios que dicen que encontraron aquí. Así nos tratan, y así nos imponen la pobreza, así nos obligan a costear la opulencia, y la locura de gastar cientos de miles de millones en medios de destrucción, porque como decíamos recientemente, esos cientos de miles de millones, esos 2 millones de millones que va a gastar en ocho años este señor que es Presidente de Estados Unidos, 2 millones de millones sirven menos al bienestar del hombre que esa aspirina que cuesta fracción de centavos.

De eso se trata, y ahora quieren cobrar esa deuda, en medio de una crisis peor que la de los años treinta, y 360 000 millones, ¿de dónde los van a sacar y cómo los pueden sacar? Porque cuando se dice: es un imposible económico, quiere decir que es imposible económicamente. Cuando se dice: es un imposible político, es porque hay que asesinar a la gente para obligarla a los sacrificios que requiere el pago de esa deuda. Y cuando decimos que es un imposible moral, es porque se trata de un robo, y porque nos han saqueado durante cinco siglos y lo que se impone es, vaya, yo siempre digo cancelar, pero después me quedé muy preocupado porque en Ecuador, me contaron las compañeras ecuatorianas, que cancelar quiere decir pagar. Digo: no, no, no, no cancelen de esa forma la deuda; sino borrar la deuda, olvidar la deuda. Si quieren que sean ellos los que recuerden la deuda, nosotros podemos olvidarla (RISAS).

Entiendo bien, algunos dicen: ¿Por qué?, esa fórmula es muy radical. No, no es radical, la fórmula es realista. ¿Por qué digo que hay que cancelarla, olvidarla, o borrarla, como prefieran, o declarar una moratoria, como se dice? Bien, es lo mismo. Es que los números demuestran que no puede pagarse, que es imposible, son los números, porque cualquiera de las fórmulas que apliquen la hacen más imposible. Haciendo todos los cálculos: refinanciación... que les presten, incluso, el dinero para pagar los intereses. Entonces se acumula más deuda, que con sus intereses es mayor cada vez, cada vez es más grande, cada vez más imposible.

Bueno, si les gusta la fórmula a los acreedores de prestar el dinero para pagarles todos los años los intereses y se comprometen a hacer todos los años lo mismo, no hay más que hablar, que sigan prestando, y que gasten en papel llevando la cuenta de cómo crece esa deuda. No hay problemas.

Los técnicos son los que andan inventando fórmulas mágicas, pero no aparecen, usted inmediatamente la somete a la crítica demoledora de los números y se demuestra que es impagable. Ha llegado a tal magnitud, señores. Es que no son tres centavos y medio. No se trata del millón de pesos que me regalaron a mí, son 360 000 millones de dólares sobrevalorados y con intereses sobretasados, y en medio de la más feroz política proteccionista que ha existido nunca.

Los argentinos se matan por producir más carne, o los uruguayos, o los brasileños, o los colombianos, o los panameños, o los costarricenses, y no hay problemas; su carne valdrá cada vez menos si encuentran mercado, si lo encuentran; porque es Europa, esa Europa que financiamos durante siglos con el sudor y la sangre de los indios, de los esclavos y de los mestizos, que le paga al productor interno a 2 500 dólares la tonelada de carne, subsidiándola, la vende en el mercado a 800, y cuando salen los uruguayos, y los argentinos, y los demás exportadores de carne latinoamericanos a vender su carne, si consiguen por ella 1 200 dólares, 1 250, es un milagro.

Lo mismo lo hacen con el azúcar y lo hacen con otros muchos productos subsidiados. Ahora Estados Unidos ha anunciado una política de grandes subsidios a las exportaciones de granos: de maíz, de trigo, de soya. Hace solo unos días, por otro lado, adoptaron medidas proteccionistas, suprimiendo importantes partes de su Sistema General de Preferencias Arancelarias a mercancías latinoamericanas que se exportaban a Estados Unidos por valor de más de 5 000 millones de dólares anualmente.

Surgió recientemente en el Senado y en el Congreso de Estados Unidos una nueva tesis que los recursos naturales son subsidios. Es decir, si un país tiene petróleo y les vende a los industriales de su país a precio por debajo del precio del mercado internacional, eso es subsidio; si un país tiene electricidad barata, porque tiene energía hidráulica y produce aluminio o cualquier otro metal con empleo de electricidad, de esa electricidad más barata, ellos dicen que es subsidio, y, por lo tanto, hay que ponerle tarifas arancelarias.

¿Qué queda, qué va quedando para vivir? Si, además cada día se establecen nuevas medidas arancelarias. Y no es solo el proteccionismo, es el dumping. La Comunidad Económica Europea tiene en este momento 600 000 toneladas de carne congelada, la subsidian y la venden a 800 dólares. ¿De qué van a vivir los productores de carne latinoamericanos? Y les he citado algunos ejemplos. A esto se une que producen materiales sintéticos; los materiales sintéticos y las fibras sintéticas, por ejemplo, y el caucho sintético y otros productos similares, empezaron a sustituir algodón, caucho y otras producciones de los países del Tercer Mundo. Ahora con la fibra óptica tienden a sustituir el uso del cobre en las comunicaciones. ¿Qué van a hacer el pueblo chileno, el pueblo peruano y otros pueblos que producen ese metal para exportar?

Recientemente leí que estaban produciendo no sé cuántos tipos de azúcares sintéticos o edulcorantes sintéticos, para no engordar, quizás, para vivir sofisticadamente, no sé; comer otras cosas y no azúcar.

Debieran existir, incluso, normas internacionales cuando uno de estos países industrializados elabora algún producto sintético: cuáles son las reglas que se deben aplicar, en qué condiciones y en qué tiempo; porque no pueden arruinar, de la noche a la mañana, a cualquier país del Tercer Mundo que vive de esos productos, no pueden adoptar abruptamente una producción que mata de hambre a millones de personas.

Todos los días una nueva medida, fruto de una ola proteccionista invade al mundo capitalista industrializado.

Los países latinoamericanos se reúnen piadosamente, imploran que los tomen en cuenta, que se están muriendo de hambre; escriben. En medio de esta situación, arman un pequeño grupo, el llamado Grupo de Cartagena, y escriben cartas moderadas, cuidadosas, elegantes, finas: "Mire, señor, por favor, hace falta un diálogo político para resolver estos problemas, para discutir las cuestiones de la deuda. Mire, señor, dennos algunas oportunidades: amplíen los fondos básicos del Fondo Monetario Internacional, los derechos especiales de giro, pongan ahí un fondo destinado a cubrir los excesos de interés, ayúdennos."

Así recientemente, en el mes de abril, se efectuó la reunión de primavera del Fondo Monetario Internacional, en Washington. Bien, los de Cartagena escribieron su cartica, hicieron sus proposiciones, rogaron, imploraron, y se quedaron esperando. El asunto lo liquidaron en 15 minutos, les dijeron: "No", y se acabó, "esas son boberías, olvídense de eso, trabajen duro, exporten, sean austeros, ahorren, para que puedan pagar la deuda, y, además, desarrollarse."

¡Asombroso! Yo, por lo menos, me di el gusto de mandarles el folleto a la reunión del Fondo Monetario, allá les mandé su folletico para que tuvieran alguna idea del mundo (RISAS Y APLAUSOS).

Está bien, en esas circunstancias siempre surge una esperanza, porque la esperanza es lo que más se multiplica en el mundo.

Ahora viene la Cumbre de Bonn, allá se reúnen los grandes, los poderosos dueños de la economía mundial a discutir distintos problemas: la guerra de las galaxias, la carrera armamentista, y, también las disputas económicas entre ellos, ¿cómo se van a acordar de nuestro problema, si no han sido capaces de resolver los de ellos mismos? Además, excepto Estados Unidos, que con todos estos malabarismos, con todas estas brujerías (RISAS), consiguió tres cosas: reducir el desempleo, aumentar la economía y un rearme sin impuestos, los demás están en el suelo, no vayan a creer.

