Entrevistas

El 50 aniversario de la ONU: Entrevista con CNN

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Bernard Shaw.-  Nuestros televidentes de todo el mundo, sean bienvenidos.Yo soy Bernard Shaw y estoy en la ciudad de Nueva York. Esta es una entrevista especial con el Presidente de la República de Cuba, Fidel Castro, quien se encuentra aquí en Nueva York participando en la conmemoración por el 50 aniversario de las Naciones Unidas.

Señor Presidente, gracias por estar con nosotros aquí esta tarde.

Fidel Castro.-  Encantado, es un placer.

Bernard Shaw.-  Y para nosotros también.

Hace hoy exactamente 33 años que el presidente Kennedy anunció por toda la televisión nacional y al mundo que los misiles ofensivos soviéticos habían sido instalados en su país, y esas dos potencias estaban a punto de entrar en guerra.  Posteriormente, se retiraron los misiles.  ¿Si usted no hubiera permitido los misiles en Cuba, cree usted que las relaciones con Estados Unidos hubieran sido diferentes?

Fidel Castro.-  No, porque los misiles fueron consecuencia de las malas relaciones, y a partir de la crisis de los misiles empezó la distensión entre Estados Unidos y la Unión Soviética; de modo que la atmósfera política internacional mejoró.

Bernard Shaw.-  Al escribir su autobiografía, el general retirado Colin Powell repite una conversación que él sostuvo con un diplomático soviético, Anatoli Dobrinin, en la cual Dobrinin le dijo a Powell:  “Ustedes, los norteamericanos, empujaron a Fidel a nuestros brazos.”
Mi pregunta es:  ¿Cree usted que, en verdad, los norteamericanos lo empujaron o usted caminó hacia los soviéticos?

Fidel Castro.-
  Realmente no fue de esa forma, nosotros no fuimos empujados.  Surgieron problemas:  la invasión de Girón, los planes ulteriores con relación a Cuba, los peligros de una invasión directa con armas convencionales; elementos que determinaron la posibilidad de la instalación de esos proyectiles.

Influyeron factores.  Recuerdo que se nos informó de una conversación entre Kennedy y Jruschov —creo que en Austria—, donde Kennedy habló en términos que le introdujeron una gran inquietud a Jruschov.  Nosotros fuimos informados de esa conversación, y, sinceramente, había preocupación soviética puesto que se habían comprometido bastante en el apoyo a Cuba.

Entonces, surgió una conveniencia mutua para nosotros tener lo que hoy se llama una sombrilla nuclear —para los soviéticos, a mi juicio, y visto así a lo largo del tiempo, significaba mejorar su correlación de fuerzas estratégicas con Estados Unidos—, y en esas circunstancias se produce una visita de una delegación soviética a Cuba, presidida por Rashidov, que era secretario del partido en Uzbekistán y un experto en agricultura —se decía—, porque desarrolló allá la producción de algodón en las estepas del hambre, y vino con el jefe de la cohetería soviética.

Cuando hablamos de los riesgos que corría Cuba, me preguntó qué podían hacer —así, textualmente—, le dije:  “Lo único que podría dar una garantía casi total contra una invasión de Estados Unidos, es que Estados Unidos conozca que una invasión a Cuba significaría una guerra con la Unión Soviética.”  Estados Unidos más de una vez había declarado que la invasión de cualquier aliado daría lugar a una guerra, y los soviéticos me respondieron:  “Sí, ¿pero cómo podríamos llevar esa garantía?”  En ese momento ellos dijeron que hacían falta pasos concretos y propusieron la instalación de los proyectiles. 

Por otro lado, comprendimos inmediatamente que si nosotros teníamos ventajas, ellos iban a tener ventajas también, y entonces les respondimos que esperaran, que nos dejaran meditar.  Reunimos a toda la dirección de la Revolución, analizamos la cuestión; incluimos un elemento moral:  si aspiramos a que los soviéticos luchen por nosotros si somos agredidos, nuestro deber moral también es correr riesgos en interés de la seguridad soviética.  Entonces les dimos la respuesta, les dijimos que sí, que estábamos dispuestos a recibir los proyectiles.
Así, exactamente, tal como lo recuerdo, sucedieron las cosas y después viene toda la historia ulterior.  Yo te puedo responder cualquier otra pregunta que me quieras hacer sobre eso.

