Un plan secreto para derrocar a la Revolución Cubana

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La leyenda de la invencibilidad de la CIA se esfumó sobre las arenas de Playa Girón y Playa Larga, en abril de 1961. Foto: Sergio Canales
El 17 de marzo de 1960 el presidente de EE. UU., Dwight David «Ike» Eisenhower, aprobó el proyecto subversivo contra Cuba presentado por Alan Dulles y Richard Bissel, director y subdirector de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), respectivamente.
La Agencia propuso al mandatario un plan de acciones encubiertas, que incluía la creación fuera de la Isla de una organización capaz de incentivar el surgimiento de grupos contrarrevolucionarios.
Por otro lado, la entidad creada debía aglutinar a las fuerzas opositoras a la Revolución, lograr capacidad de representación ante la opinión pública y el Gobierno estadounidense, y servir, además, de tapadera para las acciones de este.
El plan también concebía la creación de un «frente anticastrista» satélite de la CIA dentro de la Mayor de las Antillas, aunque, formalmente, aparecería subordinado a la organización creada en EE. UU.
Incluía el plan una fuerte ofensiva propagandística, sobre todo mediante la creación de estaciones de radio que dirigirían sus transmisiones hacia la Isla.
El centro del proyecto yanqui se basaba en la formación de una fuerza paramilitar, que tendría como objetivo infiltrarse en Cuba, y cumplir tareas de apoyo a las operaciones clandestinas y guerrilleras.
Eisenhower se proponía derrocar al Gobierno de Fidel Castro antes de las elecciones estadounidenses de 1960, para asegurar la victoria del republicano Richard Nixon, considerado «hombre fuerte» capaz de guiar al país en la Guerra Fría.
Para lograrlo, estimaban que era necesario eliminar físicamente al líder cubano, algo que venían intentando sin éxito desde finales de 1959. En julio de 1960, el subdirector de la CIA, Richard Bissell, encargó al coronel Sheffiel Edwards contactar con la mafia ítalo-estadounidense, para asesinar a Fidel. [1]
Causar hambre, desesperación y muerte fue el axioma medular del accionar de la Casa Blanca contra el pueblo cubano desde abril de 1960, cuando L. D Mallory, funcionario del Departamento de Estado, definió, en un memorando dirigido a sus superiores, cual sería la política contra la Isla rebelde.
Debía utilizarse «cualquier medio concebible para debilitar la vida económica de la Isla (… ) una línea de acción que, siendo lo más habilidosa y discreta posible, logre los mayores avances en la privación a Cuba de dinero y suministros, para reducirle sus recursos financieros y los salarios reales, provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del Gobierno».[2]
La Operación Pluto
Aunque se conoce que ya el Director de la CIA le había mencionado en plena campaña a John F. Kennedy, ganador de las presidenciales de 1960, del golpe que se preparaba contra la Mayor de las Antillas, el informe oficial del operativo lo recibió de Dulles y Bissell, el 18 de noviembre.
Kennedy asumió intacto el proyecto, aunque planteó algunas dudas, relacionadas principalmente con el involucramiento de su Gobierno en la operación, pero Dulles le aseguró entonces al Presidente que «se sentía más seguro del éxito de lo que jamás había estado en el caso de Guatemala». [3]
Aunque nadie del Gobierno, ni de la administración republicana ni de la demócrata había aprobado el uso de los marines en la operación, la CIA confiaba en que la fuerza de los acontecimientos llevaría al Pentágono a intervenir.
Dulles y Bissell creían que el clímax de la operación forzaría a Kennedy a intervenir con las fuerzas armadas, y abandonar su oficial neutralidad, aunque este había prometido en varias oportunidades que eso no sucedería.
La necesidad de evitar que EE. UU. apareciera implicado directamente en el proyecto, llevó a los organizadores a buscar un lugar apartado, menos poblado, para ejecutar el desembarco.
Así el proyecto original, que avanzaba a toda vela, sufrió modificaciones sobre la base de las observaciones de Kennedy. Las fuerzas paramilitares entrenadas en el exterior cumplirían la tarea de realizar un desembarco anfibio en Playa Girón y Playa Larga, ambas en Bahía de Cochinos, unos 180 kilómetros al sudeste de La Habana.
La Operación Pluto, nombre dado a la acción punitiva «meticulosamente» armada, pensada desde el menosprecio y la soberbia, tomaba como ejemplo el exitoso operativo de Guatemala, en 1954, cuando la CIA derrocó al presidente Jacobo Arbenz. Lo dirigió incluso el mismo grupo «élite» de la Agencia.
La Brigada 2506 fue el grupo paramilitar encargado de llevar a cabo la invasión; más del 10 % de sus integrantes eran antiguos miembros del ejército y la policía de la dictadura de Fulgencio Batista.
Los entrenamientos se realizaron mayormente en Guatemala. La fuerza quedó finalmente integrada por más de 1 200 hombres bien preparados para combates regulares de tropas anfibias, a los que complementaban los equipos de infiltración que debían penetrar, antes de la invasión, en diferentes regiones de Cuba.
Se realizarían ataques aéreos desde Nicaragua, que anularían a las fuerzas aéreas cubanas y que, durante el desembarco, protegerían a las tropas en tierra.
Los invasores debían conquistar una zona lo suficientemente extensa, una cabeza de playa que permitiera desembarcar a los integrantes del futuro Gobierno Provisional (títere).
En enero de 1961, Kennedy encargó al Departamento de Defensa analizar hasta el último detalle de la operación militar planificada por la CIA. Las conclusiones de los militares no fueron muy halagüeñas, solo daban posibilidades de triunfo si ocurría un levantamiento interno o se daba apoyo exterior.
A pesar de las dudas, el plan continuó. El presidente impartió instrucciones para aislar diplomáticamente a Cuba, y boicotear cualquier actividad de la Isla a través de la OEA.
En marzo de 1961 fue creado el Consejo Revolucionario Cubano (CTC), y en abril se constituyó el futuro «gobierno» que se instalaría en la Mayor de las Antillas,
El papel del CTC y el «gobierno» eran muy importantes en el proyecto invasor; ambos otorgarían legitimidad a una eventual invasión militar estadounidense; el «Gobierno» debía dar paso a la ocupación del país por las fuerzas extranjeras.
Todo estaba listo, el resto es bien conocido: en menos de 72 horas las fuerzas invasoras fueron derrotadas, factor que contribuyó a impedir una escalada que comprometiera la intervención directa de los yanquis.
La leyenda de la invencibilidad de la CIA se esfumó sobre las arenas de Playa Girón y Playa Larga, en abril de 1961.
[1] Chuch Committee Report: Alleged Assassinations Plots Involving Foreign Leaders. B-Cuba, pp. 74 y 75
[2] Departamento de Estado: Relaciones Exteriores de EE. UU. 1958-1960, t.vi, Cuba
[3] Molina, Franchosi, Gabriel: Girón Bahía de Cochinos. El mayor error de Kennedy.Editora Política. La Habana. 2011, pp. 6.