¿Cuántos desempleados hay en Inglaterra? Tres millones. Claro, tienen su subsidito allí, algunas cosas, no están tan, tan mal como los desempleados nuestros que no tienen ni el billete que me regalaron a mí (RISAS). Francia, 3 millones de desempleados; RFA, 2 millones y medio; España, 3 millones de desempleados. Lo que crece allí es el desempleo, que se ha convertido en una locura obsesionante. Y no se dan cuenta de que, entre otras razones, tienen tanto desempleo porque sus industrias están subutilizadas y no tienen a quién vender, ya que aquellos que pueden ser sus clientes no tienen dinero para comprar, porque les pagan muy barato por sus productos y porque les cobran la deuda más los intereses, etcétera, etcétera.

No se dan cuenta, incluso, de que la solución de este problema de la deuda de los países del Tercer Mundo, sería el comienzo de la recuperación de sus propias economías. Mas, no solo con la deuda, harían falta algunas cosas muy importantes además de la deuda, además del borrón y cuenta nueva, del olvido de la deuda. Y no estamos diciendo, desde luego, que los que depositaron allí su dinerito, el médico norteamericano, el otro, el que tiene un negocito; no, no, no queremos que nadie pierda sus depósitos; no queremos que los contribuyentes norteamericanos, o ingleses o de cualquier otro país, paguen más impuestos, no; lo que queremos es que cese la locura de la carrera armamentista, y que sin quitarle un centavito a nadie, y a costa de tantos acorazados, portaaviones, aviones, cohetes, fantasías, locuras, guerra de las galaxias y guerras interplanetarias, se resuelva este problema, es lo que estamos planteando.

Pero, bien, hablaba de las ilusiones y de las esperanzas, los de Cartagena dicen: "Esta es la oportunidad, ahora se reúnen en Bonn, esa gente seguro que tienen que oírnos, vamos a hacerle otra cartica" (RISAS). Bueno, les hicieron otra carta, y yo la leí, fue ya una carta más seria. Designaron a Uruguay, al presidente Sanguinetti, para que escribiera la carta, y fue esta vez una carta digna, sobria, seria, ya no se empleó el lenguaje plañidero tradicional de esas comunicaciones, dijo cómo eran las cosas, los problemas que había, la necesidad de diálogo político y de encontrar solución. Mandaron la carta para Bonn —eso fue en los primeros días de mayo—, transcurrió un mes aproximadamente, y por fin contestaron la carta que envió el Presidente de Uruguay en nombre del Grupo de Cartagena. Hubo de todo, no me voy a extender mucho contando anécdotas aquí que nosotros conocemos, pero no hallaban qué hacer con la papita caliente aquella: se la tiraron unos a otros, jugaron pelota (RISAS), y entonces uno se sentó a escribir, habló por teléfono seguramente con los otros colegas ricos y dijo: "Miren el proyectico que vamos a devolver allá", y contestaron al fin: "¡De eso nada, olvídense de eso, caballeros! Trabajen duro, sean austeros, hagan ahorro, quiten los déficit, resuelva el problema cada cual" (RISAS Y APLAUSOS). ¡Increíble, increíble, un circo, un teatro! "¡Arréglenselas como puedan!"

¿Qué vamos a hacer? ¿Creen ustedes que se van a sentar a conversar? ¡Qué va!, nos desprecian demasiado, desprecian demasiado a los países latinoamericanos y a los gobiernos latinoamericanos, como para de verdad sentarse a conversar. No se van a sentar a conversar, y no se van a sentar a conversar hasta que no les mostremos toda la dignidad y la firmeza que hace falta para empezar a resolver este problema (APLAUSOS PROLONGADOS).

Eso es, en esencia, lo que estamos planteando. ¿O vamos a seguir escribiendo carticas? (RISAS) Una novia que no quisiera saber nada de un enamorado, le habría hecho más caso a las cartas de amor, que el caso que el Grupo de Bonn le ha hecho al Grupo de Cartagena, ¡seguro! Es el despecho más grande, más increíble. No hay manera de flechar el corazón de los magnates de Bonn, de los dueños del dinero del mundo (RISAS). ¿Vamos a seguir escribiendo carticas implorantes?

¿Qué hacen los trabajadores de un sindicato cuando los vienen fastidiando mucho y el patrón no les hace ningún caso? ¿Qué hacen? Cuando ya se cansan de pedir y de repetir: "Mire, patroncito, escúcheme, atiéndame, que los muchachos están descalzos, que los muchachos no comen, que no tengo dinero para las medicinas, que no me alcanza nada, que me entra agua en la casa", y no le hacen caso, van a una huelga. Entonces, lo que nosotros estamos planteando en esencia, para que sea más inteligible, es una huelga general de deudores, ¡huelga general de deudores! (APLAUSOS PROLONGADOS)

Y no hay que gastar ni siquiera muchas energías; porque miren, se gasta más energía con las manos extendidas, pidiendo siempre y sin que le hagan caso a uno. ¡Hay que ver lo que es tener 10 años las manos así, 20! (RISAS) y de verdad llevamos más de 20 años con el brazo extendido. Eso cansa, eso agota. Entonces, planteamos las manos en el bolsillo (METE LA MANO EN EL BOLSILLO) (RISAS). Porque, ¿qué hacemos ahora? Sí, tenemos la mano en el bolsillo; ahora, el movimiento es este (SACA LA MANO DEL BOLSILLO Y LA EXTIENDE COMO QUIEN ENTREGA ALGO), ¡no! Consume más energía: meter la mano en el bolsillo, sacar y dar, meter la mano, sacar y dar. Ese es el movimiento que estamos haciendo constantemente ahora. Eso agota; puede desarrollar el músculo, pero paraliza el corazón definitivamente, produce un paro cardíaco (RISAS). Entonces, planteamos simplemente: manos en el bolsillo. Si se cansan, las sacan y las extienden, tranquilamente, no doy nada (RISAS).

Se trata de eso. Y si no les imponemos eso, no van a conversar. No estamos diciendo: vamos a hacer las cosas así, unilateralmente, sino vamos a exigirles que conversen, porque hay muchas cosas que conversar. Y cuando digan: Vamos a conversar sobre la deuda, decirles: "No, hay que hablar de la deuda y de otras cosas, o seguimos en huelga." Vamos a hablar de la deuda, del Nuevo Orden Económico Internacional, que fue aprobado ya por las Naciones Unidas, por la inmensa mayoría de los países, hace 10 años, en que se acordó, además, la Carta de los Deberes y Derechos Económicos de los Estados, hace 10 años, y ahora no quieren ni oír hablar de eso, los seis o siete grandes ricos no quieren oír hablar de eso, quieren seguir en este negocio, que es loco, además, porque les hace daño a ellos mismos, a sus propias economías; quieren seguir gastando dinero en armas, quieren seguir teniendo el poder de pulverizar el mundo y convertir la Tierra en un yermo vacío, habitado exclusivamente por cucarachas, porque dicen que son las que más resisten las radiaciones nucleares (RISAS).

Y entonces, si declaramos una huelga, estaríamos contribuyendo incluso a la paz del mundo, estaríamos enviando un mensaje para decir: "Señores, no sigan con esa locura. No estamos dispuestos, además, a seguir pagando las armas con que nos van a aniquilar, y que nos van a barrer a todos y a ustedes mismos de la faz de la Tierra." Esto último en realidad no lo lamentaríamos tanto. Lo lamentamos por nosotros; pero hay algunos de estos tipos locos, que realmente más vale que opten por el suicidio individual y no por el suicidio colectivo, pues no tienen ningún derecho a disponer de la vida de 5 000 millones de personas, no tienen en absoluto ese derecho. Y eso es lo que están haciendo. Y nosotros aquí, haciendo el mismo ejercicio: extiendo la mano. Ya ni pedimos, lo que estamos es dando cada vez más.

Ah, bien, en nuestra debilidad está nuestra fuerza, porque creo que se han creado las condiciones propicias para que adoptemos una decisión firme y contundente.