Bernard Shaw.-
  He observado que usted se sonrió cuando mencioné el nombre del general Colin Powell.  Me pregunto si le gustaría ver al general Powell en la presidencia de Estados Unidos.

Fidel Castro.-
  Sí, pero no me explicaste qué conversó Powell con Dobrinin.  Me dijiste que Powell dijo que nos habían empujado a nosotros al peligro.  Yo no estoy de acuerdo con ese punto de vista, porque los hechos ocurrieron como yo te expliqué, lo que demuestra que tanto Colin Powell como yo tenemos un poco de memoria sobre los acontecimientos históricos.  Él se acuerda de lo que habló con Dobrinin, y yo me acuerdo de lo que hablaron los soviéticos con nosotros.

Bernard Shaw.-  No, para estar claros, lo que le decía es que en el libro del general Powell él dijo que el embajador Dobrinin le había dicho.

Fidel Castro.-  Te voy a explicar.  En nuestro país, entre nosotros, en mí personalmente, el libro de Powell despertó un gran interés, interés histórico y también interés humano.  Tan pronto salió una entrevista larga —creo que en la revista Time— fue traducida, unas 35 páginas que yo pude leer, y tan pronto salió el primer ejemplar, nuestra Oficina de Intereses lo envió.  Nosotros pusimos 46 traductores y en cuatro días tradujeron el libro de Powell.  No he podido leerlo todavía completo porque tenía visita a Uruguay, reunión en Bariloche, reunión en Cartagena, reunión en Nueva York; pero tan pronto esté libre me pienso leer sus 500 páginas, por los intereses que te expliqué:   históricos, políticos y humanos.  Así que estoy entre los lectores.

Eso sí, hay que advertirle a Colin que nosotros no vamos a imprimir su libro, pero ya lo tenemos traducido, y es la primera traducción al español.  Si él quiere, le prestamos los materiales, que pueden servir de algo, porque los libros tardan mucho tiempo después en ser traducidos, y nosotros teníamos necesidad de conocer bien ese libro.  Así que podré apreciar algunos de estos detalles que tú me informas.

Bernard Shaw.-
  ¿Qué pensaría usted si Colin Powell se hiciera candidato presidencial?

Fidel Castro.-
  Me parecería una cosa muy interesante, una cosa nueva en Estados Unidos, y haría aún más incierto el cuadro político actual.

Bernard Shaw.-
  Señor Presidente, su hija, Alina Fernández Revuelta, está en las calles de Nueva York denunciándolo a usted y a sus políticas.  Como padre de Alina, ¿cómo se siente usted?

Fidel Castro.-
  Tú me haces una pregunta sobre un tema de tipo personal, delicado, y me parece que no debo debatir este tema públicamente; no sería caballeroso, no sería razonable hacer eso.  Yo prefiero que tú me excuses de no poder responderte esa pregunta.

Bernard Shaw.-  Comprendo y respeto sus deseos.

Fidel Castro.-  Gracias.

Bernard Shaw.-  Debía haberlo dicho en inglés para que mis televidentes lo entendieran.
El contacto personal y las conversaciones con los líderes internacionales son importantes para usted.  ¿Qué significado podría tener para las relaciones entre Cuba y Estados Unidos una conversación entre usted y el presidente Clinton?

Fidel Castro.-  Yo pienso que toda conversación con espíritu constructivo es útil, pero considero muy difícil que se pueda —en un tiempo relativamente breve, por ahora— producir una conversación entre el presidente Clinton y yo, dadas las circunstancias políticas actuales de Estados Unidos, el período preelectoral, la gran polémica y la gran pasión que hay en torno a Cuba.

Le deseo a Clinton, realmente, los mayores éxitos.  Ahora, por lo general yo puedo conversar con los presidentes después que dejan de serIo, pero cuando son presidentes resulta muy difícil, Bernard.  Por eso pienso que por ahora no se produciría una conversación, aunque estuve cerca de Clinton allí cuando hubo la foto:  Clinton estaba en el centro, miró hacia todas partes, sonriente; yo estaba entre el grupo y miré también.

Bernard Shaw.-  ¿Sus miradas se cruzaron?


Fidel Castro.-  Fue rápida, no pronunció ni una palabra; pero puedo considerar que recibí un átomo de la mirada y de la sonrisa de Clinton, que era para todos allí.

Después pasamos cerca uno del otro, también estuvo en una mesa cercana, lo escuché, lo aplaudí cuando fue a la tribuna y cuando terminó, cuando habló en el almuerzo, por cuestiones de cortesía y también por algunos contenidos de su discurso.

Bernard Shaw.-  Hablando de los presidentes que no son presidentes ya.  En todo el mundo el presidente Carter se ha movido para resolver conflictos:  en Haití, en Corea del Norte, en África y en otros lugares.  ¿Recibiría usted con beneplácito la participación del presidente Carter como un mediador en el conflicto entre Cuba y Estados Unidos?

Fidel Castro.-  Yo pienso, sinceramente, que las actuales circunstancias no son las más propicias para una mediación exitosa.  Yo entiendo que Carter está lleno de buena voluntad y quiere luchar por la paz en todas partes.  Me consta que también quisiera poder hacer algo por la mejoría de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba; pero las condiciones, repito, no son propicias, y me parece que estaría arriesgándose la personalidad de Carter en un esfuerzo que pudiera no tener éxito.  Por eso nosotros preferimos mantener algún contacto, algunos intercambios, pero no pensar en lo inmediato en una mediación para mejorar las relaciones, tomando en cuenta que estamos en medio de una intensa y compleja campaña electoral.  Creo que debemos proteger a Carter.

Bernard Shaw.-
  Presidente Castro, el fugitivo norteamericano Robert Vesco está detenido en Cuba.  ¿Qué piensa usted hacer con él? y me pregunto si estaría usted en disposición de extraditarlo a Estados Unidos.

Fidel Castro.-  Debo decirte lo siguiente:  está arrestado en virtud de su comportamiento que viola nuestras leyes, por algunas actividades que ha realizado en nuestro país que son ilegales. 

Vesco llegó a Cuba cuando tenía un problema de salud delicado, y un amigo nuestro de Costa Rica, una personalidad muy importante que no quiero mencionar el nombre, y muy respetada en Estados Unidos, nos pidió que le diéramos atención médica.  Nosotros accedimos, se le dio el tratamiento, salió bien, después fueron necesarios algunos exámenes periódicos, y fue de esa forma que llegó Vesco a Cuba.

Posteriormente solicitó vivir allí, con estos antecedentes que existían, también a solicitud de amigos centroamericanos nuestros, y accedimos siempre que acatara las leyes de nuestro país y tuviera un comportamiento adecuado, y así vivió un número de años sin grandes problemas.
Desde el primer momento, por lo menos en el gobierno se dieron instrucciones de que no se hiciera ningún tipo de relación económica con él, no queríamos ningún tipo de relación de negocios con Vesco; esa fue la línea trazada.  Tengo entendido que alguna gente aprovechó un poco su experiencia y le hizo preguntas sobre cuestiones comerciales, sobre cuestiones económicas; pero nunca hubo ningún tipo de relación económica.  Sin embargo, Vesco insistió mucho, trató de establecer contactos con industrias, con determinados centros y empezó a desarrollar algunas actividades que realmente violaban las instrucciones que existían y violaban las leyes del país.  Entonces, decidimos arrestarlo y hacer una investigación seria sobre todas sus actividades.

Ahora, tú me preguntas si estaríamos dispuestos a mandarlo a Estados Unidos, y yo me pregunto por qué; porque no existe ningún antecedente de que Estados Unidos haya devuelto a Cuba jamás a ninguna persona, cualesquiera que sean los delitos que hubiese cometido.  Cientos de criminales de guerra se refugiaron en Estados Unidos después del triunfo de la Revolución, gente que había matado a miles de cubanos y que robaron cientos de millones de pesos, y jamás Estados Unidos ha devuelto a Cuba una de esas personas.  De manera que no existe ninguna razón de reciprocidad para devolverlo o para entregarlo a Estados Unidos, no tendría explicación, no tendría justificación.  Sí le puedo asegurar que a Vesco no se le permitirá ninguna violación de las leyes cubanas, y que seremos estrictos en la aplicación de esas leyes, en juicio público y de acuerdo con todos los procedimientos de la ley.

Bernard Shaw.-
  Si Estados Unidos devolviera a Cuba los fugitivos que usted quiere, ¿estaría Cuba entonces dispuesta a devolver le a Estados Unidos los fugitivos que el FBI y el Departamento de Estado desean, es decir, por piratería aérea y otros que han cometido otros delitos?

Fidel Castro.-  Bueno, los delitos de piratería aérea los hemos sancionado muy severamente en nuestro país, a largos años de prisión.  Fue iniciativa nuestra, realmente, por ponerle fin a un desorden que podía crear tragedias.