Yo pongo el ejemplo de por qué podemos unirnos todos, y en esto es posible que nos unamos todos. Fíjense bien, se trata ya de una lucha por el derecho a la supervivencia de los países y por el derecho al desarrollo. Vamos en un barco mahometanos, cristianos, católicos, adventistas, hindúes, marxistas, socialistas, supersocialistas, extremistas de derecha y de izquierda (RISAS), y el barco se hunde. ¿Qué vamos a hacer? Nadie le va a preguntar al otro si es cristiano, o si es hindú, musulmán, o marxista-leninista, o si es de la Teología de la Liberación, o tiene otra postura religiosa o política. No, nadie le va a preguntar eso.

El barco se hunde y hace falta un salvavidas, un bote, llegar a la orilla, nadar aunque sea hasta la orilla, en orden. O si quieren, vamos por un desierto, muertos de sed, nos quedan minutos de vida, necesitamos agua fresca, mucha, abundante agua, buscar agua desesperadamente, el agua la desearían todos.

Esa es la situación en que están los países del Tercer Mundo. Estamos hablando de América Latina fundamentalmente porque América Latina es, de las regiones del Tercer Mundo, la que tiene más peso político, más desarrollo, más posibilidades de ser líder de esta batalla, la América Latina. Pero esta batalla es del Tercer Mundo, en realidad eso que ustedes están planteando y esos problemas, esa lucha que ustedes están formulando y proponiendo, es por Africa y por Asia. Y América Latina, les aseguro, no va a estar sola en esta lucha.

Entonces, es una cuestión de supervivencia para todos. Lo que cada país vaya a hacer dentro es cosa de cada país. Nosotros en estas cuestiones planteamos lo que nos parece correcto plantear, y no estar proponiendo lo que deba hacerse en un país; me imagino que cada país debe saber qué hacer para poder enfrentar esa situación, qué hacer para que no se escape el dinero.

Incluso, nosotros no estamos diciendo: este dinero vamos a gastarlo, decimos: vamos a invertirlo en el desarrollo. En realidad ellos dicen: ¿y de dónde consiguen dinero para el desarrollo si no pagan la deuda? Hay que decirles: este que te estamos dando lo vamos a guardar, y sin pagar ningún interés por ello, lo vamos a invertir en el desarrollo. Porque un país como Brasil puede invertir 120 000 millones en 10 años, México puede invertir otros 120 000 millones, Argentina unos 50 000 ó 60 000 millones. Nadie les daría jamás, y ahora menos que nunca, tantos recursos externos para el desarrollo. Hay un buen número de países que con el dinero que está pagándose se autofinancian el desarrollo, empleándolo bien.

Creo, además, que el pueblo apoyaría el cese de ese ejercicio agotador de entregar dinero constantemente, lo apoyaría, y apoyaría un programa de desarrollo con esos recursos, porque sabemos que estas necesidades monstruosas no se resuelven de un año para otro. No, no, si no se pagara nada y se dedicara nada más que a eso, se resolvería solo una pequeña parte de nuestros problemas, y transitoriamente. La solución definitiva a estos problemas solo puede venir por el desarrollo, eso está claro, no estamos planteando un populismo económico internacional.

Sabemos que los problemas que hay son terribles, pero también sabemos cómo se resuelven esos problemas matemáticamente: mediante el desarrollo. Y, entonces, austeridad sí, sacrificio sí; pero no para entregar el dinero a estos señores, a los acreedores, a los saqueadores, a los deudores, sí, porque en definitiva los deudores son ellos, no nosotros. Las conciencias nuestras tienen que estar tranquilas, por lo menos la mía está más tranquila de lo que ha estado nunca en mi vida; porque mientras más he pensado en todo esto, digo: ellos son los que deben, los deudores son ellos, los acreedores somos nosotros.

Si hacemos esto, no haríamos más que ponerle fin a este sistema, que lleva casi cinco siglos, y empezar a poner las primeras piedras del futuro, de otro futuro, del cual un día podamos sentirnos orgullosos. Y estamos completamente seguros de que no harán nada, no harán caso, nos dejarán que nos muramos de hambre: que se mueran todos esos niños que ustedes han planteado ahí, que sigan muriéndose, que se mueran cada día más. Y para dentro de 20 años volver a reunirse en algún lugar a decir: ahora se están muriendo 2 millones y medio —en un cálculo conservador también, como este. Y decir: ahora ya no hay 52 millones de desempleados, ahora hay ya 100.

¿Podemos resignarnos a ese futuro? Y yo digo: ¿Es concepto de católicos, de cristianos o de marxistas? Como decíamos en una comisión: no hay que ser marxista, ni socialista, ni comunista, para comprender que es un crimen emplear el dinero para entregárselo a los que nos han saqueado durante siglos, o para adquirir bienes superfluos o, por ejemplo, un millón de automóviles, gasolina, gomas y materias primas para pasear los domingos y llevar una vida frívola, mientras se está muriendo un niño de hambre, o mientras hay un niño que se está muriendo de una enfermedad y no tiene una medicina, o que se ha muerto porque no se le puso una vacuna que valía 20 centavos.

No hay que ser comunista ni socialista, basta ser cristiano, basta tener una ética elemental (APLAUSOS), para decir: eso no es justo, eso atenta contra los más elementales principios de la moral, eso atenta contra los más elementales principios éticos, y un cristiano podría decir: eso atenta contra los más elementales principios cristianos.

De modo que, incluso, no ha sido difícil que entre todos nos hayamos entendido tan bien como nos hemos entendido en este encuentro, como estoy seguro de que se van a entender los obreros de distintas creencias y de distintas ideologías políticas que se van a reunir aquí a mediados del mes de julio, estoy seguro. Esto es claro, esto es elemental, es una cuestión de supervivencia, porque repetimos aquí lo que hemos dicho otras veces: las ideas no generan crisis; alguien que quisiera generar una crisis con una idea está loco, son las crisis las que generan ideas (APLAUSOS), es esta crisis la que está generando ideas, está generando conciencia, está generando unidad, está generando programas de lucha para todos nosotros que ya tenemos más conciencia, y no vamos a invertir el tiempo, realmente, en escribir carticas, de verdad, creo que lo que debemos hacer es enviar los materiales elaborados por ustedes a todos: al Banco Mundial, al Fondo Monetario, a todos los gobiernos hay que enviarles esos materiales del Encuentro de Mujeres, para hacerles conciencia a ellos también (APLAUSOS).

Debemos invertir nuestras energías en formar conciencia, hacer conciencia, es en lo que debemos invertir nuestro tiempo, y es lo que vale; porque esto no se va a resolver en un pequeño círculo de personas que se reúnen y conversan y nadie se entera de lo que conversan, porque eso es endeble, eso es flojo, es riesgoso. Si creemos que vamos a resolver los problemas en cenáculos, reuniones, sería un gran error. La garantía más segura es que estas ideas formen parte de la conciencia de nuestros pueblos. Las reuniones, correcto, hay que tenerlas, es una cosa formal, elemental, para decir las cosas que hay que decir, porque no estamos planteando una guerra, estamos planteando: vamos a sentarnos a conversar, a resolver estos problemas. "Ah, si ustedes no quieren, los vamos a resolver de una forma o de otra", y hay que decírselo y que no les tenemos miedo. ¿Y por qué vamos a tenerles miedo? Hemos dicho: ¿Qué es lo que van a hacer, qué es lo que pueden hacer si adoptamos una posición enérgica y firme?