Nosotros no inventamos la piratería aérea, la piratería aérea se inventó contra Cuba y después se volvió como un bumerán.  Pero fuimos nosotros los que resolvimos el problema, cuando un día, incluso, devolvimos, ¡devolvimos!, a dos secuestradores aéreos para que los juzgaran en Estados Unidos; eran dos cubanos que se habían refugiado allí.  Los condenaron a 40 años, tengo entendido, y jamás se permitió a los familiares visitar a esos presos.  Muchas veces les pedimos a las autoridades norteamericanas que enviaran a esos hombres a cumplir la sanción en Cuba y no accedieron en lo más mínimo, aunque fuera por cuestiones humanitarias.  Así que nosotros hemos tomado esas medidas.

Ahora, no existe un tratado de extradición, o si existió hace muchos años, ha caducado ese tratado de extradición, porque ha dejado de cumplirse.  Pero nosotros no tendríamos objeción en suscribir un acuerdo de extradición con las autoridades de Estados Unidos.
Bernard Shaw.-  Si hubiera una reciprocidad.

Fidel Castro.-  Por supuesto, no podría ser de otra forma.

Bernard Shaw.-  En el Congreso de Estados Unidos hay pendiente un proyecto de ley para recrudecer el bloqueo contra Cuba; algunas de sus disposiciones incluyen que el país que adquiera azúcar o melazas de Cuba no puede venderlas a Estados Unidos.  También impide la participación de Cuba con las instituciones financieras internacionales y otra serie de disposiciones de este tipo.  ¿Cómo reacciona usted a este proyecto de ley?

Fidel Castro.-  Muy bien, muy tranquilo, Bernard.  Estamos acostumbrados a todas estas locuras, hace tiempo.  Pero prohibirle a un norteamericano consumir un caramelo que se haga con azúcar cubano es privarlo de uno de los mejores azúcares del mundo.
Con la melaza se pueden hacer muchas cosas, incluso un excelente ron, y tiene, además, virtudes curativas; no es justo privar a los norteamericanos de eso.  Además, nosotros tenemos más mercado que azúcar en este momento.

Esto tiene, desde luego, en lo que se refiere a esas prohibiciones, un aspecto moral y, además, el propósito de intimidar, asustar a los que comercian con Cuba, desalentar el comercio con Cuba.

Esa ley tiene otra serie de medidas, como está la Torricelli ya funcionando, como está casi aprobada —casi aprobada— esta ley, no sabemos todavía lo que va a pasar; pero por lo pronto te puedo asegurar que Estados Unidos tiene la oposición en el mundo:  en Bariloche, en Cartagena, en Naciones Unidas, hay una gran oposición a esa política de bloqueo.

En su conjunto, el bloqueo le ha costado a Cuba más de 40 000 millones de dólares desde que fue establecido, así que hay una deuda grande por parte de Estados Unidos con Cuba.

Bernard Shaw.- 
Antes de detenernos, una pregunta rapidita:   Si usted se viera encerrado en un salón con los senadores Jesse Helms, Bod Dole y el speaker de la Cámara Newt Gingrich, ¿qué les diría usted a ellos?

Fidel Castro.-  No sé si fuman tabaco, no sé si toman ron, no sé si son personas a las que les gusta conversar, pero yo podría empezar a invitarlos a probar los tabacos cubanos, el ron, algunas de esas cosas, conversar amigablemente —bueno, respetuosamente— con ellos y discutir todo lo que quieran, porque yo siento que nosotros tenemos la razón y no tenemos temor a discutir con quien sea.  Ahora, habría que preguntarles a ellos; ellos seguramente dirán que con Castro jamás discutirían una palabra o alguna cosa; tal vez digan eso.  Yo no tengo esos prejuicios, tengo la mentalidad más abierta.

Mire, en Naciones Unidas se reúnen países que piensan diferente sobre muchos temas y, sin embargo, allí se dialoga.  Pero me pregunta mi actitud, qué les diría:  Primero que nada, tendría que comprobar que son personas con las que se puede conversar y entonces podría abordar cualquier tema que ellos quisieran o que fuera de interés nuestro.

Bernard Shaw.-
  El Presidente Clinton acaba de firmar una orden ejecutiva para rebajar las restricciones de viajes a los norteamericanos a Cuba, también para aliviar las restricciones para que los académicos, artistas y demás puedan viajar a Cuba, también para que las organizaciones de derechos en Cuba puedan trabajar más en Cuba y para que la Western Union pueda también trabajar y mejorar las comunicaciones con Cuba.  Y el Presidente ha firmado una orden ejecutiva que permitirá a las agencias de noticias de Estados Unidos abrir buroes en Cuba y, si usted permitiera esto, las agencias de noticias cubanas también podrían abrir corresponsalías en Estados Unidos.  ¿Permitiría usted que esto sucediera?

Fidel Castro.-  ¿Me pregunta sobre todo lo anterior o me pregunta sobre esto?

Bernard Shaw.-  No quiero que parezca que yo tengo mi interés especial por los medios de difusión masiva, por las agencias de noticias y su presencia en Cuba, pero, bueno, pienso que es lo más importante sobre esta orden ejecutiva.

Fidel Castro.-  Esa orden ejecutiva, Bernard, no está totalmente clara todavía, no se entiende bien, porque dice que en circunstancias extremas y de emergencia se permitiría a los cubano-americanos o a los cubanos que viven en Estados Unidos, residentes aquí, visitar Cuba.

¿Qué se entiende por situaciones extremas y de emergencia? Bueno, ¿es una abuela que está a punto de morir?, ¿es una madre que tiene un cáncer terminal?, ¿o es un hombre que quiere ver a una prima?, ¿o es un novio que quiere ver a una novia?  Porque entiendo que, desde el punto de vista humano, si alguien tiene una novia en Cuba no debieran darle permiso una vez al año para ver a la novia; esas no son las mejores condiciones para el desarrollo de un romance.  Para mí la visita a la novia está dentro de las circunstancias extremas y de emergencia.
Es decir que no se comprende bien todo eso, para nosotros no está claro todavía sobre esa orden ejecutiva.  Ha establecido la posibilidad de que la Western Union pueda actuar para remitir dinero a Cuba; pero, fíjate, que los cubanos son los únicos residentes de Estados Unidos a los cuales se les prohíbe visitar a su país en condiciones normales, los únicos a los que se les impide ayudar a la familia en condiciones normales, es una verdadera discriminación.

Tú sabes que existe la Ley Torricelli y el llamado carril dos de la Ley Torricelli, y públicamente se ha dicho que hay dos formas de destruir la Revolución:  una, a través de la Ley Torricelli, y otra, a través de la Ley Helms-Burton.  Pero la Ley Torricelli es dura, es, realmente, una ley dura, y Clinton declaró que se proponía reforzar el bloqueo contra Cuba.  Por eso es un tipo de declaración que para nosotros no está totalmente clara.

Quieren intercambios, nos quieren enviar sociólogos, filósofos, políticos; sin embargo, no nos quieren enviar expertos en computación, matemática, biotecnología, ciencias exactas o aptas para las investigaciones.  Quieren un intercambio desigual de ideas.  Nosotros no tenemos muchos académicos que enviar a Estados Unidos, ni muchos científicos, pero sobre todo en lo de la prensa.

En realidad, a Cuba han ido todos los periodistas que han querido, no es nuevo, cientos y cientos de periodistas han estado allí.  Todo el problema del éxodo masivo de los balseros fue trasmitido por todas las agencias de televisión; por todas las televisiones que quisieron ir a Cuba trasmitieron al mundo entero, nosotros no pusimos ningún obstáculo, dimos permiso.

Ahora, ¿qué sentido tiene esto de que allá se puedan crear buroes y que nosotros podamos hacer lo mismo?  Por cada 100 buroes que se creen en Cuba, nosotros no podríamos crear ni uno en Estados Unidos, porque no tenemos recursos, no tenemos dinero para eso; sería un intercambio desigual de información, y desde Cuba se podrían entonces recoger todas las noticias habidas y por haber, con un enfoque por parte de la prensa extranjera, y nosotros no podríamos hacer eso con relación a la política de Estados Unidos.  Hay una situación desigual.
Nosotros preferimos, realmente, los acuerdos bilaterales con las empresas norteamericanas o con los periodistas norteamericanos, en vez de un acuerdo de este tipo, en estos momentos, en estas condiciones, en que para nosotros las cosas no están muy claras.

Bernard Shaw.-
  Presidente Castro, ¿qué le dicen a usted los empresarios norteamericanos acerca de los deseos que tienen de hacer negocios con Cuba?