Hace apenas 40 años tenían repartido el mundo, todo el mapa del mundo era propiedad de ellos, y ahora hay ya más de 100 nuevos países independientes. Hay países que tenían territorios diez veces más grandes que su propio territorio; la manía, en aquella época, la locura era tener colonias. ¿Y qué ha pasado? Ha evolucionado mucho el mundo, ha cambiado mucho, ahora los países en desarrollo, los países subdesarrollados, porque me gusta llamarlos así claramente, crudamente, para diferenciarlos de los países industrializados, constituyen la inmensa mayoría de la comunidad internacional. ¿Y qué pueden hacer los países ricos, un embargo? ¿A nosotros cuándo nos embargaron? Hace 26 años que estamos embargados y estamos bloqueados económicamente y nunca hemos estado mejor, en honor a la verdad (APLAUSOS). ¿Embargo, bloqueo? No pueden bloquear al Tercer Mundo completo, porque se autobloquean ellos, se autobloquean, se quedan sin café, sin chocolate, sin materias primas, sin combustible, sin todo se quedan, se autobloquean, se hacen el haraquiri simplemente, porque no pueden bloquear al Tercer Mundo.

¿Cómo se va a instrumentar esta lucha? Bueno, lo ideal es que hubiera un consenso de todos, una cosa común entre todos nosotros. ¿Habrá consenso? Tal vez haya consenso, por ejemplo, entre los países latinoamericanos, pero tal vez tarde, y tal vez algunos países no tengan tiempo de esperar un consenso, es posible que esto se pueda desatar porque uno, dos, tres o cuatro países, en su desesperación, digan: estamos en huelga de pagos. Si el sindicato completo no puede reunirse y llegar a una acción unida, concertada, algunos se van a declarar en huelga, y hay ya algunos prácticamente en huelga, pero, claro, calladitos; tienen que pagar tantos intereses y no pagan, no pueden pagarlos, lo posponen tres meses, cuatro o cinco, y callados, los otros, los acreedores, callados también, porque no quieren hacer bulla en torno a esto. Cuando uno diga: Mira, no entrego porque sencillamente la situación no admite que haga esto, porque esto es injusto, porque esto es incorrecto y porque estoy decidido a tomar esa decisión, entonces tendría enorme connotación.

Hace falta que algunos, que están desesperados ya, lo proclamen. Pero es muy importante el principio de la solidaridad. Lo que hay que crear son las condiciones, condiciones para que si algunos países, un grupo de países, aunque sean pequeños, no pueden esperar un consenso y en su desesperación se lanzan a un desafío, en caso de que se intente tomar medidas de tipo económico contra ellos, se produzca una solidaridad plena de todo el Tercer Mundo con esos países (APLAUSOS PROLONGADOS).

No tengo la menor duda de que habrá esa solidaridad, y habrá países industrializados que no se sumen, y estoy seguro de que los países socialistas se solidarizarán, ¡seguro! (APLAUSOS), como estoy seguro de que de cada 100 naciones miembros de las Naciones Unidas, más de 90 apoyarán a ese grupo de países (APLAUSOS).

Claro, estoy convencido de lo que van a hacer, porque conozco bien la astucia, conozco bien lo zorras que son estas antiguas potencias coloniales, y sé que no van a tomar de inmediato ninguna medida inicial, lo que van a hacer es sentarse a negociar a la carrera, tratar de apagar el incendio, porque si toman medidas contra un grupo de países en esas condiciones, que levanten una bandera frente a un problema que incumbe a todos los países del Tercer Mundo, es como apagar un incendio con gasolina, van a multiplicar el incendio y la solidaridad.

No están tan distantes los acontecimientos que tuvieron lugar en las Malvinas, que ustedes mencionaron también en las resoluciones: un país de la OTAN entra en guerra con un país latinoamericano, y a pesar de que había en ese momento en Argentina un gobierno horrible, ¡toda la América Latina apoyó!, los No Alineados apoyaron y los países del Tercer Mundo apoyaron a Argentina en su guerra contra Inglaterra, a pesar, repito, del gobierno que estaba allí, los latinoamericanos y los países del Tercer Mundo no vacilaron en apoyar al pueblo argentino en esa lucha, se olvidaron de todo lo demás y se acordaron simplemente de que había soldados de la OTAN matando latinoamericanos, y en aquella guerra ningún otro país tenía que ganar ni perder absolutamente nada, ¡nada! Esa fue una gran lección. Se produjo la unidad apoyando al pueblo argentino. ¡Ah!, y en este problema que le va la vida a todos los países del Tercer Mundo en que sí tienen mucho que ganar y que perder, entonces la solidaridad será quizás lo más extraordinario que haya ocurrido nunca, y, repito, lo ideal es que haya un consenso, que todo el mundo actúe unido desde el primer momento. Pero la situación de algunos países es tan grave y desesperada que yo dudo que tengan la oportunidad de esperar por un consenso. Creo que el proceso de apertura democrática de varios importantes países: Argentina, Uruguay y Brasil, la supervivencia de esos procesos dependerá de que haya o no solución a estos problemas.

Algunos podrán preguntar qué ocurrirá si no hay decisión en los gobiernos, si no se libra esta batalla, si no se resuelve este problema qué va a pasar. ¡Ah!, yo no tengo tampoco ninguna duda de lo que va a pasar. Van a tener lugar explosiones sociales bastante generalizadas en todo el hemisferio, explosiones sociales posiblemente revolucionarias.

Hay que decirles también a estos señores, que les tienen tanta fobia y tanta alergia a las revoluciones, porque oyen hablar de revolución y empiezan a estornudar inmediatamente, sobre todo el señor Reagan, superalérgico a los cambios sociales, a las explosiones y a las revoluciones, hay que decirles: ¿No quieren revoluciones?, pues las van a tener por decenas en el mundo, si esta situación continúa (APLAUSOS).

Y, desde luego, ¿serán capaces de recapacitar? A mí un periodista me preguntaba: ¿Y usted qué prefiere? Le digo: Yo prefiero que se resuelva la deuda, que se apliquen los principios del Orden Económico Internacional, y se creen las condiciones para el desarrollo de estos países. Me parece más constructiva esa posición. Y he dicho: Bueno, va a haber una reacción en cadena. Estamos llegando a la masa crítica.

Vamos a procurar que esa reacción en cadena sea controlada como en un reactor electronuclear, y no que sea una explosión como la de Hiroshima. Y no tengo la menor duda de que esas condiciones no se soportan, esas condiciones conducen a explosiones sociales inevitablemente, y no tienen otra solución, no hay otra forma de evitarla que lo que se está planteando. Porque pienso: bueno, dos, tres, cuatro, diez revoluciones en países del Tercer Mundo, ¿por sí solo que significan? Yo creo que es más importante para todos estos países en este momento —lo digo pensando serenamente y objetivamente—, la solución del problema de la deuda, el Nuevo Orden Económico Internacional, la creación de condiciones reales para el desarrollo, porque solo con cambios sociales no vamos a resolver los inmensos problemas económicos y sociales acumulados. Se podría mejor, distribuir mejor lo que tenemos, pero no los recursos que se necesitan para enfrentar ese abismal cúmulo de necesidades.

Pongo el ejemplo de Cuba. En Cuba no fue solo el cambio social lo que hizo posible la obra de la Revolución —que ustedes han conocido en parte—, la posibilidad de haber escolarizado a todos los niños de este país, la posibilidad de haber liquidado el desempleo, la posibilidad de llevar la salud a todos los trabajadores, a todas las familias del país, la posibilidad de llevar la seguridad social a todos los habitantes del país, la posibilidad de desarrollarnos, además de todo lo que tenemos que gastar en defendernos, que ustedes deben imaginar que es mucho por el vecino que tenemos en las proximidades, ya que no podemos mudarnos de aquí, lo que nos obliga a enormes gastos en la defensa; ¿cómo ha sido posible todo eso? Bueno, porque se ha establecido también una especie de nuevo orden económico internacional en nuestras relaciones con los países socialistas. Nosotros no estamos vendiendo el azúcar a tres centavos, ni el níquel, ni los cítricos, ni todas las producciones que enviamos a los países socialistas a precios miserables, tienen otros precios muy superiores, yeso nos produce elevados ingresos. De lo contrario, ¿cómo nosotros podríamos adquirir los 11 millones de toneladas de combustible que gastamos por año? Hay que tener en cuenta que nosotros gastamos casi tanto combustible como el que produce Ecuador, que es un país exportador de petróleo. Sencillamente porque no tenemos otra fuente energética: no tenemos grandes ríos, somos una isla larga y estrecha, no hay grandes caídas de agua, no hay grandes caudales, los ríos son pequeños, el agua la utilizamos fundamentalmente en la agricultura, no quedaban bosques en el país cuando triunfa la Revolución —hemos tenido que plantar miles de millones de árboles—, no tenemos carbón; ahora empezamos a descubrir algunos yacimientos de petróleo, de gas, y vamos incrementando la producción.