Fidel Castro.-
  Los hombres de negocios norteamericanos, he podido observar, porque he conversado con muchos de ellos, que están en contra del bloqueo —nosotros lo llamamos bloqueo, ustedes lo llaman embargo, pero esto es mucho más que embargo porque es una guerra económica contra Cuba.  Ellos no están de acuerdo, primero, porque les duele que tienen posibilidades económicas, comerciales y que se les prohíbe participar en esas posibilidades; segundo, porque son hombres de lucha y hombres de competencia.  Es igual que si tú eres boxeador o eres jugador de béisbol o de baloncesto y no te dejan competir, es un problema de moral, un problema de mentalidad, y sufren con que se les prohíba competir.  Y observo, hoy más que nunca, un fenómeno nuevo, que es un gran interés en los hombres de empresa norteamericanos por las relaciones económicas con Cuba y por las posibilidades de invertir en Cuba.

Bernard Shaw.-  Si se levantara el embargo económico mañana, ¿habría nuevas libertades políticas y de otro tipo para el pueblo cubano?
Fidel Castro.-  En Cuba nosotros podemos hacer lo que soberanamente nuestro país decida hacer; pero la posición nuestra es que no aceptamos condicionamientos de ningún tipo que puedan afectar la independencia y la soberanía del país, con vistas a resolver los problemas de tipo económico o político que existen entre Estados Unidos y Cuba.  Esta es una vieja posición que tiene Cuba; pero nosotros, sí te lo puedo asegurar categóricamente, no aceptaríamos condicionamientos políticos.

Bernard Shaw.-  Recientemente usted se reunió con Eloy Gutiérrez Menoyo, líder de oposición, ¿está usted valorando la posibilidad de permitir la formación de un partido político de oposición en Cuba?

Fidel Castro.-  Por el momento no estamos pensando en el pluripartidismo.

Bernard Shaw.-  ¿Qué quiere decir cuando usted dice por el momento?

Fidel Castro.- 
Bueno, es verdad, que ahora no estamos pensando, no sé si mañana, dentro de 10, ó de 20, ó de 100 años; porque, realmente, de acuerdo con nuestro pensamiento no es el multipartidismo lo que a nuestro país conviene, porque nosotros no podemos fragmentar a nuestro pueblo, tenemos que mantenerlo unido y no podemos dividirlo en mil pedazos.

Bernard Shaw.-
  Pero hay personas que argumentan que esta solidaridad que usted atesora es una forma de opresión.

Fidel Castro.-  ¿Cuál?


Bernard Shaw.-  Usted dice que los partidos políticos fragmentarían al país; algunos dirían que eso es justamente lo que necesita Cuba, fragmentarse.

Fidel Castro.-  Si nosotros nos hubiésemos fragmentado, si nuestro pueblo se hubiese fragmentado, no habría podido resistir el golpe terrible que significó el bloqueo de Estados Unidos durante 35 años, ni habría podido soportar la desaparición del campo socialista y de la URSS; solo un pueblo unido.  Y ha estado de acuerdo con nuestra tradición, porque cuando se organizó la lucha por la independencia, José Martí organizó un partido.

Nosotros no tenemos un sistema de partidos, Bernard Shaw, hay que comprender esto, porque nuestro Partido no postula ni elige.  La postulación en nuestro país se hace directamente por parte de los ciudadanos, por parte de los vecinos.  Sería extenso de explicar, pero yo digo que son los ciudadanos los que postulan, son los delegados de circunscripción los que postulan a los diputados a la Asamblea Nacional, que tienen que ser electos directamente por el pueblo y sacar más del 50% de los votos; ellos son los que eligen al Consejo de Estado y al Presidente del Consejo de Estado.

En Cuba no hay un régimen presidencialista, el presidente Clinton tiene mucho, mucho, mucho más poder que yo, y, en general, los presidentes latinoamericanos tienen más poder que yo.  Como Presidente del Consejo de Estado no puedo nombrar a un embajador, no puedo nombrar a un ministro, no puedo nombrar a muchos funcionarios que en todas partes del mundo los nombran los presidentes; tienen que ser elegidos por el Consejo de Estado.  Esa es la realidad.

Bernard Shaw.-  Usted es un pensador muy imaginativo, ha hecho sacrificios antes.  ¿Ha considerado usted alguna vez la posibilidad de renunciar por el bien económico de su país?