Pongo un ejemplo, nosotros exportamos siete millones y medio de toneladas de azúcar por año. A los precios actuales del mercado mundial, si hubiera mercado para toda esa exportación, no alcanzaban para pagar la cuarta parte del combustible que consume Cuba. Cuba no ha resuelto su problema solo con la voluntad de justicia social y solo con los cambios sociales; lo ha logrado, precisamente, porque tiene unas relaciones económicas diferentes a esta relación histórica de que estamos hablando que tienen los países de América Latina y los países del Tercer Mundo con el mundo capitalista desarrollado. Eso nos ha permitido disponer de recursos para construir fábricas, carreteras, caminos, presas, escuelas, hospitales, viviendas, todo, y ustedes no verán en ningún lugar de Cuba una villa miseria, y eso es mucho. Yo sé de capitales en este hemisferio que tienen más de 6 000 villas miseria, donde viven millones de personas; nosotros no tenemos uno solo de esos barrios.

El índice de educación de nuestra población trabajadora está llegando ya al mínimo de 9no grado. Tenemos escolarizados la totalidad de los niños de primaria, y más del 90% de todos los niños y adolescentes entre 1 y 16 años. Contamos prácticamente con un profesor o un maestro por cada 11 ó 12 alumnos, 256 000 profesores y maestros en total formados por la Revolución que ya están estudiando los niveles superiores. En el futuro, en nuestras escuelas primarias, dará clase desde primer grado no un maestro primario que haya cursado hasta el 9no grado y que haya estudiado cuatro años como maestro, sino una maestra o un maestro que habrán estudiado los primeros nueve cursos, los cuatro años en la escuela de maestros, más seis años en la Universidad.

Ustedes visitaron ayer una institución que a mí me satisfizo mucho que pudieran verla en la práctica: la del médico de la familia, coincidiendo en el mismo bloque de la Federación de Mujeres. No hace mucho empezamos la aplicación de este revolucionario proyecto, ya tenemos más de 200 médicos en esta actividad, a fines de este año se incorporarán 500 y a partir de 1987 alrededor de 1 500 por año y posteriormente más de 2 000 por año, hasta llegar a 20 000 médicos en esta actividad. Eso es lo que nos da la garantía, no solo para conservar los niveles que hemos alcanzado en salud pública, sino para situarnos por delante de casi todos o de todos los países industrializados.

En salud pública ya nosotros estamos compitiendo con Estados Unidos, no estamos compitiendo precisamente con Haití, sino con Estados Unidos; en mortalidad infantil ellos tienen 12 por 1 000 nacidos vivos en el primer año de vida y nosotros tenemos 15, estamos a tres puntos; en perspectiva de vida ya estamos iguales y en otros índices de salud estamos mejor que ellos. Esa es nuestra competencia, es con ellos, y no tengo la menor duda de que en los próximos 15 años se quedan muy detrás de nosotros, aunque yo tenga que dejar de fumar (RISAS y APLAUSOS). Con esa institución tan revolucionaria, con esas innovaciones revolucionarias que estamos haciendo en el sector de la medicina, los médicos que estamos preparando, la calidad de los médicos, el desarrollo de todas las especialidades clínicas, quirúrgicas y el nuevo programa de ciencias médicas, la selección de los alumnos por vocación, y calidad masivamente, no solo nos colocaremos entre los primeros lugares, sino que podremos ayudar también a otros países con nuestra experiencia y con nuestros médicos. Ya tenemos alrededor de 1 500 médicos cooperando en el exterior, más médicos que la Organización Mundial de la Salud de las Naciones Unidas trabajando en el Tercer Mundo, más del doble (APLAUSOS), y ni hablamos apenas de eso.

Si ustedes analizan cuánto les cuesta a las Naciones Unidas esta actividad verán que son cientos de millones y nosotros lo hacemos a muy bajo costo, simplemente disponiendo de la gente capaz de hacer las cosas, de ir a cualquier lugar del mundo como médico recién graduado, como especialista, como sea, que es lo fundamental. Eso es lo que tiene el hombre dentro, porque una revolución no se puede apreciar solo por los edificios, fábricas e instituciones que usted vea, bueno, este edificio es muy bueno, esta sala de convención, u otros edificios más, o fábricas o escuelas muy grandes: una revolución se puede apreciar por lo que el hombre lleva dentro (APLAUSOS), lo que el hombre lleva dentro es la clave. Eso es lo que nos permite enviar al exterior médicos y maestros.

Cuando los compañeros nicaragüenses nos pidieron maestros para trabajar en los lugares más recónditos y más difíciles, se ofrecieron 29 000 maestros primarios; y cuando las bandas mercenarias asesinaron dos o tres maestros, se ofrecieron 100 000, todos prácticamente, y van, no es que se ofrezcan, sino que van resuelta y entusiastamente. De los maestros que estaban en Nicaragua, la mitad eran mujeres, aproximadamente (APLAUSOS), y la mayoría tenía familia e hijos. Y lo mismo van a Nicaragua, que van a Angola, que van a Yemén del Sur, que van al sudeste asiático. Por esos valores que llevan dentro nuestro pueblo hoy, nuestros ciudadanos, nuestros maestros y nuestros médicos formados en la Revolución, es que podemos hacer con muy poco costo cualquier cosa, porque si usted no tiene al hombre que va allí como médico o como maestro, o como técnicos de otras especialidades, ningún dinero resuelve eso.

Yo no quiero hablar de las cosas que ha hecho la Revolución y realmente me da dolor, con todo lo que he oído en este encuentro, ponerme a hablar de esto; estoy hablando de esto simplemente para trasmitir la idea de que nosotros hemos dispuesto de recursos para hacer esto, los hemos administrado bien, aquí no se fuga un dólar, ¡ni uno solo! Aquí, en 26 años, usted no puede decir que hubo un ministro que robó, un viceministro que robó, un dirigente que robó, ¡ni uno solo! (APLAUSOS) Aquí no se roba el dinero, aquí no se escapa el dinero, se emplea, se invierte. Pero en esencia se han creado relaciones económicas justas con los países socialistas.

Ahora, en relación con todas estas campañas que está haciendo Cuba, con respecto a la crisis económica y la deuda externa, hay que decir una cosa, ¿por qué las hemos hecho? Muy sencillo, porque nuestro país es el más inmune a esta situación, en este momento entre todos los países de América Latina y del Tercer Mundo, es decir, no tenemos esos problemas. Podemos hablar, no tenemos que ir todos los días al Fondo Monetario a discutir, todos los meses, afortunadamente no lo hemos tenido que hacer nunca. No, nosotros no hemos discutido con el Fondo porque nos botaron —o nos fuimos, ni me acuerdo ya como fue— hace mucho tiempo, y nosotros hemos renegociado nuestra deuda en divisas convertibles, ya que tenemos también nuestra deuda en esas divisas, no es de 100 000, ni 20 000, ni 10 000 millones, pero sí alrededor de 3 000 millones de dólares; se fue acumulando en los períodos de bajos precios del azúcar, se contrajeron deudas, ya no crecen, pero están presentes.

En 1982 renegociamos nuestra deuda, que es pequeñita comparada con la de los demás países de América Latina. Estamos en libertad de poder plantear esto y hablar de esto, no pueden tomar medidas contra nosotros, porque los yankis tomaron ya todas las que podían haber tomado en el terreno económico, y persiguen nuestras exportaciones, tratando de que no podamos obtener divisas, tratando de que no obtengamos mercados, persiguen y hostigan constantemente nuestra economía, no es solo que nos bloqueen.