Fidel Castro.-  ¿Alguien me lo ha ofrecido? 
Primero tendría alguien que ofrecerlo y, luego, no veo por qué vía mi renuncia pueda mejorar la economía del país.  Yo lo que he dicho es que siempre estaré dispuesto a hacer por el país lo que sea necesario, que no tengo ambiciones personales, que simplemente cumplo con las obligaciones que me han impuesto; no soy yo el que me las he impuesto, es la propia vida, es la propia Revolución, es el propio pueblo el que me ha impuesto esas obligaciones.
Ya le dije anteriormente que nosotros no estaríamos dispuestos a aceptar ningún condicionamiento político, y si yo aceptara esa idea, estaría admitiendo que en Cuba se pudieran producir cambios políticos, incluso la renuncia de los dirigentes de la Revolución, a cambio de soluciones de problemas económicos.

Nosotros por nuestro país estamos dispuestos a dar la vida, pero no estamos dispuestos a sacrificar la independencia y la soberanía del país, no estamos dispuestos a sacrificar los principios.  Si yo aceptara eso, estaría en contradicción con lo que te dije anteriormente.

Bernard Shaw.-  Después de Fidel, ¿qué pasará en Cuba?

Fidel Castro.-  Como les decía ayer a un grupo de amigos que me preguntaban sobre eso, ese no es un problema mío, ese es un problema de los demás.  Los muertos no opinan, y a los retirados, cuando opinan, les hacen muy poco caso.  Esa es la verdad.

Bernard Shaw.- 
Todos somos seres humanos, un día yo moriré, usted también.  ¿Cómo querría usted ser recordado por el pueblo cubano y por el mundo?

Fidel Castro.-  ¿No te parece que es un poco difícil hablar de uno mismo?  Ahora, no me dejo llevar por la vanidad de la gloria ni por el juicio de la historia.  Los hombres pasan, la historia pasa y de vez en cuando se les recuerda, lo importante es que uno cumpla con su deber y libre su batalla.

Yo tengo algunas pruebas de que a pesar de toda la propaganda contra Cuba y contra mí, hay mucha gente en el mundo que aprecia a Cuba.  Acabo de visitar Uruguay y estoy realmente asombrado de los cientos de miles de personas que se movilizaron en ese país.  Casi no comprendo por qué —quizás gracias a ustedes, Bernard— me han hecho famoso, me han convertido en una especie de David; pero un David que lleva 35 años luchando contra un Goliat que es cada vez más poderoso.  Y los sentimientos que pude apreciar allí fueron extraordinarios.
He estado en otros lugares, en la conferencia de Río de Janeiro sobre el medio ambiente, había representantes de todo el mundo.
Bernard Shaw.-  Era precisamente por eso que yo le preguntaba.

Fidel Castro.-  Yo hablé allí y no tengo ninguna queja.  ¡Fue tanta gente a saludarme!  ¡Fue tanta gente la que me demostró apoyo!  Fui a Copenhague y pasó exactamente igual; hablé hoy en Naciones Unidas y el pueblo norteamericano es testigo de lo que ocurrió.

Luego no todo el mundo, Bernard Shaw, tiene tan mala opinión, a pesar de todo lo que se ha dicho y todo lo que se ha hecho contra mí.  Y como ahora soy el único —casi el único país— contra el que se concentra la propaganda, entonces tengo más méritos.  Ya no se ataca a la URSS, no se ataca a China, no se ataca a Viet Nam, no se ataca a Corea, se ataca nada más que a Cuba; toda la campaña es contra Cuba y nunca Cuba ha tenido más amigos de los que tiene ahora.   ¿Por qué? —yo me lo pregunto—, será que tenemos razón, será que la gente admira nuestra lucha, será que la gente critica el cruel bloqueo que se mantiene contra nuestro país y que mata a hombres, mujeres, niños, adolescentes y ancianos, como dije hoy, tal como si se tratara de bombas atómicas silenciosas.

Los contemporáneos, Bernard, no tienen tan mala opinión.  Cuál será la opinión ulterior, no debe ser fundamental para un hombre que lucha, para un hombre que quiere cumplir una tarea, que actúa de acuerdo con determinados principios.  Pero si la opinión es la que hoy tienen muchos, quizás la opinión futura sea buena también, porque nadie podrá negar que durante más de 35 años resistimos la presión, el hostigamiento y las amenazas de la potencia más poderosa del mundo y de la historia, en lo político, en lo económico y en lo militar; que hemos resistido la desaparición del campo socialista y de la URSS.