Si vendemos níquel a Italia, allá están los yankis presionando al gobierno italiano para que no nos compre níquel: que ese es un acto de deslealtad, que la OTAN, que el mundo se acaba si le compra níquel a Cuba; si vendemos en Japón, si vendemos en cualquier país del mundo, allá están presionando fuertemente para que no nos compren. Han prohibido importar en Estados Unidos aceros o equipos que contengan níquel cubano. Hacen un trabajo metódico, sistemático para que nosotros no podamos exportar, para crearnos dificultades, y aquí estamos muertos de risa, ¡muertos de risa! Yo creo que ellos, realmente, van a morir de cirrosis hepática (RISAS), el hígado se les va a deteriorar completamente, porque, miren, llevan más de 25 años para hacerle imposible la vida a Cuba y ahora no les queda más que la mentira, el truco y la propaganda, se han quedado en el esqueleto moralmente.

¿Y qué van a decir de Cuba? Si analizan todos los índices de Cuba, bueno, algunos están mejores que los de ellos, no tenemos tantos automóviles como ellos, ni queremos tenerlos, por favor, que no vamos a envenenar la ciudad con monóxido de carbono, ni vamos a arruinar el país gastando en gomas, piezas de repuesto, gasolina, etcétera. No, no, esa locura no, que ellos tengan todos los automóviles que quieran; pero contamos con mejor educación que ellos, mejores índices y ya empezamos a tener mejores índices de salud que ellos y estamos por delante de ellos en unas cuantas cosas, a pesar de su bloqueo, a pesar de todos los intentos que hicieron por destruir la Revolución.

Puede decirse que todos nosotros estamos vivos de milagro, porque miren que han hecho planes para liquidar a los dirigentes de la Revolución Cubana, no tienen escrúpulos, no vayan a creer que tienen escrúpulos de ningún tipo esos caballeros, ninguno. y ha habido de un partido y de otro gobernando ese país, no son solo de un partido los que han estado elucubrando crímenes de ese tipo. Bueno, van a morir de enfermedad hepática, repito. Todos los esfuerzos han sido inútiles, no nos pueden hacer nada, no pueden tomar medidas, y el mundo capitalista desarrollado tampoco puede tomar medidas contra nosotros.

¿Qué se les ha ocurrido ahora para responder a las denuncias que ha hecho Cuba, las explicaciones que ha hecho Cuba, los análisis que ha hecho Cuba? Están desesperados porque no pueden hacer nada práctico, qué pueden hacer, ¿lanzar tres bombas nucleares aquí? No, no pueden hacerlo. Pero, además, saben que no les tenemos miedo a sus tres bombas nucleares, eso es más importante todavía (APLAUSOS). Tres bombas nucleares, 100 bombas nucleares, 1 000 bombas nucleares, 10 000 bombas nucleares sirven para algo si usted les tiene miedo, pero si usted no les tiene miedo, se convierten en estiércol de gallina (RISAS), más nada. Tampoco es tan fácil en el mundo de hoy lanzar bombas nucleares. Y no tienen, ¡no tienen posibilidades de golpearnos económicamente más de lo que lo han hecho, ni forma de intimidarnos o de obligarnos a callar! Sus métodos, sus subversiones han fracasado, sus amenazas de guerra convencional están fracasadas porque saben lo que les puede ocurrir si vienen aquí como invasores, saben que es mucho más fácil entrar que salir, lo saben.

Entonces, ¿qué les queda? Sufrir, llorar, hacer propaganda sucia y plañidera, inventar trucos, cuentos. ¿Qué es lo último que han inventado? Una campañita. Ahora dicen que Cuba es inconsecuente, porque está planteando que hay que cancelar la deuda; ahora digo más: hay que hacer huelga (RISAS y APLAUSOS). Yo dije que iba a ser breve y les prometo cumplir mi palabra dentro de unos minutos. Dicen: Es inconsecuente Cuba, porque mientras está diciendo esto, está renegociando. No es ningún secreto, que nosotros en 1982 empezamos a renegociar también la deuda en divisas convertibles, como todos los demás hemos renegociado y hemos cumplido. Cuba es uno de los pocos países que puede afrontar esa situación, no tiene problemas.

Es bien sencillo: nosotros exportamos alrededor de 5 500 millones de dólares y crecen las exportaciones por año —podríamos decir pesos, nosotros tasamos el peso por encima del dólar, es una cantidad mayor, pero podemos expresar que nuestras exportaciones ascienden a 5 500 millones de dólares aproximadamente— y los servicios de nuestra deuda con el mundo capitalista industrializado ascienden al 8,56% del valor total de las exportaciones de Cuba. Hay países que están pagando el cincuenta y tanto, el cuarenta y tanto, el treinta y tanto como norma en América Latina; nosotros estamos pagando el 8,56 por los intereses de la deuda con el mundo capitalista industrializando. Con el mundo socialista no tenemos problemas de este tipo, ni de tipo financiero, porque nuestra deuda con el principal acreedor, que es la Unión Soviética —y hace tiempo, no es la primera vez—, la hemos renegociado sin ninguna dificultad y sin Fondo Monetario y sin Club de París, a 10 años, a 15 años, sin intereses, ¡diez años, quince años sin intereses! ¡Mire usted qué fórmula! ¡Ah!, ¿por qué no aplicamos esta fórmula a todos los países de América Latina? ¿Por qué no se renegocia la deuda a 15 años, sin intereses, y sin tener que pagar un solo centavo en ese período? Porque del capital, nadie se acuerda del capital ya; lo que está liquidando a los países del Tercer Mundo en estos instantes son los intereses de la deuda. Esos casi 40 000 millones que está pagando cada año América Latina salen de los intereses de la deuda. Son intereses de la deuda, no es capital, es como un tributo a pagar para toda la vida y más bien tiende a crecer.

Es decir, nosotros, en nuestras relaciones económicas con los países socialistas no tenemos este problema. Ellos dicen que tenemos una gran deuda con la URSS, quieren saber cuánto es. ¿Se lo digo? No se lo voy a decir, que lo averigüen por su cuenta (RISAS). Quieren saber cuál es nuestra deuda con los soviéticos, y también los del Club de París querían saberla y les dijimos: "Ustedes no tienen nada que ver con esto y no les vamos a decir cuánto es." Nos pusimos duros, y los yankis mandando carticas a los países del Club de París, diciéndoles que nos exigieran que dijéramos cuál era la deuda con la Unión Soviética. y nosotros: "No, esto no tiene nada que ver con esto", no les dimos los datos ni se lo vamos a dar. Pero sí damos un dato muy interesante: no tenemos problemas.

Nuestras deudas se renegocian casi automáticamente con los países socialistas, a largos años y sin intereses. Nuestra azúcar tiene otro precio con ellos, y todos nuestros productos de exportación.

Nosotros somos afectados por esta crisis solo en el 15% de nuestro comercio, es decir, cuando tenemos que comprar un equipo médico, una materia prima o un equipo industrial que no podemos obtener en los países socialistas. Nuestro comercio con Occidente equivale aproximadamente al 15% más o menos, a veces sube, baja, pero en ese rango se mantiene. Casi toda nuestra azúcar, casi todas nuestras exportaciones, con precios mucho más elevados las vendemos a los países socialistas. De ahí salen los recursos para hacer lo que estamos haciendo. Pero ellos dicen que somos inconsecuentes, que estamos renegociando la deuda en divisas convertibles.

Incluso, hace unos días, una organización gusano-yanki no cubano-americana como dicen, es gusano-yanki, manipulada por Estados Unidos, declaró que había obtenido un documento secreto, que es el documento que todos los años Cuba envía a los bancos acreedores y a los países acreedores con los que ha renegociado la deuda. Dicen: "Hemos obtenido un documento secreto", y han empezado a manipular el documento supuestamente secreto. Fíjense si es secreto, que se han repartido 614 copias (RISAS), a todos los bancos con los que tenemos relaciones, a todos los Estados de los países acreedores, a muchos amigos e incluso a periodistas del área económica; hemos repartido 614 copias. Dicen que es un documento secreto, cosa ridícula a estas horas, que ya no encuentran qué decir. Afirman: "Cuba no es consecuente, porque mientras renegocia plantea que la deuda de América Latina debe ser cancelada." Nosotros somos los que menos lo necesitamos. Precisamente, el gran mérito de Cuba es librar una batalla por un problema en el cual la menos afectada es Cuba. Yo creo que no existe mejor prueba de solidaridad con los países de América Latina y con los países del Tercer Mundo, y la está librando porque puede librarla, porque no la pueden amenazar, no la pueden amordazar (APLAUSOS).

¡Ah!, no quieran ustedes saber lo que habría pasado si cualquier otro gobierno en América Latina empieza a realizar estos planteamientos; habría que ver cuánto duraba el gobierno, si empieza a plantear abiertamente estas tesis, y cómo obtiene aunque sean pequeños alivios.

Desde luego, nosotros somos los menos afectados por esta crisis económica, y aplicaremos, por supuesto, las soluciones que se alcancen para el resto de los países; pero no estamos librando una lucha por Cuba, estamos librando una lucha por el Tercer Mundo, esa es la realidad. Es muy poco lo que nosotros nos beneficiamos económicamente si, efectivamente, se resuelve el problema de la deuda, si se establece el Nuevo Orden Económico Internacional. Nos beneficiaremos solo en un 15% de nuestro comercio y en un porcentaje pequeño de nuestro pago por deuda externa. Los países de América Latina se benefician prácticamente en un ciento por ciento de su economía.

Ahora, digo: Basta un 10% o un 12% de los gastos militares para resolver el problema de la deuda. Es una bobería, todavía a esos locos les queda suficiente dinero para destruir el mundo cinco veces. Ahora, planteamos: El Nuevo Orden Económico Internacional, sí puede significar quizás un ingreso para los países del Tercer Mundo no menor de 200 000 millones de dólares adicionales y afectar los gastos en más de 200 000 millones cada año.

Si, por ejemplo, América Latina y el Tercer Mundo adquirieran una capacidad adicional de compra de 300 000 millones de dólares por año, los propios países capitalistas industrializados podrían poner muchas de sus industrias a plena producción, aumentaría el empleo, empezarían a resolver su propia crisis económica. Nosotros planteamos esto no para ayudar al sistema capitalista ni mucho menos, nos importa un bledo el sistema capitalista, ¡que se hunda si quiere!, lo que no queremos es que se hundan los pueblos del Tercer Mundo, lo que no queremos es que esto lleve a una catástrofe a los países del Tercer Mundo. Porque será realmente traumática la evolución que va a tener este problema si no se encuentra la solución adecuada y ordenada.

No estamos de incendiarios proclamando revoluciones en los países de América Latina y el Tercer Mundo. Hablamos de revolución, sí, de una revolución en el sistema de relaciones económicas internacionales injustas que existe actualmente en el mundo. Lo que se haga en el interior de cada país es asunto de cada país.

Es ridícula la argumentación a que acuden los yankis para tratar de restar fuerza a las tesis de Cuba. Ahora, fíjense si están desesperados que acuden a su supuesto documento secreto para sacar la verdad de Perogrullo: que Cuba renegocia su deuda. Digo: Sí, vamos a seguir renegociando, y esperando con calma lo que va a ocurrir; no tenemos ninguna situación desesperada, ni estamos librando una batalla por nosotros, estamos librando una batalla por el Tercer Mundo, de eso se trata.

Ahora, ¿qué no han dicho? ¿Cuáles son los elementos que están en el documento de los que no han dicho ni una palabra? No han dicho que, por ejemplo, la economía de Cuba en el año 1984 creció un 7,4%; y la productividad del trabajo en nuestro país creció en el año 1984 un 5%. Ese incremento de la productividad significó un ahorro de 200 millones de pesos en salario; significó el equivalente al trabajo de 90 000 trabajadores, y en la metodología de nuestro Producto Social Global no se incluye el valor del trabajo y la productividad del maestro y del médico, y de otros cientos de miles de trabajadores de servicios sociales, toma en cuenta solo la producción material. Que el costo por peso de producción descendió 2,4%, que en el conjunto de la economía significó una reducción de los costos por 365 millones de dólares.

En ese documento se explica que en nuestro país en el año 1984, las inversiones ascendieron aproximadamente a 4 000 millones de dólares, un 14% por encima del año 1983. Todos estos índices demuestran una mayor eficiencia, un crecimiento sostenido. Bueno, es el único país de América Latina que alcanzó esos crecimientos, por encima del de Estados Unidos en ese año, que alcanzó alrededor de 7%, nosotros alcanzamos 7,4.

Ahora este año, en el primer cuatrimestre, la economía creció con relación al año pasado en un 6,6%, y la productividad del trabajo en 4,8%.

A nosotros nos interesa la productividad puesto que en muchos lugares nuestro problema es que no hay fuerza de trabajo, quiere decir que introducimos una máquina y no desplazamos a un trabajador, todo lo contrario, el obrero recibe con júbilo una máquina, una nueva tecnología. Ejemplo de ello es que en el año 1970, en la zafra, participaban 350 000 contadores de caña, y este año participaron solo alrededor de 70 000. Hemos reducido los cortadores de caña en casi 300 000, en 280 000, para ser más exactos, por la mecanización, por la introducción de la técnica. Vean lo que significa para nuestro país, que tenía que hacer un trabajo tan duro como el corte de caña, en las condiciones de humedad y calor de Cuba, y ahora se hace con máquinas casi todo, con muchos mejores salarios, con muchos mejores ingresos, con muchas mejores condiciones de vida. No tenemos ningún problema en ese sentido, los índices de nuestra economía marchan bien, perfectamente bien, y no se ha reducido ningún gasto social, por el contrario se incrementa cada año al ritmo en que progresa la economía. Así han crecido los presupuestos de salud, educación y servicios.

Ya tenemos nuestros planes para los próximos cinco años, y los planes perspectivos para los próximos 15 años; ya sabemos cuántos maestros vamos a tener, cuántos médicos, cuántas fábricas a hacer, cuántas viviendas, todos los planes de desarrollo económico y social. No tenemos problemas, sencillamente. No estamos librando una lucha por nosotros, y los ridículos voceros del imperialismo, para tratar de contrarrestar la idea, sacan el hecho de que nosotros renegociemos, basados en el documento que cada año se le envía a los acreedores, no al Fondo Monetario que no tiene nada que ver con esto. Los acreedores por supuesto tienen su clubecito. A ellos sí les gusta el club, lo que no quieren es club para los demás; bueno, no quieren club, club para ellos sí, club para los deudores, no. Entonces, cómo van a querer huelga; como no quieren club, ni quieren conversar, tendrán entonces lógicamente huelga.

Pero nosotros discutimos con los del Club de París, y los yankis constantemente envían materiales, contraargumentando; son los yankis los que manejan, porque, desde luego, estos son por lo general aliados de la OTAN y les suministran los documentos de Cuba; los yankis, por supuesto, están enterados, pero nosotros también estamos enterados de los documentos que les mandan los yankis a ellos. Porque hace como tres años, o dos años y medio, cuando se reunieron los representantes de los bancos a discutir aquí, yo me reuní con ellos, y les dije: Miren, yo sé que ustedes tienen un papel que les mandó Estados Unidos, yo también lo tengo; aquí está, miren lo que dice, y vean ustedes cómo está saboteando cada medida, cada paso en estas negociaciones. Entonces, realmente, nosotros les tuvimos que decir: Queremos buscar soluciones, y que ustedes colaboren, pero si les hacen caso a los yankis, lo lamentamos mucho, porque entonces somos nosotros los que vamos a decir en qué condiciones vamos a pagar, en qué términos y en qué tiempo.

Claro, les enseñé el papel, todos ellos traían el documento que Estados Unidos envió a cada país acreedor, impugnando nuestro documento, así que no es nuevo esto, es viejo, los trucos de Estados Unidos por dificultar cualquier actividad económica o política de Cuba.