La gente es capaz de admirar esos méritos, es capaz de admirar esos valores.  No tendrían derecho a atribuirme esos méritos, pero sí al pueblo cubano.  Y a mí lo que me importa no es lo que vayan a pensar de mí, te lo digo sinceramente, sino de la forma en que vayan a juzgar a nuestro pueblo, y pienso que nuestro pueblo es acreedor a una alta consideración histórica.

Bernard Shaw.-  Religión.  ¿Cuándo y dónde se reuniría usted con el Papa Juan Pablo II?

Fidel Castro.-  No te puedo responder.  Realmente se ha hablado, no es un imposible, y han sido ciertos factores, de índole política, asociados a las relaciones nuestras con la alta jerarquía católica en Cuba, los que han estado influyendo de una forma o de otra en la visita.
No queremos que la visita del Papa se pueda convertir en un instrumento para fricciones, o para contradicciones, o para conflictos entre la alta jerarquía y la Revolución.  Ellos han hecho declaraciones duras, las publican, pero todo eso ha sido manejado con mucho tacto, con mucho cuidado; sin embargo, ha sido un factor que, a mi juicio, ha obstaculizado la realización de la visita del Papa a Cuba.
Permíteme añadirte que yo tengo una alta consideración y una alta estima por el Papa Juan Pablo II, es una de las figuras más brillantes y más extraordinarias que ha tenido la Iglesia en los últimos siglos, con el cual coincido en muchas cosas, aunque no en todas; pero es una persona que merece toda nuestra consideración y nuestro respeto.

Bernard Shaw.-  Señor Presidente, se nos acaba el tiempo y me quedan diez preguntas más, así que voy a seguir.

Fidel Castro.-  Puedes continuar, yo trataré de ser breve, pero tú me obligas a hablar (Risas).

Bernard Shaw.-  ¿Le preocupa a usted el movimiento evangelista en Cuba, lo siente usted como una amenaza?, porque algunas organizaciones de derechos humanos han dicho que es así.

Fidel Castro.-  No.
Por el contrario, nosotros tenemos excelentes relaciones con las iglesias evangélicas, ¡excelentes!, desde el principio de la Revolución hasta ahora. La Iglesia Católica en nuestro país era la iglesia de los ricos, no había una sola iglesia en el campo.  Esa es la verdad histórica.  Las iglesias protestantes penetraron más en los sectores populares, tenían pastores en el campo vinculados a los sectores más humildes, y cuando vino la Revolución se desarrollaron muy buenas relaciones con todas las iglesias, con algunas excepciones.

A veces hemos tenido dificultades, por ejemplo, con los Testigos de Jehová por razones conocidas:  cuestiones del Servicio Militar, la bandera, los símbolos.  Eso lo han tenido en todos los países; pero, incluso, nuestras relaciones con los Testigos de Jehová en los últimos tiempos han mejorado mucho y son buenas con las iglesias evangélicas.

Bernard Shaw.-  Yo quería hacerle otras dos preguntas muy rápidas. 
Cada vez con más frecuencia lo vemos a usted vestido de traje, ¿por qué?

Fidel Castro.-  Es porque en Cartagena, en una reunión cumbre, nos exigieron que teníamos que ir vestidos de guayabera, y yo descubrí que no tenía una guayabera, no me la ponía hacía mucho tiempo.  Entonces, tampoco tenía un traje, y una familia amiga, una persona de esa familia que es diseñadora destacada nos quiso obsequiar un traje, lo diseñó y aquí estoy gratuitamente vestido de civil, y no me siento mal.  He hecho como Colin Powell, que se ha vestido ahora de civil, pero para los actos solemnes internacionales.

Bernard Shaw.-  Por último.  En estos momentos en la Serie Mundial están el equipo de Cleveland y los Bravos de Atlanta, ¿cuál es su favorito?

Fidel Castro.-  Quizás por mi amistad con Turner, sean los Bravos de Atlanta, pero mejor sería un equipo cubano ahí, compitiendo.

Bernard Shaw.- 
Presidente Castro, le damos las gracias por estar con nosotros en esta hora especial de entrevista, fue un placer.  Gracias.

Fidel Castro.-  Muchas gracias.

Lugar: 

Nueva York, Estados Unidos.

Fecha: 

22/10/1995