Bien, como dije, otros temas los excluyo, habría bastantes temas de qué hablar. Pero en este Encuentro, donde hemos sacado datos y hemos sacado conclusiones muy importantes, quiero también señalar algunos datos relacionados con Estados Unidos.

Se habló en las comisiones y en la declaración final que teníamos analfabetismo en América Latina, 46 millones dijeron ustedes, y 52 millones de desempleados. Correcto.

Ahora, ¿cómo anda Estados Unidos en esto de la educación, cómo anda? Les voy a dar unos datos, no vayan a creer que están mucho mejor que nosotros, lo cual constituye una vergüenza —no digo que nosotros los cubanos, sino que nosotros los latinoamericanos—, y por eso dudo de la cifra de analfabetos señalada en la declaración final, porque aquí con relación a Estados Unidos hay un cable que llegó el 26 de mayo, y que dice: "El sociólogo Jonathan Kozol, autor de ‘América Analfabeta’, dijo hoy que un tercio de la población adulta de Estados Unidos no sabe leer y que su gobierno debe hacer un esfuerzo mayor para combatir el creciente analfabetismo norteamericano."

Fíjense, mientras están preparando la guerra de las galaxias, hay millones de norteamericanos que no saben leer, aquí en la Tierra (RISAS).

"Indicó que Estados Unidos ocupa el 49no. lugar entre los países alfabetizados de las Naciones Unidas." El 49, hay pues, 48 países por delante de Estados Unidos en educación.

"Sugirió a los libreros y editores que asisten a la Convención Anual de la Asociación Norteamericana de libreros, que el Producto Nacional Bruto norteamericano ha perdido 100 000 millones de dólares debido al analfabetismo.

"Kozol dijo que la propuesta del régimen de Reagan sobre programas de voluntarios para resolver el analfabetismo no es adecuada. Dijo que el Secretario de Educación William Bennett afirmó recientemente que el alfabetizaje no es una obligación del gobierno federal y que era culpa de los padres, que no leen para sus hijos.

"Kozol afirmó que nuestra tarea es hacerle ver que el problema corresponde al gobierno.

"Un 40% de los reclutas y militares está entre el cuarto y octavo grado de lectura, dijo Kozol." Es interesante este dato, porque en Cuba, por ejemplo, los que ingresan en nuestro Servicio Militar, tienen doce grado, entran con un mínimo de doce grado; y allí el 40% tiene un nivel de cuarto a octavo grado de lectura. "Lo que fuerza al ejército a publicar material educativo en forma de historietas, con dibujos e ilustraciones. Kozol dijo que se precisan cinco páginas de una historieta para explicar mediante dibujos cómo se abre la capota del motor de un yipi." Para algo tan sencillo, necesitan cinco páginas de historieta.

"El número de analfabetos adultos fue 7 millones mayor que el número de electores que votaron por el ganador de las elecciones en 1984, dijo Kozol." Sí, este señor afirma que hay más analfabetos que votos sacó Reagan en las elecciones. Es la gran democracia del norte, excelente, excelente, no solo por las magníficas elecciones que hacen, y los presidentes que a veces eligen, sino por la cantidad de analfabetos que hay en ese país.

Ahora, ese es un cable de la UPI, hay otro de la AFP. Aquel se refería a declaraciones de un sociólogo.

Este cable de AFP dice:

"En un reciente informe sobre la lectura del secretario de Educación, William Bennett, ha puesto en marcha una campaña paralela, incitando a los niños a leer más y a ver menos la televisión."

Según el informe, en efecto: "La mayoría de los niños norteamericanos no dedican a la lectura más de cuatro minutos diarios, mientras que pasan, como promedio, más de dos horas ante la pequeña pantalla.

"A los 27 millones de personas que no saben funcionalmente leer ni escribir, habría que añadir otros 46 millones, que, según estimaciones oficiales, deletrean y comprenden, pero no leen de corrido.

"De los 158 miembros de las Naciones Unidas, Estados Unidos ocupa solo el 49 puesto en la clasificación, según el grado de alfabetización".

Las sumas de estos datos indican que hay 73 millones de analfabetos y semianalfabetos en Estados Unidos, si se incluyen los que no leen de corrido; y Estados Unidos tiene 240 millones de habitantes. Por eso me extraña que América Latina y el Caribe, con casi 400, tengan nada más que 45 millones de analfabetos. Creo que tenemos mucho más que ellos, sin duda.

En medicina no están mucho mejor, hay algunos datos aquí, sobre lo que ocurre en aquel país. Un cable internacional nos informa lo siguiente:

"La vida de los niños negros en Estados Unidos se degradó en los últimos cinco años, y ellos tienen ahora más posibilidad de nacer en la miseria, de no recibir educación superior, o de ser futuros desempleados, señaló hoy en Washington un informe del Fondo de Defensa de la Infancia.

"Los autores del informe señalan que las estadísticas demuestran este retroceso, y que considerados en su totalidad, esos elementos constituyen un retrato de la desigualdad permanente que priva a los niños negros de una vida mejor.

"Con respecto a 1980" —y precisamente desde que este señor llegó—, "los niños negros corren mayor riesgo de nacer en la miseria, de carecer de cuidados prenatales, de ser hijos de adolescentes o de madres solteras, de tener padres desempleados e, incluso, de no tener ellos mismos trabajo, al margen de no poder acceder a estudios superiores.

"Según la presidenta del Fondo, Marian Wright Edelman, un niño negro tiene actualmente, con respecto a un niño blanco, dos veces más posibilidades de morir en su primer año de vida o de nacer prematuramente.

"Según esta escala, el niño negro corre tres veces más el riesgo de vivir en una familia dirigida por una mujer o de morir de sevicias, cuatro veces más de morir en toda su infancia o de ser apresado en su adolescencia, y cinco veces más de vivir más tarde de la ayuda social.

"Por primera vez en lo que va de la década, subrayó Marian Wright Edelman, la tasa de mortalidad de los negros aumentó en el año 1983 y, actualmente, 35 recién nacidos de raza negra mueren cada día en Estados Unidos, contra 18 bebés blancos."

Imagínense que hay mucha más población blanca que población negra en Estados Unidos y mueren 35 recién nacidos, no en el primer año de vida, sino recién nacidos, frente a 18 blancos.

Como podemos ver, no solo han llevado el analfabetismo y la pobreza a nuestros países, sino que ellos mismos no han podido quitárselos de encima, son víctimas de su propio sistema expoleador y egoísta.

Al menos en nuestro país nos hemos preocupado de todos esos problemas, hemos resuelto muchos de ellos, y pensamos seguir avanzando en los años futuros —como dije y repito—, no solo por los cambios sociales, sino porque existe una relación económica justa entre Cuba y los países socialistas.

Nosotros planteamos para el resto de los países del Tercer Mundo el mismo tipo de relaciones con los países industrializados. Es lo que estamos planteando. Y por eso también explicaba en la Comisión 1: "No basta solo la cancelación de la deuda, o la solución del problema de la deuda, hace falta el Nuevo Orden Económico Internacional, y hace falta la integración económica de los países de América Latina, si queremos de verdad, en el futuro, alcanzar éxitos, erradicar estos terribles males que ustedes han recogido en esos documentos y encontrar solución a los problemas que tanto nos angustian a todos."

Les ruego que me excusen, prometí ser breve y no lo he sido tanto.

Antes de despedirme quiero, sinceramente, expresarles nuestro agradecimiento por la presencia de ustedes en el país, por el estímulo que han significado para nosotros, por el impulso que han dado a nuestro esfuerzo y a nuestras luchas, y felicitarlas por el excelente encuentro, los magníficos documentos y el extraordinario llamamiento que han hecho a todas las mujeres de América Latina, pudiéramos decir, a todas las mujeres del Tercer Mundo, a todas las mujeres del mundo y a todos los pueblos del mundo.

Muchas gracias.

(OVACION)

 

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